En su ensayo Mal de archivo. Una impresión freudiana (1995), Jacques Derrida (1930-2004) revolucionó la manera de entender un concepto aparentemente neutro: la noción de archivo. En este texto, Derrida desentraña las tensiones políticas, psicológicas y éticas que subyacen a la idea de archivo, cuestionando su supuesta objetividad y revelando su vínculo intrínseco con el poder, la autoridad y la exclusión, problematizándolo y haciéndonos cuestionar nuestros propios acervos, textos, fotos, audios, etcétera.

Este ensayo de Derrida me resultó crucial para analizar, o pensar al menos, el proyecto Memórica del Archivo General de la Nación de México, una plataforma digital que “democratiza” el acceso a los documentos históricos que han moldeado la identidad nacional, pero que más que un repositorio, configura un espacio virtual donde se preserva y reinterpreta, o se construye, la memoria desde una perspectiva crítica y a veces inclusiva.

Lanzada en 2020, Memórica, reúne colecciones que abarcan desde códices prehispánicos hasta expedientes presidenciales del siglo XX, pasando por fotografías, mapas y obras artísticas. Su objetivo es “compilar, gestionar y difundir, el patrimonio histórico y cultural que se encuentra bajo el resguardo de archivos y colecciones públicas y privadas” (como se dice en su entrada de Wikipedia) y romper las barreras físicas y simbólicas que han mantenido estos archivos restringidos a académicos y especialistas.

La organización documental que resguarda Memórica tiene niveles de clasificación, ya que el acervo está en constante proceso, pero se cuenta con un primer nivel general de clasificación que comprende Instituciones Coloniales, Instituciones Gubernamentales, Época Moderna y Contemporánea, Archivos Particulares y Otros Archivos. Otro nivel incluye Fondos, Series, Secciones, y a partir de estos encontramos descripciones más específicas. En el menú del sitio tenemos Efemérides, Mes, Documentos, Política, Ideas, Arte, Identidades, Sociedad y Memoria que tiene diferentes curadurías creadas por especialistas sobre temas distintos como Sección Carteles del Centro Histórico de la Ciudad de México, Las mujeres y el magonismo, Carlos Monsiváis: en búsqueda de la inclusión, entre otros más.

El archivo, como nos dice Derrida, no es un depósito neutral, es un espacio de poder donde se decide qué se conserva, qué se narra y qué se silencia. En este sentido, proyectos como Memórica, al digitalizar y democratizar documentos históricos, desafían la tradicional concentración del archivo en manos de élites. Sin embargo, como advierte Derrida, todo acto de archivar implica una selección consciente o inconsciente, incluso en plataformas abiertas. ¿Qué voces se priorizan?, ¿qué episodios se omiten?, la respuesta siempre está teñida de ideología.

Esta tensión se hace visible en algunas colecciones, por ejemplo en su más reciente propuesta, «Vigilancia y Paranoia”, cuya investigación y curaduría corrió a cargo de Álvaro Rodríguez Luévano, y que explora cómo el Estado mexicano ha utilizado la vigilancia como herramienta de control desde el siglo XIX hasta la Guerra Sucia del siglo XX, en específico contra artistas e intelectuales como José Revueltas, Carlos Monsiváis, Octavio Paz o Elena Garro.

Dividida en cuatro partes, este acercamiento al espionaje de Estado inicia a mediados del siglo XX con los antecedentes y la creación de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), cuyo contexto tiene de trasfondo el término de la Segunda Guerra Mundial y el nuevo orden geopolítico que dividió al mundo en dos bloques antagónicos: comunismo y capitalismo, y que fue uno de los proyectos más importantes del partido oficial mexicano, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para la vigilancia durante la Guerra Fría y la persecución al comunismo.

Entre los documentos exhibidos de la DFS destacan informes policiales, cartas interceptadas, listas negras de empleados públicos y hasta rumores infundados que alimentaron la autocensura. Un afiche de los años setenta advierte: «El enemigo puede estar en tu familia», reflejando el clima de temor instaurado.

«Vigilancia y Paranoia» es una mera revisión histórica general, una pequeña muestra del espionaje tradicional que evidencia que los archivos no son reliquias inertes, sino herramientas para cuestionar el poder y entender las raíces de los conflictos actuales y, sobre todo, para que la ciudadanía reclame su derecho a la memoria. Así, la noción derridiana del archivo como dispositivo de poder y resistencia ilumina proyectos como Memórica. Al democratizar el acceso, se debilita el monopolio tradicional del archivo, pero también se asume la responsabilidad de cuestionar: ¿qué memorias se privilegian?, ¿qué estructuras se reproducen? Iniciativas como Memórica encarnan una paradoja: preservan para no olvidar, pero su existencia misma es un recordatorio de todo lo que aún falta por rescatar del silencio.

Para explorar Memórica y sus colecciones, visiten www.memorica.gob.mx