Desde hace un par de semanas, Facebook me recomienda segmentos de un programa de televisión llamado 90 Days Fiancé, el cual describe una serie de romances a larga distancia entre personas estadounidenses con personas de otras nacionalidades, las cuales se conocen usualmente por medio de las redes sociales y al casarse necesitan probar la legitimadad de su relación viviendo juntos durante 90 días. Como la mayoría de los realities, el programa es un verdadero bodrio que está muy entretendido. Cada una de las historias que cuentan evidencian lo que ya sabemos desde la pandemia: el mundo ya no da vuelta atrás al uso tencológico para conectar con distintas latitudes. Esto además supone la accesibilidad de información y la capacidad de intercambios que transformen las prácticas locales.

Ciertamente, dicha accesibilidad nos ha beneficiado de muchas maneras (no sólo con relaciones a larga distancia). Por ejemplo: el desplaciamiento de la educación presencial al aula virtual, el cual posibilita contenido de universidades al otro lado del globo. O las plataformas de recorridos 360º que han abierto las colecciones de los grandes museos del mundo. Sin embargo, esta nueva realidad también muestra las limitaciones afectivas y locales que no toman en cuenta estas nuevas formas de consumo. En el show las parejas se enfrentan a choques culturales y a encuentros inesperados (sí, como el meme de “en la foto del perfil” vs. “en persona”).

Por ello, me parece importante hablar de inicitavas que apelen a lo local desde una perspectiva amplia como el Programa Educativo de Arte Contemporáneo Acapulco. Porque aun con toda la accesibilidad que pueda haber a los cursos en línea (como los del MoMA), el conocimiento resulta un tanto unilateral y desconextualizado a los intereses locales. Aunado a eso, debido al confinamiento, el valor de lo presencial y de los lazos afectivos ha tomado mayor relevancia y ha generado un mejor entendimiento sobre el desarrollo del individuo y la comunidad.

Antonio Lozano nos comparte sus experiencias e intereses con este proyecto desde la “periferia”, mostrando así las viscisitudes entre el trabajo con los artistas de Acapulco y la producción contemporánea a escala internacional. Muestra que el trabajo hecho desde y para la comunidad artística de Guerrero puede superar cualquier prueba de 90 días.

AN.- ¿Cómo nace el proyecto?

AL.- Nace al constatar que en muchos artistas locales, en sus producciones, faltan ciertas bases conceptuales y discursivas. Buscamos contribuir en el desarrollo formativo de los artistas locales, que conozcan, experimenten, complejicen sus investigaciones, solidifiquen sus discursos y generen propuestas más potentes. Buscamos también ir generando poco a poco un público que se vaya familiarizando con otro tipo de propuestas. En pocas palabras buscamos contribuir a desarrollar el arte contemporáneo en Acapulco. Nos rige la idea de que el conocimiento debe compartirse, debe ser social.

También nace bajo la idea de dejar de quejarse y actuar; dejar de quejarse porque en Acapulco no hay esto y lo otro, hacer las cosas, que en Acapulco se genere un programa formativo de arte interesante, que incluso personas de otros estados quieran participar en él. Pero sobre todo que los artistas locales que no tengan las posibilidades de salir a formarse fuera puedan hacerlo en Acapulco.

AN.- ¿Cuánto tiempo llevan y qué es lo que más les ha llamado la atención?

AL.- Somos un proyecto relativamente nuevo, estamos por cumplir nuestro primer aniversario. Aún hay muchas cosas que hacer; como a todos, nos afectó la crisis de la pandemia, hemos migrado nuestras actividades al medio virtual, también la pandemia nos ha hecho repensar muchas cosas como el sentido del arte.

Lo que más ha llamado la atención es el grupo de alumnos que se conformó. Es un grupo muy heterogéneo, pero donde todos comparten un fuerte deseo por aprender, por experimentar y conocer otras propuestas. Ha sido una grata sorpresa encontrar gente tan deseosa, comprometida y abierta a aprender. Cuando se lanzó el Programa no sabíamos qué tipo de alumnos llegarían, pero el grupo que se conformó nos tiene muy contentos. Pensamos que ellos mismos se volverán agentes de acción que busquen las transformaciones de sus entornos.

AN.- Al ser un proyecto enfocado al arte contemporáneo en Acapulco, ¿cuáles son las oportunidades y las dificultades a las que se enfrentan?

AL.- Creo que en Acapulco es más fácil la generación de vínculos con artistas, curadores, investigadores de otros estados, que en otras ciudades del país. Acapulco siempre es un atractivo. Venir a exponer, dar un taller, una charla y pasar después unos días en la playa es un aliciente. Aunado a que muchos tienen una relación afectiva con el puerto, tienen recuerdos de cuando venían, etc. También la situación tan compleja económica y social por la que pasa la ciudad desde hace años la hace interesante para investigar, conocer y producir. Además de que genera en las personas de fuera cierta empatía, un deseo por aportar y contribuir desde el arte a Acapulco. 

Creo que la mayor dificultad es que muchos artistas acapulqueños tienen poca apertura por seguir aprendiendo y continuar preparándose, hay mucha autosatisfacción con lo que ya saben. Aunado a que no hay una cultura de invertirle a “tu” propia educación, no hay el hábito por pagar un taller, una obra de teatro o cualquier actividad cultural, quieren que todo sea gratis. Así como las dificultades comunes, la falta de apoyos institucionales, la falta de públicos, venta, etcétera.

AN.- ¿En qué creen que han inferido en la comunidad desde que empezaron con el proyecto?

AL.- Creo que con el grupo de estudiantes se ha podido articular, conformar una comunidad educativa, de aprendizaje mutuo, de compartición de saberes. Tomamos mucho en cuenta la opinión del grupo en distintos aspectos, así como mucha de la programación se piensa con base en lo que percibimos o ellos nos comentan que necesitan o quieren aprender. A través del Programa creo que se ha podido revolucionar su concepción del arte. A raíz de la pandemia también hemos acentuado más el estímulo de prácticas de colectividad. 

Tratamos de pensar al proyecto desde lo micro, incidir en grupos pequeños y con estos conformar grupos de acción en los que trabajando en conjunto podamos generar un mayor impacto.

De forma menos directa también a través de los alumnos creo que se ha ido permeando un poco esta visión del arte entre sus círculos, así como con las personas que han asistido a alguna de nuestras actividades.

AN.- ¿Qué diálogos se han generado por medio de este proyecto?

AL.- Creo que la generación de puentes es algo que sí se ha ido generando entre algunos artistas de Acapulco participantes del Programa con otros agentes de otros estados. Percibía que el puerto estaba de cierta forma aislado del circuito nacional del arte, es curioso porque Acapulco siempre ha sido un punto de encuentro comercial y turístico, pero en el caso del arte no entraba en ese flujo; creo que se han empezado a crear vínculos entre artistas de Acapulco con los de otros estados y ya se han emprendido colaboraciones, dando a conocer las propuestas de artistas acapulqueños en otras regiones, pero también los artistas de fuera quieran venir, hacer y traer cosas a Acapulco. Es decir, la generación de intercambios artísticos. 

También en el Programa hemos empezando a generar colaboraciones con otras iniciativas y espacios de otras regiones con la idea de que se continúe ese flujo. Creo que la idea de “flujo” o circulación siempre conlleva algo positivo, oxigenar el cuerpo, que la sangre fluya correctamente es sano.

Tengo la impresión también que se está empezando a mirar más afuera lo que se está haciendo en Acapulco.

AN.- ¿Qué más sigue o hacia dónde se dirige el Programa?

AL.- La idea es darle continuidad a nuestro programa pedagógico, tenemos programas intensivos que suceden cada determinado tiempo (como con el que iniciamos) acompañados de un programa de formación continua. Seguir con el proceso formativo de los estudiantes con los que hemos venido trabajando, así como ir integrando nuevos estudiantes.

Generar también otro tipo de actividades educativas, más allá de los cursos, talleres, tutorías y conversatorios que hemos venido desarrollando. Generar ciclos de cine, mesas de diálogo y otras actividades que reflexionen sobre el pasado, presente y futuro de Acapulco, desde distintos ángulos. Crear una pequeña biblioteca de artes con un carácter más móvil que estático, generar clubes de lectura donde tengamos un espacio donde dialogar. Ir generando también de distintas formas investigación y memoria sobre lo que se ha hecho en el arte en Acapulco a lo largo de los años por distintas iniciativas. 

El Programa inició colaborando con otros espacios de Acapulco, queremos continuarlo y ampliarlo con otros espacios de la ciudad, así como colaborar con iniciativas en otros municipios de Guerrero.