Día 11

Domingo 17 de octubre 

Santiago escribe:

El #MuseoPorVenir llega a Guayaquil

El #MuseoPorVenir, ensayo de escena y política expandidas, acaba de volver de un viaje a los orígenes por Zapotillo (a donde Martha Bucaram, Jaime Roldós y su comitiva nunca llegaron), Celica-Huayrapungo (donde se estrellaron) y Saraguro (uno de los lugares donde germinaron). 

Ayer en Gera, donde nos recibieron líderes de varias comunidades indígenas de Saraguro, sentí que ambxs vivían de la manera en la que sobreviven nuestrxs ancestrxs. 

Nuestro compañero Rubén Ortiz, de La Comuna de México, ha venido publicando en FB una bitácora (también se puede leer en https://jeronimomx.info/bitacora-del-museoporvenir/ ) desde que arribó a Guayaquil, junto a Ricardo Andrade, de El Teatrito de Mérida, quien ha subido a sus redes memorias del viaje, como el video de la presentación del grupo de teatro Pucará de Celica, conformado por niñas y niños que se apropiaron a su modo del último discurso de Roldós.  

Manolo Sarmiento, Kike Landívar y Christian Guerrero documentaron gran parte del viaje, y se encargaron de las proyecciones abiertas que ofrecimos del documental “La muerte de Jaime Roldós” (2013), codirigido por Manolo y Lisandra Rivera.

Las proyecciones más emocionantes fueron las de Zapotillo, en pleno parque central a espaldas del monumento a Roldós y frente a la réplica del Palacio de Carondelet que alberga la sede del Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal; y la realizada en la Casa Comunal de Gera, donde además de líderes comunales nos recibieron docentes del sistema de educación bilingüe institucionalizado por Roldós con plena autonomía para las organizaciones, entonces encargadas elles mismas de designar a las autoridades del plan. Y nos contaron como, en estos 40 años, el sistema ha sido penetrado y desnaturalizado por distintos gobiernos, desde neoliberales hasta estatistas, siempre burocratizados y controladores, y cómo sin embargo las comunidades y maestras y maestros han resistido. 

En Gera lo más emocionante no fue lo que nosotrxs llevamos, sino lo que ellxs nos regalaron: una ceremonia de agradecimiento y sanación, dirigida en especial a mi hermana y a mí, pero en realidad sanadora de todos los círculos de quienes en ella participamos. Suelen decirlo sintéticamente tanto Rubén como mi compañera y amor, Pilar Aranda: sólo se sana en comunidad, junto a lxs demás.

Guiadxs por Francisco Macas, trompetero a veces enmascarado con el sol y la luna, en modo Payaso Sagrado; y otras veces con el rostro descubierto, en modo Grotowski, en Gera nos tocaron el corazón y nos hicieron volar como el cóndor que habita sus quebradas. Mi hermana me dijo al oído que el teatro que buscamos y necesitamos siempre le enseña cosas a ella también, y yo le di de nuevo las gracias por haberme cuidado con amor y ahínco. 

Después lxs compañerxs nos ofrecieron guajango, un trago muy parecido al pulque, obtenido de sus pencas de maguey, y un grupo de jóvenes danzó sus bailes tradicionales, con músicas increíbles. Y luego de exhibir y debatir la película, lxs compañerxs de Saraguro llenaron nuestros cordeles de la memoria, sencillo dispositivo al que invitamos a la gente a escribir o dibujar un recuerdo, una frase, lo que necesite, y lo colgamos en un tendedero con pinzas de ropa.

En el cordel de la memoria de Celica abundaron dibujos de niñxs, varios aviones gigantescos y gordos dirigiéndose a una montaña, pero también frases llenas de indignación. Durante día y medio, decenas de celicanxs nos ofrecieron directamente a mi hermana y a mí, y a nuestrxs compañerxs del #Museo -entre ellxs, Gabriela Cabrera y Oswaldo Terreros, creadorxs del memorial a Jaime Roldós y Martha Bucaram de Guayaquil-, testimonios de sus recuerdos de hace 40 años, cuando medio pueblo subió en camionetas a contemplar la escena de la catástrofe apenas se enteró de lo ocurrido. 

Los relatos son escatológicos, con descripciones precisas de cómo estaban destrozados y carbonizados los cuerpos y las cuerpas, menos el del presidente, al que sólo le faltaba un tercio de rostro y cabeza. 

Después de que los militares limpiaron todo, encontraron un pie, y no está claro que pudiera dársele cristiana sepultura. Muchos cuentan que el encargado de devolver ese pie a Quito murió en el viaje de regreso, igual que el campesino que declaró a Canal 10 haber visto al avión en llamas en el aire, lo que contradecía la versión del choque. 

Sea o no cierto la relación que guarda con la catástrofe y su silenciamiento al menos esta última muerte, producida efectivamente mes y medio después, en Celica se estableció una ley del silencio, fruto de una pedagogía del miedo/la crueldad, coherente con la manera en la que el Estado barrió los cadáveres presidenciales bajo la alfombra.    

El actual alcalde de la ciudad quiere hacer en el cerro de Huayrapungo, donde terminó por colisionar la nave, un Museo de la Democracia, nombre que no deja de tener su ironía. Su propósito es económico y turístico, y no me parece ilegítimo: la ciudad sobrevive con evidentes dificultades. Según el alcalde, Oswaldo Román, el proyecto estaba financiado, pero la pandemia acabó también con eso. #MuseoPorVenir está interesado en acompañar y contribuir a la museografía del lugar.  

El viernes 15 de octubre subimos a ver la famosa piedra, también llamada Altar de la Patria (en este caso el cursi no soy yo), contra la que supuestamente chocó la aeronave. Nos acompañaron Diego Subía y Álvaro Rodríguez: el primero, hijo menor del general Marco Aurelio Subía, ministro de defensa de Roldós, e Irlanda Sarango, ambos también fallecidos el 24 de mayo de 1981. Y el segundo, hijo del general Rafael Rodríguez Palacios, primer ministro de defensa de Roldós, muerto junto a su esposa, una hija y varios otros militares y sus familias el 18 de noviembre de 1979.

Ambas catástrofes hacen parte de lo que las hijas o huérfanas del Coronel Marco Andrade, edecán presidencial y piloto de la nave de 1981 llaman “epidemia de accidentes”, que durante años quebró o acabó con decenas de familias. Un cálculo aproximado -muchas de esas familias tampoco quieren hablar- arroja la cifra de unxs cien huérfanxs en el lapso de un lustro.

En varios de esos vuelos se perdieron familias enteras. Y ahí también había una ceremonia, más bien una dramaturgia: como muchxs de ellxs seguían viviendo en zonas y ciudadelas de la Fuerza Aérea, los huérfanxs más antiguxs eran llevadxs a consolar a lxs huérfanxs más recientes. Epidemia. ¿De qué?

Yo ya había subido a Huayrapungo hace 15 años. Mientras subía esta segunda vez la cuesta de terracería, le dije a mi amor que ya no sentía nada. No es que estuviera feliz, simplemente tranquilo. Pero en cuanto llegué frente a la famosa y ridícula piedra, me desmoroné. Me contuvo el abrazo y el rostro absorto de Diego, mi hermano de tragedia, pelando los ojos, y diciendo una y otra vez “10 metros, 10 metros”. Se refería a la escasa diferencia de altitud que hubiera bastado para que el avión librara la cuesta. 

Diego ha venido a cerrar el asunto, yo también, cada uno a su manera. Gracias a mis amigxs del #MuseoPorVenir, incluyendo a nuestra querida y admirada Cristina Burneo Salazar, que vino desde Quito sólo para atestiguar y escribir lo vivido, ahora pienso que he venido a dejar de ser una víctima, de una vez por todas, y asumir que soy un sobreviviente, un organismo vivo y potente capaz de dar cuenta de la ignominia, y algún día librarse de seguir hablando de ella.  

Durante el viaje de vuelta a Guayaquil, ante el enésimo plato de seco de pollo, Rubén propone que cada quien hable de lo que le había interesado de su experiencia. De esa memoria, rescato sobre todo lo que dijeron lxs más jóvenes, de 25 a 14 años de edad. El elemento en común: lo importante de recorrer el Ecuador, un país desconocido para ellxs, y la cantidad de preguntas que les quedan sobre qué de lo ocurrido en el pasado permanece en el presente, y qué puede y no debería tolerar un país.

A todo eso, al horizonte de poner en escena esas preguntas y suscitar confianza y crédito entre comunes, es a lo que Rubén y La Escuela de la Nada llamamos teatro.

Este próximo viernes 22 #MuseoPorVenir abre sus puertas en Espacio Muégano y su Mancomunidad. Los ensayos continúan.

Cristina Burneo escribe:

Gera, Saraguro. Aquí vinimos con el #Museoporvenir, un proceso artístico excepcional para despertar la memoria colectiva de la vida y la presencia de Martha Bucaram y Jaime Roldós en la historia de América Latina, igual que la tragedia aérea que les dio muerte. 

Día 12

Martes 19 de octubre 

21:41

Rubén escribe:

Amanecimos con el decreto de estado de excepción en Ecuador.

No lo hemos comentado mucho porque – contrario a lo que marcaba la agenda como «día de descanso»- hemos hecho un repaso de pendientes y hay muchos.

Es toda una tarea convertir a un teatro en un museo. Más allá de las tareas que cada quien ha realizado con puntualidad y cariño, el objetivo será que el museo se vuelva un lugar que permita el pensamiento y la sensación. Y eso dependerá no sólo de los objetos acomodados en el espacio, sino sobre todo de lo que logremos nosotras como huéspedes /guías.

Por otra parte, los Cuadernitos del refugio han maquetado la plaquet «Lo que nunca de olvida», que es un texto que escribió para el Museo un vecino del callejón, Jorge Carcelén. Son sus memorias desde que llegó al barrio en 1967. Haremos un tiraje de 50 ejemplares para repartir principalmente a los vecinos y a quienes lleguen a las actividades.

(Es un regalo cabal que la editorial de juguete que nació para sobrellevar el encierro tenga ahora la oportunidad de llevar la palabra de una comunidad). 

Estamos agotadas por el viaje tan intenso y algunas kamaradas siguen en el teatro, arrimando el hombro. Dionisos me las bendiga.

Día 13

Miércoles 20 de octubre 

22:14

Rubén escribe:

Hoy fue cumpleaños de María y la trup le cantó las mañanitas a distancia. Me hubiera gustado decirle: «Mira, mi amor, ella es Pilar y este año tengo 30 años de conocerla, hicimos una pastorela juntos y nos divertimos mucho. Y él es Ricardo, es una de las personas más buenas en el mundo y también de las más fuertes, aunque no se lo termine de creer. Y de Santiago ya te he platicado, ya te he contado cuánto nos queremos. Y aquí están Santi y Emi, y me encantaría que tú y tú hermano estuvieran aquí porque todo esto no es una pieza de arte, sino un acto de amor. Así, nomás. Porque jamás pensamos estar juntos 30 años después queriéndonos tanto y haciendo esto para que más gente se llene de cariño. Y por eso no estoy en casa, contigo y tu mamá y tus abuelxs y tu tío. Y sé que lo sabes, pero no sé cómo ponerlo en palabras. Cómo poner en palabras lo que las extraño a ustedes y cómo esto también es para ustedes, de una manera que no alcanzo a decir. Y en dos días inauguramos esto y sólo quisiéramos que la gente supiera que en el mundo que queremos hay muchos actos de amor, así porque sí. Te amo. Feliz cumpleaños, mi niña».

Día 14

Jueves 21 de octubre 

23:08

Rubén escribe:

Me acuerdo que en una entrevista de hace 30 años la gran Roberta Carreri hablaba de la importancia de la fatiga en el entrenamiento. Después de la fatiga, el cuerpo ya no pone resistencia y logra nuevas cosas, decía.

Estamos fatigadxs, pero alegres porque el Museo ha tomado su lugar. Falta lo más importante: habitarlo; que los cuerpos convocados hagan su aparición. Por lo pronto, hoy se volvió a invitar a las y los vecinos.

Tenemos planeado el protocolo que, espero, saltará por la borda en el momento de la verdad. Mañana apenas empezaremos a saber cómo vive esta bestia.

Día 15

Viernes 22 de octubre 

Rubén escribe:

Inauguración

Jorge Carcelén, autor de las Memorias del Callejón Magallanes, tomó el libro, lo hojeo, sus ojos se pusieron rojos y dijo: «Estoy muy orgulloso de tener amigos como ustedes». Y luego, para torcer el momento, me dijo: «Ahora voy a escribir todas las aventuras que me sé y así luego nos hacemos ricos con el libro que usted me edite».

Luego, la inauguración.

Estamos satisfechxs, pero agotadxs.

No hay más energía para hacer bitácora.

Día 16

Sábado 23 de octubre 

Rubén escribe:

Quizá donde podremos hacer la diferencia es en el acompañamiento. Ni el espacio ni los objetos bastan, hace falta la conversación, lo que haga a la experiencia derivar en la memoria de quien visita.

La Escuela de la Nada ha reflexionado de la mano de Ricardo sobre la Carta de Conducta.

Un historiador que venía a la cafetería ha visto el Museo y me ha contado la historia de las calles de Guayaquil desde que era un estero, y el amigo que hace el café me dijo en la Cápsula de la Memoria: «en qué momento pasabamos de Roldós a la porquería de Abdalá y cómo saldremos de allí».

Más tarde, hermosa charla con mi querida Bertha y mi poeta favorita, María Auxiliadora Balladares.

Y por si fuera poco, un rato de delirio con La comuna, antes de encontrarse con las kamaradas de Muégano.

Conversar para habitar.