En este recuento de los daños acerca de acontecimientos e ideas sembradas en el año 1980, recordé en la quimera de la infancia nuestra primera mudanza de la Colonia Roma a la Del Valle; entre cajas y algunos enseres estaba el disco Double Fantasy de John Lennon y Yoko Ono, y me vino a la memoria que ese año los exbeatles Paul y John vivieron eventos cruciales que determinaron proféticamente la década por venir.

La sala de ese nuevo hogar era el cuarto de juegos de mis hermanos y yo: dos sillones en escuadra para brincar indiscriminadamente y colorear encima, un librero lleno de enciclopedias, libros de Agatha Christie, Pierrot… En medio, el tocadiscos Panasonic, dos bocinas, cajas resonantes, vibrantes al toque de nuestras pequeñas manos, en el que mi padre podría darnos muy buenos ejemplos con vinilos en loop infinito de The Beatles, Boston, Chicago, Carol King, Stevie Wonder. Su espacio compartido con nosotros tenía un gran espectro ceremonial donde el álbum corría a 33 revoluciones por minuto y la aguja, al choque con los surcos, simulaba la acción de encender un cerillo, un pequeño sonido quemando el momento, un detalle que hacía arder nuestra atención. Callados, atónitos, los hermanos leíamos y veíamos carátulas de los LP que escuchábamos, en una época en la que el arte de la portada iba más de allá de tomarte una foto y colocarla en alguna plantilla de Canva o Capcut y subirla a plataformas de streaming. Aunque esta ceremonia podía romperse dramáticamente junto con el vinilo en la pared, en aras de revisar si era o no aerodinámico o qué tanta resistencia tendría al impacto, y, claro, ante tal blasfemia, mi padre daba por terminado de manera abrupta el ritual, y optaba por hacer berrinche sin entender cómo alguien de su propia sangre pudiera ocasionarle tal daño, cruel e inexplicable, casi infame. Sí, fuimos expulsados en muchas ocasiones del paraíso familiar.

En este escenario, el grupo británico conformado por los ciudadanos de Liverpool ya era parte de nuestro devenir, en casa ya habíamos escuchado, leído, lamido y manoseado la mayoría de los álbumes. Además, en el auto por la mañana, al ir a dejar a nuestra madre a las oficinas del corporativo Serfin, escuchábamos El Club de Los Beatles que conducía una de las voces más reconocidas de la radio, Manuel Guerrero:

Si existiera una religión a partir de este cuarteto, nosotros podríamos haber sido de los feligreses más fieles.  

The Beatles se habían sembrado en mi camino, tan es así, que durante  mi estadía en Londres en el 2011, al salir del metro St Johns Wood (con mi exesposa íbamos a una tienda vintage cercana), pude oler por una tienda de afiches coleccionables de esta banda inglesa que los estudios de Abbey Road estaban muy cerca. Fue tal mi emoción, que debimos tomar una decisión y cambiar el rumbo, apresurar el paso: un latido, dos, miles; en medio, un lloriqueo pusilánime, obvio era totalmente mío, sí, muy honesto, naif; caminaba sin percatarme de que las calles londinenses pudieran serme tan invisibles, entonces seguíamos las indicaciones acordadas por preguntas expresas a la gente que se nos cruzara por el camino. Al llegar, parte de la infancia se condensó en una sensación sublime, mística, el ver las hechuras de ese edificio blanco, estrecho, tan británico. Era la cercanía con el Olimpo donde alguna vez caminaron para su foto icónica de portada de álbum, y canté: Got to be a joker, he just do what he please.  

-Todavía somos Los Beatles, ¿verdad? -preguntó Paul.

-Yo no soy ningún Beatle -respondió, hiriente, John.

-Claro que lo sos -dijo McCartney.

-¡No lo soy! -grito Lennon. Y arremetió: -Esto se terminó. Quiero divorciarme, como me divorcié de Cynthia. ¿No podés meterte eso en tu maldita cabeza?[1]

En este punto, no alcanzaba a imaginar que en el año 1980 se pudo ver cómo los esfuerzos del dueto McCartney-Lennon tomaron bifurcaciones tan distantes, sin ningún tipo de paralelo. Ambos casos y caminos fueron marcando desde su separación una gran distancia en las formas y los fondos, mostrando la diferencia de personalidades y pretensiones, hasta llegar a ese 1980 que sucedió como una broma de mal gusto, un juego de dados marcados, una trama sarcástica, como si leyera un cuento calamitoso de Augusto Monterroso.

El 31 de diciembre (1970) McCartney demandó formalmente a sus tres amigos de Liverpool, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, en un proceso judicial que se desarrolló en enero, hace 50 años, y significó la ruptura final de los Fab Four: la legal.[2]

En un acto de rebeldía infantil, el 16 de enero de este año, Paul McCartney era detenido por posesión de marihuana al arribar a Japón, una noticia que dio la vuelta al mundo; un asunto socarrón, adolescente, que terminó con su proyecto Wings[3]. Sí, una travesura hacía palidecer su genio sobrado, determinando un estado personal algo vago, pequeño frente a su pasado grandilocuente, circense, y se colocaba como un Sgt Pepper’s algo decadente y muy lonely hart. Pero, por ser un exbeatle, se convirtió en una cuestión pop, en un chiste para entender el principio de esta década desde un punto de vista superficial.

El exbeatle había tardado años en poder entrar en el país asiático debido a que éste no le concedía la visa desde 1975 a causa de sus antecedentes penales, “ganados” en 1973 en Escocia, al ser detenido por plantar marihuana en su granja.[4]

En el otro extremo, en diciembre de 1980, John Lennon era dramáticamente asesinado en Nueva York, un espasmo en medio de la sinrazón cultural. La era Beatle habría tenido la muerte de uno de sus precursores como fin de la inocencia del legado aún intacto, que se perdía en Central Park de la mano del fanatismo religioso de Chapman, el verdugo de la mano de un dios pernicioso y fascista.

Chapman, aunque era fanático de Lennon, estaba molesto por las opiniones del cantante de Liverpool sobre Dios: estaba particularmente molesto por una famosa broma de Lennon, sobre que los Beatles eran «más populares que Jesús», así como por las letras de las canciones posteriores «Imagine» y «God».[5]

La ciudad yorker que le había resultado un hogar donde podría caminar para olvidarse de ser beatle; metrópoli convulsa y política donde construía sus altares a diario para expiar sus fantasmas, calibrando su alcoholismo y jugando a ser bipolar, con creaciones como “Imagine”, con la que el mundo recibía un himno utópico con una paradoja absurda, resultado de los acontecimientos personales que le acusaban de ser un tipo violento[6]. Sus traumas de infancia parecían recargarse en su presente, dando notoriedad a su enojo y soberbia, mientras, por otro lado, Nixon buscaba deportarlo en 1972 por su activismo pacifista[7]. Vietnam era un pretexto para que el ala conservadora de Estados Unidos lo clasificara desde archivos del FBI como una amenaza.

En medio, recordaba que podía hacer música, y en su momento, colaborar con grandes artistas de la talla de Bowie o Elton John.

«Cuando estábamos en el estudio con John Lennon, le pregunté a Carlos: ‘¿Qué era ese riff que tenías?’ Y a partir de ahí fue todo». Lennon entonces encontró el famoso gancho cantando la palabra «aim» al riff de Alomar y las cosas se pusieron en movimiento. Bowie aprovechó su oportunidad y cambió la letra a ‘Fame’ y comenzó a construir rápidamente la infame letra de la canción.[8]

Entretanto, en casa, escuchábamos atentos su último álbum, precisamente el Double Fantasy. En la portada, Lennon y Yoko Ono se besan casi apenas, en blanco y negro, como esquela, antesala de su partida, ambos parecían livianos en medio de sus tormentas mediáticas. Su hijo Sean descubría el mundo al igual que yo —nacidos el mismo año, 1975—, podíamos disfrutar de un LP, en medio de nuestras infancias distantes unidas por letras transparentes y pop, la música ligera de uno de los músicos icónicos y más polémicos de la historia reciente. De McCartney no teníamos ningún proyecto solista, fantasma oblicuo en las ventanas, con una tos tenue cuando supimos de su arresto en Japón.

Sin duda, este paralelismo histriónico de McCartney, pretty boy, y de Lennon, rijoso y violento, un Caín y un Abel en pecado, en cruenta batalla simbólica, nos deja en este after del 2025 crudos, desconsolados, alcanzando a ver la degradación humana, la corrosión de la inocencia, como el óxido que nos hace recordar que la mortandad y el chiste pueden ser un desenlace sin sentido, una fragmentación de íconos en seres de carne y hueso.

Ambos acontecimientos (el asesinato de Lennon y el arresto de McCartney) eran un buen indicio de lo que podría ocurrir en las siguientes décadas en las que el mundo se movió entre guerras cruentas, donde las alas conservadoras tendrían aún más herramientas para socavar la histeria comunista y el ideario colectivo global ya no tendría al rock como el líder hegemónico. El pop llegaría para quedarse y apropiarse de los feligreses huérfanos que buscaban una salida por medio del arte, de la música como salvación.

Y de fondo, Milei, Musk y Trump cantan tomados de la mano “All You Need is Love”.


[1]Peter Brown, Steven Gaines (1991). Los Beatles: una biografía confidencial, Vergara, Buenos Aires 1991

[2] Luis Calvano (17 de enero de 2021). “La pelea entre Lennon y McCartney que le puso fin a la increíble aventura de Los Beatles”, LM Neuquén. Disponible en https://www.lmneuquen.com/la-pelea-lennon-y-mccartney-que-le-puso-fin-la-increible-aventura-los-beatles-n763818

[3] Juanjo Talavante (16 de enero de 2024). “Cuando Paul McCartney pasó nueve días entre rejas en Japón por posesión de marihuana”, El periódico de España. Disponible en https://www.epe.es/es/cultura/20240116/paul-mccartney-carcel-japon-posesion-marihuana-1980-gira-wings-96966012

[4] Ídem.

[5] Emma Nolan (8 de diciembre de 2020). “Who Shot John Lennon and Why? Mark David Chapman’s Motive For Killing Beatles Icon”, Newsweek. DIspnobile en https://www.newsweek.com/john-lennon-death-mark-david-chapman-motive-killing-40-anniversary-1553156

[6] Lauren Oyler (20 de abril de 2016). John Lennon era un maltratador que golpeaba a mujeres y niños”, Vice. Disponible en  https://www.vice.com/es/article/john-lennon-maltratador-mujeres-ninos/

[7] Constanza Zúñiga Esperguen (9 de septiembre de 2021). “John Lennon, el migrante pacifista que casi fue deportado”, en Rock & Pop. Disponible en https://www.rockandpop.cl/2021/09/john-lennon-el-migrante-pacifista-que-casi-fue-deportado/

[8] Jack Wathley (18 de julio de 2021). “La historia detrás de la canción: de David Bowie y John Lennon a la ‘fama’”, Far Out. Disponible en https://faroutmagazine.co.uk/david-bowie-john-lennon-fame-story-behind-song/