El año 1982 parece muy lejano mientras este 2025 se levanta en carne viva, con esquirlas, fragmentaciones del fascismo económico. Y mientras, también, en el ejercicio de escribir trato de recordar espacios, postales para entender este presente oblicuo. El imaginario me lleva hasta el jueves 8 de julio, sentado en el comedor de madera mediano en un departamento de la Colonia del Valle, en la esquina de Av. Coyoacán y Amores. El día estaba nublado, muy, y la televisión que reposaba sobre una especie de mesa con ruedas para que pudiera moverse estaba de frente a nosotros en la sala; éramos parte de un escenario teatral estático. Contrastados por la luz de la pantalla, veíamos el partido de la semifinal entre Francia y la Alemania Federal; era el Mundial de futbol, un espectáculo eje en el mundo, patriarcal.

Recuerdo la técnica elegante y el uniforme azul del francés Platini, quien resaltaba del pasto verde casi inmaculado del estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla en España. Michel, el astro de Yvelines, siempre un artista. Entonces, en el transcurso del segundo tiempo fuimos testigos de un golpe artero[1] del portero alemán Schumacher directo al mentón del defensa francés Battiston… silencio, nosotros en la sala junto con el estadio mirábamos atónitos, los comentaristas también. Y yo juzgué, etiqueté: la Alemania Federal se convertía en el enemigo número uno de todas las víctimas sociales, económicas y políticas alrededor del globo terráqueo en julio de 1982. Obviamente estaba exagerando.  

Recuerdo que este acontecimiento daba cuenta de grandes partidos, entre ellos, del que fuese campeón de este torneo, Italia, con enfrentamientos históricos en contra de Brasil y Argentina. Zico y Maradona no lograron, a pesar de los esfuerzos, llevar su magia a otro nivel, mientras que Dino Zoff, portero juventino, erguía su leyenda, así como Gentile, defensa férreo que logró anular al gran Diego, y el goleador del torneo, y Paolo Rossi, mago inalcanzable, fortuito, lograban la hazaña de ser campeones del mundo en contra de los alemanes victimarios, parcos, intratables. La justicia rodaba al ras del césped y pude ser feliz a pesar de que México no hubiera asistido al Mundial… y a pesar de López Portillo con toda su torpeza.

México no ha destacado por ser un país eficaz en términos financieros. Si vemos a través de la historia, por azares de la corrupción, la violencia y la ceguera política, ha habido una serie de acontecimientos de locura económica que nos ha llevado a terrenos insospechados, y en el año 82 se alcanzó una cúspide que nos mostró cómo es que la abundancia transmuta en un mar caótico de presunción, nepotismo y burlas alegóricas por parte de nuestro sistema político. El ahora inocuo López Portillo logró el máximo potencial de su personaje ególatra, ciego, gris, petulante, alcanzando a llevar al país en solo algunos meses a la debacle económica más cruel en su historia[2], de la mano de Pemex, la deuda externa, la fragilidad del peso y la nacionalización de la banca. La ceguera como estilo de vida.

«Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos. Ciegos que ven. Ciegos que, viendo, no ven”,José Saramago[3]

Pero la crisis no afectó solo a México, sino que todo el bloque latinoamericano cayó de un golpe a una realidad en la que el poder y la economía dictaron un futuro distópico. En el espejo, en contraparte, las radios con cierta reserva presentaban a El TRI y a Charly García como voceros algo corrosivos de una Latinoamérica siempre en la búsqueda de respuestas, que interactuaban con la gente que caminaba las ciudades con algo de malestar gracias a los decretos estatales, entretanto, la comunicación oficial presentaba un rostro que pretendía alcanzar la modernidad —puro asunto aspiracional—, pensando el lograr un mejor mañana sin trabajo y sin disciplina, decreto divino que seguimos esperando.

Yo soy un perro negro y callejero
Sin hogar, sin hembra y sin dinero
A nadie le importa mi porvenir
Es por eso que tengo que sufrir

El TRI, 1982

La recesión de ese año permeó hasta hoy. México y sus pares latinos han tenido que remar contra la corriente durante décadas, cargando en las espaldas al gen del caos, al goce por el peculado, mientras el horizonte se guardó como moneda de cambio en los bolsillos del stablishment iberoamericano. Situados, amurallados, oliendo lo que sobraba de las heces dictatoriales[4], en ocasiones al límite de autoproclamarse como colonias “democráticas”[5] para que el castigo imperial[6] pudiese ser benigno, misericordioso. La magia es procurar salir de en medio del lodo humano, saltar entre genocidas y abyectos al mismo tiempo que suceden el rock y el futbol, pero es imposible no estar enojado con este prócer de la tontería y lo fútil. Gracias a López Portillo empezaba la grandilocuente, la única, la década perdida[7].

Presiento el fin de un amor en la era del color
La televisión está en las vidrieras
Toda esa gente parada que tiene grasa en la piel
No se entera ni que el mundo da vueltas

Charly García, 1982

El “apóstol de la democracia”[8] se había construido a partir de frases estomacales, ya en agosto de 1981 nos había regalado una de las más teatrales: “¡Defenderé el peso como un perro!”[9]. Ante la presión internacional, el petróleo y el peso sufrían, volátiles[10]; Pemex se construía como un Estado dentro del Estado, y el director Jorge Díaz Serrano[11] tomaba decisiones a diestra y siniestra sin consultar al presuntuoso gestor de la silla presidencial, quien al administrar la abundancia escribía una falacia tras otra en medio de todos los falsos escenarios donde México era una gran potencia económica. Quiso olvidar, esquivar en todo su sexenio que en política tenemos un gen cultural corrosivo, sin circuncisión. ¿Cómo pudo olvidarlo? Sólo logró ladrar hasta que se cansó de ser un “gran” dirigente.

Para el año 82 yo ya estaba cursando segundo de primaria con el maestro Claudio, un docente burlón de quien ahora entiendo que necesitaba un escudo ante las ocurrencias infantiles de algunos de nosotros. El salón de clases de 2° B era el más pequeño del plantel, justo al lado de un salón de usos múltiples donde intenté aprender a tocar la guitarra, sí, uno de mis primeros fracasos. Barush, el maestro de música, se comportaba soberbio y sin mucho afán, y yo, sin muchas motivaciones, no lograba entender la magia matemática de la música. El Colegio Avante, a pesar de ser una escuela privada, tenía instalaciones sencillas, pero sus docentes eran destacados —o eso quiero recordar—, estrictos, con pocos miramientos; lograban sacar lo mejor y lo peor de nosotros. Con Claudio pude entender las matemáticas y, a lo lejos, logré comprender las estupideces que en gestión política realizan nuestros gobernantes, escudándose, claro, en la estupidez anónima, sin rostro. 

A mediados de agosto, ya habiendo entrado en recesión[12], el país se ahogaba en el mar de la inflación, el poder adquisitivo de la sociedad mexicana se quedó solo como un buen recuerdo de lo que significa un presente sin violencia financiera, sin un FMI inquisidor en los cumpleaños que celebrábamos en la azotea de ese mismo edificio sobre Av. Coyoacán, donde mi madre miraba hacia el frente mezclándose con los rayos de luz de la tarde, que resaltaban, a contraluz, su cara ovalada, cálida, feliz de ser anfitriona, cuidando de cada uno de los detalles de la piñata, de las escondidillas, del Stop como juego que declaraba la guerra en contra de…

¿Cómo fue que el petróleo pasó de panacea económica a lastre sexenal? Durante su último discurso, el 1 de septiembre, López Portillo logró, negando toda culpa, colocar al cinismo y a la locura como bandera en su pedestal[13], envolviéndose con ella para nacionalizar la banca, el berrinche más sinsentido de la historia moderna de nuestro país, dejándonos en un escenario atroz donde la venganza en contra de sus “enemigos” de la banca nacional nos desnudó en la zozobra, en un desierto apocalíptico. La esquizofrenia presidencial ya tiene a partir de ese entonces una fotografía blanco y negro de este “ilustrísimo” en los anales de la historia.   

A pesar del ambiente incoherente que impregnaba el aire en esos días, aún recuerdo que pude ser feliz jugando futbol bajo la lluvia en el Parque de Acacias, sin ser mundialista francés, sin alemanes alrededor, y gritar gol como un escape en el centro de la tormenta, cuando las gotas caían como hilos fragmentados de algo divino que no lográbamos entender. Ese goce infantil de ser solamente, deslizarse mojándose los pantalones buscando ganar el balón y correr sin detenerse con el último aliento colgando de la garganta, saciando nuestra sed por ser inmortales en ese momento. Pero al final del partido, de regreso a casa, saber que éramos castigados por ese atrevimiento con una maldición moderna importada de Inglaterra, decretada por Margaret Thatcher, aprobada por Reagan, instaurada por primera vez en Latinoamérica por Pinochet, llamada neoliberalismo.


[1] Jordi Archs (8 de julio de 2022). “40 años de la memorable semifinal en que Schumacher dejó ‘groggy’ a Battiston”, Mundo Deportivo. Disponible en https://www.mundodeportivo.com/futbol/internacional/20220708/1001829620/francia.html

[2] El Universal (31 de agosto de 2018), “El día que López Portillo nacionalizó la banca”, en El Universal, Mochilazo en el tiempo. Disponible en https://www.eluniversal.com.mx/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/el-dia-que-lopez-portillo-nacionalizo-la-banca/

[3] José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, México, Santillana, 1995.

[4] Peter Kornbluh y Marian Schlotterbeck (23 de noviembre de 2010). “Reagan y Pinochet: El momento en que Estados Unidos rompió con la dictadura”, en CIPER, Chile. Disponible en https://www.ciperchile.cl/2010/11/23/reagan-y-pinochet-el-momento-en-que-estados-unidos-rompio-con-la-dictadura/

[5] ESPECIAL | La vez que Belisario Betancur le cantó la tabla a Ronald Reagan

[6] Gerardo Puig (4 de abril de 2025). “El plan del Gobierno para mitigar el impacto de los aranceles de Trump: detalles del acuerdo que negocia Milei con EE.UU.”, en El Clarín. Disponible en https://www.clarin.com/politica/plan-gobierno-mitigar-impacto-aranceles-trump-detalles-acuerdo-negocia-milei-eeuu_0_KUViJ5naDl.html?srsltid=AfmBOopWbV1b7KM8EjJNhSEqPEHR41_Od-DY-C2faiBqZmQE-g93IGiE

[7] Eduardo Sarmiento Palacio (1990). “Una década perdida para América Latina”, en Revista Uniandes, Universidad de los Andes. Disponible en https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/colombia-int/article/view/2253

[8] Cultura Colectiva (22 de febrero de 2020). “El ‘Peje’ y otros apodos de los presidentes mexicanos”, en Cultura Colectiva. Disponible en https://culturacolectiva.com/historia/los-apodos-mas-famosos-de-expresidentes-mexicanos/

[9] tresmonossabios. (22 de agosto de 2018). “José López Portillo: ¡Defenderé el peso como un perro!”, en tresmonossabios. Disponible en https://tresmonossabios.com/2018/08/22/jose-lopez-portillo-defendere-el-peso-como-un-perro/

[10]CEPAL (s. f). “Década de 1980: crisis de la deuda”, Biblioguías-Biblioteca CEPAL. Disponible en https://biblioguias.cepal.org/CEPAL75/decada80

[11] Isidro Morales y Cecilia Escalante Rosío Vargas, La formación de la política petrolera en México, 1970-1986, México, El Colegio de México.

[12] CIID (julio de 1991). “Década perdida en crisis”, CIID (Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo). Disponible en https://idl-bnc-idrc.dspacedirect.org/server/api/core/bitstreams/8acdf622-ff11-49d1-88a8-57d026c5a364/content

[13] P. Díaz (1 de septiembre de 2022). “A 40 años del ‘¡Ya nos saquearon!, ¡no nos volverán a saquear!’”, Excélsior. Disponible en https://www.excelsior.com.mx/nacional/jlp-a-40-anos-del-ya-nos-saquearon/1536844