Creo que nunca he sido yo quien inicia la conversación; sigo viendo con cierto recelo que extraños a un océano de distancia quieran hablar conmigo. ¿Estarán buscando algo? ¿Robar mi identidad? ¿Dinero? ¿Un marido? En un principio me rehusaba a contestar mensajes directos en la aplicación y concentraba mi atención en publicaciones en el foro. Sin embargo, la curiosidad era demasiada como para dejar pasar tantos mensajes sin indagar un poco de dónde venían. En efecto, descubrí que algunos de estos usuarios sí buscan un préstamo (sin devolución), obtener tu información personal… e incluso marido. Hay constantes avisos del servidor recordándote los riesgos que corres al compartir datos privados con algún usuario; por lo tanto, la bola está en tu cancha: es tu responsabilidad no revelar información que podría ponerte en riesgo, pues la aplicación en sí misma es segura. Además, dijo alguna mente brillante: “la caca flota”; quienes tienen objetivos perniciosos suelen revelar sus intenciones muy pronto, solo hay que estar alerta y ser muy selectivo.
Esa reticencia a sostener conversaciones en un principio se manifiesta también en un cuidado riguroso respecto a ciertos temas. “Don’t ask, don’t tell” solía ser la política respecto a la sexualidad de los militares estadounidenses. Esa es mi posición al mantener estas conversaciones, aun cuando tenga muchas preguntas girando en la cabeza con solo ver la bandera de procedencia del usuario: Libia, Yemen, Iraq… Siria. El reportero-detective-chismoso que hay en mí quisiera preguntar cómo es posible siquiera que puedan contactarse con el exterior, cuánta destrucción, cuánta muerte han visto y oído. Por eso muchos usuarios —especialmente de Siria— no ponen su bandera de procedencia, sino que optan por mostrar el país donde radican al momento (en caso de ser desplazados) o simplemente escogen otra opción. Otros más escriben en su perfil a modo de advertencia: “Vivo en Siria. No me preguntes de la guerra”.
Madona me escribió (no confundir con Madonna). Su bandera me mostraba el bello cedro del Líbano, por eso le pregunto si es de ahí. “Sí”, responde. “Mi madre es de Líbano y mi padre de Siria”. Al saber que soy mexicano, Madona me confiesa que ama los tacos; le cuento qué hay una gran comunidad libanesa en México y le pregunto si hay muchos restaurantes de comida mexicana en Líbano. “No muchos”. Pausa. “Por cierto, vivo en Siria”. Mi cerebro inquisitivo tenía una serie de preguntas lista para una respuesta así; sin embargo, me contuve. “Don’t ask, don’t tell”. Le envío una foto de los tacos árabes que se preparan por acá y me responde con un emoji de corazón roto, un gesto de pena leve por no poder ordenar unos desde allá. “¿Cuántos muertos? ¿Cuánta destrucción?” Me tragué mis preguntas, que seguro le hubieran parecido amargas, y más bien endulcé su imaginación con la imagen de unos buenos tacos al carbón.
Aun cuando el tema de la guerra no venga por parte del extranjero, para los usuarios mismos es ineludible en ocasiones. Dado que la app está enfocada en el aprendizaje de otras lenguas —a veces uno olvida ese detalle—, muchos compañeros de estudio comparten sus trabajos escolares para que hablantes nativos o personas con mayores conocimientos de aquella lengua las corrijan y les den retroalimentación. Al, un muchacho yemení, comparte una composición para su clase de inglés en la que, con errores no muy graves, habla de las familias separadas, los muertos, los edificios derrumbados que ha dejado la guerra civil en su país. Él quiere correcciones para una composición escolar, yo elaboro en mi cabeza el retrato de una realidad devastadora que él no ve a través de la TV o por videos virales en YouTube. Al sí ha sentido el eco de las bombas vibrar en sus huesos, mientras yo busco en su composición la mejor manera de usar el verbo destroy.
Y es que Yemen es un país que rara vez llega a nuestros canales de noticias o a nuestro feed de redes sociales. En fin, este mundo es tan grande y ocurren tantas tragedias en todos lados que difícilmente podemos estar al tanto de cada historia en particular. Desconozco a detalle el conflicto en aquel país al sur de la península arábiga, sólo sé que alguna vez estuvo dividido y que, aunque ahora no lo esté, las pugnas internas han causado en tiempos recientes estragos en su paisaje y su sociedad. Por no mencionar las incursiones de los Estados Unidos, quienes la consideran una nación “terrorista”; por ende, ha sufrido ataques en su territorio, como un caso que data de hace un par de años, en el que drones gringos cazaron y asesinaron en territorio yemení a un líder “terrorista” (algo parecido a lo acontecido en Irán a principios de año). Los EUA lo negaron todo, por supuesto.
En medio del conflicto, la gente de Yemen sigue adelante, siendo una de las naciones con mayor representación en la app. Desconozco si la poca actividad de algunos países en la plataforma se deba a criterios de popularidad, restricciones locales o alguna otra razón. El hecho es que chicas como Abeer la usan para practicar su inglés, compartiendo al mismo tiempo pensamientos, anécdotas y reflexiones. No hace mucho Abeer publicó fotos de la parte antigua de Sanaa (capital de Yemen). Construcciones rústicas con un estilo arquitectónico difícil de describir (para mí, un completo lego respecto al tema): una belleza. Ante la respuesta entusiasta de otros usuarios, Abeer acota que varios de estos edificios no existen más, o han sido severamente dañados como víctimas colaterales de la guerra. Le di un corazón a sus fotos, un réquiem por tantas cosas hermosas que la guerra se ha llevado.
Termino resaltando un detalle importante sobre la lengua árabe: la presencia constante de la palabra “paz” tanto en el saludo como en la despedida. السلام عليكم (asalaamu ‘alaiikum, La Paz sea con ustedes) o simplemente سلام (salaam, paz) son formas habituales para saludar a alguien, mientras que la despedida transmite un deseo equivalente: مع السلامة (ma’a asalaamatu, con paz). Ese es mi deseo para Abeer, Al, Madona y otros más con quienes me he cruzado y quienes tienen la guerra en sus jardines, sus escuelas, sus templos, sus hogares.
مع السلامة أصدقاء
(Con paz, amigos)