En 1994 todo está sucediendo en México y en el mundo: el 1 de enero se levanta en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional al tiempo que entra en vigor el primer Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y México se abre como nunca al mercado mundial mientras la prensa del orbe transmite la guerra de los indígenas de Chiapas contra el Estado mexicano. Hacia marzo asesinan al candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, y con ello se desata una oleada de conspiraciones que vienen y van y terminan con el nombramiento de Ernesto Zedillo como su sustituto. En otros lugares del planeta también pasan cosas, por ejemplo, en abril se suscita el doloroso genocidio perpetrado por los hutus contra población tutsi en Ruanda.

Entre noviembre y diciembre de ese atávico año de 1994, en México se huele la crisis; el runrún es que las reservas se esfumaron, que quizá el peso se devalúe. El presidente saliente, el gran villano, Salinas de Gortari, asegurará siempre que no quiso devaluar el peso; en su lugar lo hará Ernesto Zedillo, el grisáceo político que vino a ocupar el sitio en el pesebre tras la muerte de Colosio. El 22 de diciembre sucede: el gobierno de México decidió poner a flotar el peso libremente y lo devaluó. Lo que vino después es una historia que no ha comenzado siquiera a ser contada más allá de los índices económicos.

Lino de la Guerra (Mérida, 1995) y Ernesto Medina (Mérida, 1996) no habían nacido todavía en ese diciembre y, sin embargo, sus vidas resultarían marcadas por la huella de la banda cambiaria. Nacidos y radicados en Mérida, Yucatán estos dos jóvenes amigos le han preguntado a la historia reciente de México por sus efectos indirectos (y directos) en las microhistorias personales. Con las herramientas del arte visual –de la ilustración en específico– y con las posibilidades que el formato de las historietas les brindan echan a andar un ejercicio de memoria, investigación y me atrevo a decir que de historiografía sobre lo ocurrido aquel lapso entre 1994 y 1995 cuando, por su impacto, los jóvenes merideños comenzaban a espabilarse de que algo muy grande había ocurrido.

En plática virtual con ellos desde la Ciudad de México me cuentan cómo primero las historias de sus padres –que en ambos casos comenzaban a vivir juntos como matrimonios– se ven atravesadas por la crisis. Lino descubre, con el tiempo, que su casa fue hecha en esos años en que se invertía menos en materiales y los trabajadores que vivieron la época reconocen las fallas como “del tiempo de la crisis”. Ernesto, por su parte, descubre a la distancia a un padre que perdió un empleo que lo habría ubicado en un sitio social que la crisis le negó. Pero no solo sus padres hacen aparecer la crisis: está en boca de personas aleatorias que vivieron esos años e instalaron memorias de la cultura popular combinadas con sus hazañas personales para sobrevivir y que hacen aparecer de cuando en cuando en la plática. Nunca falta quien quiera cobrar venganza en el cuerpo de Salinas de Gortari.

Cuando les pregunto cómo llevaron al formato cómic una historia político-social-económica lo primero que me responden es que les interesan las personas, las afectaciones más indirectas y cotidianas. El cómic entones me resulta ideal para desplegar pequeños cuadros de vivencias en las que la crisis asoma sus tentáculos. Me explican la manera como se focalizaron cada uno en detalles que el soporte les permite explotar desde la visualidad; el estilo de la ropa en el caso de Lino o los escenarios reales de la Mérida de los noventa en el caso de Ernesto.

Lucy de Diciembre ’94, de Ernesto Medina, y Sonora Pérez de Embromada, de Lino de la Guerra son dos jóvenes que despiertan el 1 de diciembre de 1995 con que los precios de los discos y las cosas han aumentado hasta tres veces su valor; la vida alrededor suyo se llena de incertidumbre, pérdidas y ansiedad por lo que el dinero y su inestabilidad provocan en el cotidiano de la gente. Las amigas, la familia, los vecinos se desploman de a poco con el peso. Las casas se ponen en renta, los coches se venden, el dinero no alcanza, vienen los desalojos… las personas se suicidan. Así fue 1994 puertas adentro de las familias mexicanas, sobre todo clasemedieras.

En el camino de su proceso creativo, estos dos jóvenes artistas han creado un archivo amplio y valioso sobre 1994/1995: videos, revistas, objetos; como pequeños historiadores o anticuarios van recabando los testimonios visuales a los que se oye hablar, pero a los que también se ve, que nos dicen cómo eran la ciudad y la vida común, y que nos confirman lo que los mayores nos cuentan que sucedió. En este archivo, me dice Ernesto Medina, también han aprendido a conocer mejor a sus padres y sus propias historias. Flashazos de conversaciones, decisiones, acciones de los adultos cercanos a ellos vienen a cobrar sentido conforme arman el rompecabezas del “error de diciembre”. No me parece menor que nos ocurra encontrar eslabones perdidos de nuestras infancias y vidas en el análisis de un proceso político, social y económico. A la pregunta de por qué parece que este episodio no se toma con la gravedad que debiera, me dice Lino de la Guerra que es tan vasta la historia de nuestras crisis y está tan arraigada la idea de que siempre hemos vivido en una que “aprendimos resiliencia a la mala”, salimos y a lo que sigue.

En Embromada y Diciembre ’94 aparece “el dios de las pequeñas cosas” (spoiler: referencia a Arundhati Roy) que va contaminando y horadando las microhistorias con la historia social colectiva, enredándolas y cambiando, a veces de manera radical, las relaciones sociales. Ante la ríspida discusión actual de la movilidad social y el lugar de las clases sociales en México, 1994 debería estar entre los temas a revisar.

Quizá por la cercanía de los hechos es poco el material artístico que pueda dialogar con el trabajo que hacen Lino y Ernesto, no solo con las historietas, sino con el archivo. Ambos coinciden en que en años venideros la tacha de 1994 va a reventar y comenzaremos a escribir, dibujar, hacer arte y preguntarle a los archivos al respecto.

A Lino y Ernesto los encuentran aquí:

Embromada (Lino de la Guerra)

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Ernesto Medina

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netomedina.com