1962

4 de enero de 1962

ELOGIO A MARIE MENKEN, POETA DEL CINE

Empezaré el año elogiando a la poeta.

La muestra retrospectiva de Marie Menken en el Charles Theatre la semana pasada fue un acontecimiento importante para todos aquellos que se interesan por el cine. No vi a ninguno de los críticos de diarios o semanarios en la exhibición; nunca los veo en ninguna exhibición importante de trabajos poéticos o experimentales. Archer Winsten, el único crítico que asistió, se fue de la sala después de la segunda película. El placer fue dejado por entero al público. El público está más preparado a aprender y explorar lo desconocido que nuestros críticos.

La obra de Marie Menken, tal como fue presentada en el Charles, era consistentemente poética y consistentemente buena. Cuatro de sus películas: Arabesque for Kenneth Anger (1961), Bagatelle for Willard Maas (1961), Notebook (1963) y Glimpse of the Garden (1957) deben contarse entre los mejores que podemos encontrar actualmente en poesía fílmica.

La poesía fílmica ha pasado por varios periodos históricos. Tenemos la avant-garde francesa: Cocteau, el periodo simbólico- surrealista; tenemos el periodo experimental americano de los años 40: Maya Deren, Harrington, Anger, Maas; mitología, simbolismo freudiano; Brakhage y Menken representan la espina dorsal del tercer periodo, una poesía libre de obvio simbolismo y de influencias artísticas o literarias, una poesía donde la sintaxis fílmica alcanza una espontánea fluidez y donde las imágenes son verdaderamente como palabras que aparecen y desaparecen y se repiten mientras crean conjuntos y manchas de significados visuales,impresiones.

https://www.youtube.com/watch?v=FYdf8xxDlIg&feature=youtu.be

La obra de Marie Menken es lo contrario de la prosa en el cine (drama, episodio, relato). Hay obras de ficción que contienen poesía, pero no hay buena poesía, y especialmente buena poesía lírica, que contenga prosa; y Marie Menken es una poeta lírica. La estructura de las frases fílmicas de Menken, sus movimientos y sus ritmos son los de la poesía. Traslada la realidad a la poesía. Es a través de la poesía que Menken nos revela los sutiles aspectos de la realidad, los misterios del mundo y los misterios de su propia alma.

Menken canta. Su objetivo está enfocado en el mundo físico, pero ella lo ve a través de un temperamento poético y con una sensibilidad intensificada. Captura los trozos y fragmentos del mundo que lo rodea y los organiza en unidades estéticas que se comunican con nosotros. Su lenguaje fílmico y sus imágenes son agudos, nítidos, maravillosos.

Hay secuencias en Arabesque for Kenneth Anger y en Notebook que están entre las frases más inspiradas de la poesía fílmica.

¿Traspasa Menken la realidad? ¿O la condena? ¿O, simplemente, va directamente a la esencia de la realidad? ¿No es la poesía más realista que cualquier realismo? El realista ve solamente la fachada de un edificio, su contorno, una calle, un árbol. Menken ve en ellos la moción del tiempo y del ojo. Ve las mociones del corazón en un árbol. Ve a través de ellos y más allá de ellos. Retiene una memoria visual de todo lo que ve. Recrea momentos de observación, de meditación, de reflexión, de maravilla. Una lluvia que ve, una tierna lluvia, se convierte en la memoria de todas las lluvias que ha visto hasta entonces; un jardín se convierte en la memoria de todos los jardines, todo el color, todo el perfume, todo el pleno verano y el sol.

¿Qué es la poesía? ¿Una exaltada experiencia? ¿Una emoción bailando? ¿Una lanza en el corazón del hombre? Somos invitados a una comunión, sometemos nuestra voluntad, nos disolvemos en el flujo de sus imágenes, experimentamos la entrada en el santuario del alma de Menken. Nos sentamos en silencio y tomamos parte de sus pensamientos secretos, de sus admiraciones y sus éxtasis, y nos hacemos más bellos. Pone una sonrisa en nuestro corazón. Nos salva de nuestra propia fealdad. Esto es lo que hace la poesía, y esto es lo que hace Menken.

Hay poetas que sólo están empezando a cantar. Vemos sus frases torpes, sus imágenes vagas o confusas, sus movimientos inseguros. Tanteando, buscando, se mueven a través de la pantalla. La obra de Marie Menken es madura y está cuidadosamente terminada. Hay muy pocas líneas inseguras o sin terminar en su lenguaje. Los diez films que se exhiben en el Charles representan el trabajo de su vida, y este trabajo, estos sesenta minutos, la ponen dentro de lo mejor de nuestro cine poéticocontemporáneo.

“La verdadera poesía puede a veces ser aceptada por la masa cuando está disfrazada de otra cosa. Pero, en general, la nuestra es una civilización en la que la palabra poesía evoca una mueca hostil, o en el mejor de los casos, esa glacial aversión que la mayoría de la gente siente cuando oye la palabra ‘Dios’”. George Orwell.

https://www.youtube.com/watch?v=BqZks9JviDE

10 de mayo de 1962

SOBRE LA CRÍTICA DE CINE

Quizá sean las palabras crítico criticar las que tan a menudo nos confunden. ¿Quién nos ha puesto en la cabeza que un crítico debe criticar? He llegado a una conclusión: el mal y la fealdad se cuidarán solos; son el bien y la belleza los que necesitan de nuestros cuidados. Es más fácil criticar que prestar cuidados. ¿Por qué elegir el camino más fácil?

Si el crítico tiene alguna función, es la de buscar lo bueno y lo bello a su alrededor, lo que ayude al hombre a crecer dentro de sí mismo; intentar llamar sobre ello la atención de los demás, explicarlo, interpretarlo, y no aferrarse a trozos de basura, a errores, a imperfecciones. Como si esos errores e imperfecciones tuvieran realmente importancia.

28 de junio de 1962

SOBRE CRÍTICA DE CINE Y SOBRE MÍ MISMO

Quisiera tener una pequeña conversación con algunos de mis  lectores. ¿Qué es toda esta ansiedad por que yo no soy un crítico de cine?

¿Quieren realmente que caiga tan bajo, que me convierta en un crítico de cine, en uno de esos que escriben reseñas? ¿No saben que ninguna reseña tiene sentido, significado? ¿No saben que lo que se mueve en la pantalla puede tener un significado para alguien de la audiencia, aun si ese alguien es un anciano que ha estado ciego en los últimos treinta años; que una verdadera reseña cinematográfica tendría que ser escrita en tantas versiones diferentes como hay espectadores, con análisis completos de suvida?

¿No saben que, si se piensa bien, yo tengo un gusto casi ilimitado? Me gustan la poesía de Brakhage, las películas mudas de Griffith y de
Einsenstein, las películas de Hawks y de Ulmer, las pornográficos de Hoboken, las de Vanderbeek, las películas psiquiátricas que se ven en el Cinema 16, los westerns que sólo pueden verse en la Calle 42 y, dependiendo de mi humor, prácticamente todo lo que se mueva en la pantalla? Pasé una de mis noches de cine más excitantes viendo las películas caseras tomadas con una filmadora de 8 mm. que alguien había tomado durante un viaje a través del país.

Así que no sean irritables. Porque criticar es la cosa más fácil. ¡Pero trátese de vivir sin criticar! Lo malo de nuestro cine es que tenemos reseñadores y críticos de cine. Nos tomamos los periódicos demasiado en serio. Es un desastre.

9 de agosto de 1962

A MARILYN MONROE, QUE ES LA BELLEZA MISMA

Fue Shirley Clarke quien me dijo una vez: “¿Sabes? En The Connection (Shirley Clarke, 1962) el diálogo no tiene realmente importancia. Hablan, hablan y hablan, pero en realidad lo que dicen no es importante. Cuando vieron la película en Cannes, la comprendieron sin saber lo que decían los actores. Comprendieron las imágenes, las voces, las caras, los movimientos: el cine.”

El sábado por la noche me senté en la antesala del New Yorker Theatre y, mientras Marilyn moría, yo la defendía por última vez. Porque lo que hace la gente cuando ve, es escuchar las grandes frases sin ver a Marilyn. ¿Cómo pueden hacer eso, pensé; escuchar estas frases y no ver la belleza de la propia M.M., los pequeños trozos de realidad que crea en la pantalla —frágil, sí, pero bella y verdadera, más bella que cualquier otra realidad a su alrededor? Aun cuando está pronunciando esas frases, la miro y veo otra cosa en su rostro; no lo que dicen las frases, sino algo mucho más importante. Las frases son vacías, grandes, feas; mucho de la película en sí es feo. Perola realidad creada por M.M. es bella, con un dejo de tristeza. Nunca aprendió la suficiente técnica del actor como para ocultar sus verdaderos sentimientos, sus verdaderas turbaciones, su verdadero y maravilloso ser; conservó su calidad de aficionado.

Y yo pensé, sentado ahí mientras ella moría, oyendo la tonta conversación, que no solamente es ella quien es mal interpretada: el cine mismo es mal interpretado. Nunca se aceptan las imágenes por lo que son: siempre se pide otra cosa, algo que concuerde con la imagen que se tiene del cine. La gente no gusta de la belleza por sí misma: debe estar siempre unida a otra cosa, a algo más importante. No te quisieron por lo que realmente eras. Quizá solamente lo hicieran algunos adolescentes.

La semana pasada mencioné el episodio de Visconti en Boccaccio ’70 (Vittorio de Sica, Federico Fellini, Mario Monicelli, Luchino Visconti, 1962). No creo que haya muchos que estén de acuerdo conmigo, pero pienso que este episodio es una pequeña obra maestra. Es una pieza muy simple, sin pretensiones, sin grandes ideas de cartel, sin propaganda de emociones. Es como M.M. otra vez: sus verdaderas virtudes están ahí, inocentemente, desapercibidas, en el decorado, en las caras, en las reacciones, en los movimientos, en los pequeños detalles. El contenido de la película de Visconti está por completo en sus imágenes y en su estilo. Las palabras están también ahí, pero estas palabras no tienen realmente importancia: su música es más importante que su significado. Cuando la vi por primera vez, pensé que era demasiado insignificante, demasiado pequeña. En cambio, hablé del inmenso sentido de la pantalla de Fellini (más pantalla que cine). Luego pasaron varias semanas y me olvidé de Fellini. Pero el episodio de Visconti continúa creciendo en claridad, en verdad, en recuerdo.

Los artistas están haciendo bien su trabajo: son nuestros críticos los que están decepcionando al público y al artista, no dándoles lo bastante de sí mismos como para comprender, para interpretar las obras dearte.

¡Ah, creemos que sabemos todo sobre el arte! Únicamente los propios artistas no están seguros.

M.M., no recuerdo los argumentos de las películas en las que tú actuaste. No recuerdo sus dramas. Pero te recuerdo a ti. Te recuerdo de pie junto a una ventana abierta —estaba cuidando de un niño (¿ves?, no recuerdo el título de la película, pero te veo claramente allí, como una impresión de mi propia vida)—, una adolescente sola en la tarde, quizá en la tarde de un sábado, con música entrando por la ventana, en una gran ciudad, y en América…

Ahora estás muerta, con la mano aferrada al teléfono, boca abajo, dijeron los periódicos.

Y llegó la policía, y te puso las manos encima, y te llevó en una camilla. Y otra vez te interpretarán mal, y hablarán del teléfono, las píldoras, la ropa interior, y las medias en el suelo —la gran tragedia de la estrella americana de Hollywood—, y no verán qué bella eras realmente, cuanto más pura y delicada que toda su realidad.

22 de noviembre de 1962

EN DEFENSA DE LA CALLE 42

Ustedes, los necios que desprecian los westerns, que van a ver solamente cine-de-arte, de preferencia europeo, no saben lo que se pierden. Se pierden la mitad de cine, se pierden la más pura poesía de acción, poesía de movimiento, poesía de paisajes en technicolor.

Dicen que algunos fanáticos quieren limpiar la Calle 42. ¿Qué haríamos sin nuestros cines baratos, sin nuestras hamburguesas, sin nuestros lugares secretos? ¡Lugares decentes! Necesitamos más sombras, es lo que yo digo. Allí podemos cultivar virtudes prohibidas y bellezas prohibidas. El hombre necesita rincones innecesarios, impuros. Y por eso necesitamos a Aldrich, y también los westerns. Prefiero la confusión de emociones a la decadente, cerrada,inútil claridad y limpieza de los materialistas y los racionalistas. ¡Soplen, vientos de la anarquía, de la confusión; losnecesitamos!

¿Pero dónde estoy? Estoy perdiendo el hilo de mis ideas; otra vez me he ido por la tangente.