“El único futuro para Israel es uno compartido y no hay un futuro compartido sin una participación plena e igualitaria de los ciudadanos árabes palestinos.”
―Ayman Odeh
La fragmentación étnica, religiosa y política, sumada a las cada vez más marcadas brechas económicas, son dos factores clave para entender las tensiones y divisiones de la sociedad israelí contemporánea, dentro de la cual los ciudadanos árabes israelíes juegan un papel importante.
Fundado en 1948 bajo la premisa de ser un Estado judío con igualdad para todos sus ciudadanos sin distinción de sexo, etnia o religión, Israel ha experimentado, además de guerras, intifadas y conflictos militares, cambios demográficos que para el siglo XXI muestran un país más complejo, diverso y fragmentado que aquel soñado por el movimiento sionista, pensado por Herzl e implementado por Ben Gurión. El escenario político israelí está fraccionado en una multiplicidad de partidos políticos, ONG, asociaciones civiles y movimientos sociales que dan voz a una heterogeneidad de identidades, posturas políticas y sectores socioeconómicos.
En su libro Presencias Ausentes, David Grossman nos llevaría por primera vez a un mundo que siempre ha estado envuelto en un manto de ideas preconcebidas: el sector árabe/palestino israelí. Grossman hace un viaje a su vida cotidiana, posturas políticas y religiosas y aspiraciones educativas, así como a su autopercepción e identidad.[i]
Los ciudadanos árabes de Israel, árabes israelíes o ciudadanos palestinos de Israel, representan más de 20% de la población[ii] y residen principalmente en Galilea (norte), el Negev (sur) y en la zona conocida como “el triángulo” (cerca de la línea verde que divide Israel de Cisjordania). En el aspecto religioso, en su mayoría (80%) son musulmanes, 10% cristianos y otros tantos, drusos.[iii] Siempre subrepresentados tanto en los organismos estatales como en los medios de comunicación, sistema financiero y academia, han destacado en el campo deportivo y cultural como lo demuestran los casos de Sayed Kashua, Nazih Kajyhr, Naím Araide, Suleimán Masalja, Samih al-Qassim y Anton Shammas, entre otros escritores árabes israelíes que buscan recuperar la voz de los árabes israelíes, quienes suelen ser objeto de discursos que cuestionan su lealtad a Israel, niegan su contribución a la cultura, política y sociedad del Estado y les exigen renunciar a su identidad palestina. Shmuel Moreh, profesor de lengua y literatura árabe de la Universidad Hebrea de Jerusalén (él mismo un judío proveniente de Irak y ganador en 1999 del Premio Israel), los describe como aquellos que “muestran la riqueza cultural que se ha logrado generar en Israel a pesar de los problemas”.
Sería correcto definirlos como una “minoría nacional, religiosa, étnica y lingüística”[iv] que si bien goza de derechos políticos, educativos y legales envidiables para los estándares actuales del Medio Oriente, se quedan cortos en relación con los ciudadanos judíos de Israel. Dificultades en el acceso a préstamos y financiamientos para comprar tierras y obtener permisos de construcción, así como un menor presupuesto estatal para su sistema educativo son algunos de los obstáculos y desafíos cotidianos que enfrentan.
Históricamente los árabes israelíes han sido incapaces de llevar su porcentaje poblacional a la Knesset (Parlamento israelí), pues muchas veces se han abstenido de participar en los procesos electorales. Algunos analistas para explicar este fenómeno ponen el foco en el sistema electoral, pero es más plausible explicarlo por la falta de cohesión política entre la comunidad árabe, que ha resultado en una baja participación en las elecciones parlamentarias, aunque en las elecciones locales suele ser mayor.
Nacido en 1975 en Haifa, Israel, Ayman Odeh ‒un abogado y político del partido Hadash‒ lideró a la Lista Árabe Unida en la obtención de 13 escaños para la Knesset en las elecciones celebradas el 17 de septiembre del 2019, lo que iguala su éxito electoral del 2015. En la lista de ministros propuestos por esta coalición de los principales partidos árabes destacan Ahmad Tibi, Mansour Abbas y la abogada feminista Aida Touma-Sliman. Odeh llamó la atención nacional e internacional cuando decidió recomendar a Benny Gantz, líder del Partido Kahol Lavan, para formar gobierno. Desde 1992 ningún partido árabe había aceptado proponer al Presidente a algún político para buscar lograr los 61 escaños que garantizan la mayoría en la Knesset.[v]
Odeh publicó un artículo de opinión en el New York Times el 22 de septiembre en el que reflexionaba que “si los partidos de centro izquierda de Israel creen que los ciudadanos árabes palestinos tienen un lugar en este país, ellos deben aceptar que nosotros tenemos un lugar en la política. Nosotros estamos decididos a demostrar que los ciudadanos árabes palestinos no seguirán siendo rechazados o ignorados.” Entre las demandas que han dominado el discurso político árabe israelí y que Odeh recupera están: la separación entre Estado y religión, un sistema de seguridad social con mayores derechos para los trabajadores, más programas de bienestar y desarrollo para los pueblos y villas árabes, y una solución al conflicto de los territorios y población conquistados por Israel en la guerra de 1967.
Odeh es resultado de la lucha de los árabes israelíes por el reconocimiento e igualdad que se remonta al final de la guerra de 1948 cuando se estableció un gobierno militar para la población árabe que duraría hasta 1966, año en que fue remplazado por una Administración Civil. La siguiente década sería testigo de la aparición de una cultura política propia de los ciudadanos árabes/palestinos que se mostraría con una gran protesta en la zona de Galilea (especialmente en el pueblo de Sakhnin) cuando en marzo de 1976 se decidió confiscar 20,000 dunams[vi] de tierra palestina para expandir la ciudad de Carmiel. La represión militar causaría tres muertos y sentaría las bases de una politización social que influiría, una década después, en la explosión de la Primera Intifada Palestina.
Con la esperanza de un proceso de paz entre palestinos e israelíes, en 1992 los partidos árabes apoyaron al gobierno de Rabin. La decepción se experimentaría años después cuando quedó claro que con Rabin asesinado, la radicalización de la derecha liderada por Netanyahu sumadas a la violencia descontrolada de Hamas y la ineptitud y complicidad de Arafat con las actividades terroristas, la paz era algo aún utópico.
Más de dos décadas después Odeh promete ayudar a terminar con la era política de Netanyahu durante la cual los ciudadanos árabes han sido objeto de amenazas de expulsión, propuestas parlamentarias para terminar con el status oficial del idioma árabe, acoso y discriminación electoral. Por lo pronto, al proponer a Gantz, un exmilitar destacado, demuestra que si bien hay muchas tensiones entre árabes y judíos en Israel, aún hay lugar para la esperanza.
El Centro Guttman de Opinión Pública e Investigación Política, parte del Israel Democracy Institute, hizo un estudio en el 2017 sobre las relaciones entre ciudadanos judíos y árabes. Los resultados fueron sorprendentes: la mayoría de los árabes israelíes están a favor de que los partidos árabes formen parte del gobierno y 65% de los ciudadanos árabes expresó ser orgullosamente israelí.
Dependerá de los líderes políticos, académicos, artistas, periodistas y la sociedad civil israelí si la minoría árabe encontrará la igualdad y el reconocimiento que busca y se merece.
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[i] Utilizo el término palestino como un indicador identitario hacia la historia, nacionalismo y cultura palestina que comparten algunos de los ciudadanos árabes israelíes.
[ii] Para mayo del 2019 la población de Israel era de 9, 009,000 de los cuales 74.8% eran judíos y 20.9% árabe con 4.8% de “otros”.
[iii] Los drusos conforman una minoría religiosa que habita principalmente en Israel, Líbano, Siria, territorios palestinos y Jordania. Separados del islam ortodoxo, sus orígenes se encuentran en el ismailismo, secta del islam chiita e incorporan varias creencias de religiones monoteístas así como elementos de la filosofía griega.
[iv] Darawshe, Mohammad. “Ciudadanos árabes y palestinos: la lucha por la igualdad”, Vanguardia Dossier, Núm. 19. abril/junio 2006.
[v] A la fecha de la redacción de este artículo, la Lista Árabe Unida propuso a Gantz pero ha decidido mantenerse fuera de cualquier coalición de gobierno y estar en la oposición parlamentaria.
[vi][vi] Un dunam equivale a 1,000 metros cuadrados.