
Autorretrato con alas
En días malos
me sostiene la espalda
que se me fue rompiendo
cuando jugaba a los accidentes
mortales y aún palpita,
sendero de fósiles
torcido de Sur a Norte,
camino sinuoso de calcio
desmembrado.
Granítico, el dolor
echa raíces: comienza
en un punto y se extiende
―velo de piedra―
por el torrente cervical
hasta el suspenso inédito
de mis caderas. A veces
siento que me están
naciendo alas.
Otras veces,
en noches de huesos
oxidados y astillas animales
lastimadas por el agua
y el corazón de los nimbos,
subo a las orillas del vacío
camino recta, firme, iluminada
hasta que nada duele
y brillo.
Limbo
Vivo detrás
de los cristales de la vida.
No toco nada verdaderamente.
Nada verdaderamente
me toca.
Eternidad
En mi cerebro hay ángeles
caídos, territorios en llamas,
animales de niebla,
desiertos donde la oxitocina
dejó conchas y caracoles blancos
antes de abandonarme
a mis venenos.
Perdida en mis sinapsis,
–espíritu errabundo–
vago sola, fugaz,
diríase que no existo.
Me alumbra un sol eléctrico:
veo árboles degollados
y pienso que he perdido la cabeza.
Cierro entonces la luz,
alada, esteparia.
No busco la cordura,
sino el paisaje exacto del alma
neuronal, su herida
primigenia, la raíz
de las drogas que deposito
a diario en mi boca:
a la sombra vertical de la epilepsia
tengo atisbos de cielo que nadie
observará jamás, aves
que sólo a mí me pertenecen.
Eso es la eternidad,
mi casa.
Árbol de mí
Árbol de mí,
estaca en tierra,
fue mi destino raíz
crecer profunda y vertical,
crecer torcida con terquedad
de caracola, otoñar
entre pájaros.
No hay rebelión sin alas.
La mía,
una imposible,
consiste en alcanzar
el cielo con mi cuerpo
de árbol.
Mi sed raigambre
―hendidura en el suelo―
me conduce hasta el inicio
de la gran explosión:
mi poder es alzarme
con el metal del agua,
volar mientras me hundo
en el fin de los tiempos.
Soy un baobab.
No pueden derribarme.
Decálogo de lo fulminante;
I.
Un ojo funde a negros
me inviste con los poderes
de los cíclopes.
II.
Mis dedos
se mueven solos.
aves sin torre de control
III
Duerme mi boca
si intento reír tiemblan
mis labios locos
!V
Despierta el corazón
alazán atrapado
en el centro del tórax.
V
Escalofríos
por mi cuerpo corren
miríadas de hormigas
VI
Desconexión súbita
dados al aire
se desploman mis huesos
.
VII
Oscuridad compacta
brazos y piernas flotan
soy un pulpo
VIII
Deambulo por el limbo
separada del cuerpo
me convierto en fantasma
IX
Oigo voces
enderezo el espíritu
me sacudo la nada
X
Sucederá de nuevo
pero yo he visto flores
que brotan de las piedras.