Virginia Woolf es una de las voces más significativas del siglo XX, desde su gran novela Orlando, cuya transmutación de género nos lleva por los siglos, hasta su última pieza, Entre actos, esta con una voz más íntima y quizá confusa, pero que también, entre actos, hace un recorrido por la historia.

Dentro de su amplia obra, hay una que me gustaría traer a la actualidad: Tres guineas, publicada en 1938. Mediante un ensayo epistolar, Virginia Woolf “erige” aquí un manifiesto profundamente crítico sobre la educación, el feminismo y la paz. A través de una serie de cartas ficticias, reflexiona sobre cómo el patriarcado, la educación y la exclusión de las mujeres de las esferas públicas contribuyen a la perpetuación de conflictos y desigualdades. El texto, dividido en tres partes, analiza la discriminación de las mujeres a partir de la falta de oportunidades educativas, de los obstáculos en las profesiones y de su ausencia en los lugares de toma de decisión.

Ante la pregunta “¿Cómo, en tu opinión, podemos evitar la guerra?,” Woolf comienza el ensayo cuestionando la estructura educativa de su tiempo y destaca cómo las mujeres fueron relegadas a la periferia del conocimiento. Además, reflexiona sobre el impacto de esta exclusión al afirmar que: “la ignorancia de las mujeres no es natural, sino impuesta”. También señala cómo la educación no solo es una herramienta de empoderamiento individual, sino un medio para desafiar las estructuras de poder.

En este texto, Woolf defiende la necesidad de financiar colegios para mujeres como una forma de «cerrar la brecha de mil años de desigualdad educativa». En sus propias palabras: “No podemos dejar de insistir en la importancia de que las mujeres tengan acceso al aprendizaje, no para competir con los hombres, sino para enriquecer el pensamiento colectivo”. Este planteamiento resuena hoy, dado que lastimosamente en muchas partes del mundo la educación sigue siendo un campo de desigualdad.

El otro tema que aborda es la exclusión sistemática de las mujeres de las profesiones remuneradas, una práctica que las confinó a roles domésticos y voluntarios. Woolf escribe: “El derecho a ganarse la vida es fundamental para la independencia”, y vincula esta independencia económica con la posibilidad de que las mujeres contribuyan a la paz y al progreso social. Además, hace una denuncia del sexismo inherente en las instituciones laborales y describe cómo el acceso limitado de las mujeres al trabajo remunerado perpetúa su subordinación. Recordemos que a principios de siglo XX las mujeres apenas estaban comenzando a integrarse en ciertas profesiones, y Woolf insiste en que: “necesitamos cambiar las estructuras laborales para que dejen de ser instrumentos del patriarcado”. Esta crítica es todavía pertinente en un mundo donde la brecha salarial, el acoso laboral y el techo de cristal persisten como problemas globales.

Uno de los argumentos más poderosos del texto es el vínculo entre el patriarcado y la guerra. Woolf sostiene que las estructuras patriarcales promueven valores de agresión, competencia y dominación que conducen inevitablemente al conflicto, y afirma: “La guerra es el juego de los hombres educados en la jerarquía y el privilegio”. En este sentido, Woolf explora el papel de las mujeres como agentes de paz, al proponer que se utilicen sus recursos para apoyar iniciativas pacifistas. Woolf introduce la idea de un feminismo pacifista que contrarresta los valores militaristas del patriarcado, este argumento es especialmente relevante en el siglo XXI, cuando los conflictos armados están aún ligados a intereses económicos y estructuras de poder dominadas por hombres.

Si bien esta aproximación es muy libre y genérica, quiere ser una invitación a una relectura critica de Tres guineas para anotar y reconocer a Virginia Woolf como una voz vital en el entendimiento de las intersecciones entre género, poder y violencia. Su crítica a la educación, las profesiones y el patriarcado en este texto proporciona un marco para analizar las inequidades actuales y el impacto de las mujeres en la construcción de un mundo más justo.


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