“So scream your heart out”

—“A Trigger full of Promises”, Walls of Jericho—

 

 

Las niñas enojadas se ven feas; con ese carácter nadie te va a querer; la que se enoja pierde; las mujeres son más emocionales, más intensas; se puso como loca

Aunque esta columna no se trata de mí, debo decir que tengo una relación de mucha cercanía con la rabia, con la expresión de la ira, con el enojo como una potencia creativa, creadora, disruptiva.  Como una válvula, como una salvación. Debe ser el enojo una de mis emociones favoritas. Hace tiempo, además, que busco encuentros e interlocuciones con mujeres enojadas: personajes, autoras, investigadoras…, con Furiosas; claro que me refiero a Imperator Furiosa, personaje interpretado por Charlize Theron en Mad Max: Fury Road. Recuerdo haber salido del cine como flotando en una nube de energía, wow. ¿Cómo algo tan simple como una antiheroína o heroína fuerte, templada y violenta, cafre, con ganas de venganza puede infatuarnos así? Porque no es simple. Crecer sin referentes femeninos dotadas de aquello que se considera del dominio de lo masculino y varonil nos hace sentir y creer que no existen y que si existen, están mal. Nos hace sentir que si nos sale ser una de ellas, nos cayó una maldición.  Porque la que se enoja pierde y las mujeres enojadas se ven feas, dicen. Pero quizá es más grave que eso, no es sólo el intento de desterrar esta energía del cuerpo expresivo de lo femenino sino de desterrarlo de la vida afectiva. El enojo está como proscrito en un mundo que nos quiere convencer de que esta pasión no sirve de nada o que sólo acarrea tragedias. Y a veces para contar nuestra historia (y aquí estoy haciendo un guiño a la comediante Hannah Gadsby y su especial Nanette) o para pelear nuestro derecho a existir, necesitamos enojarnos, estar enojadas, mostrarnos enojadas…

 

¿Y la música qué tiene que ver con todo esto? Allá voy. No soy fan del heavy metal, lo conozco poco y lo he estudiado menos, pero hace una semana escuché un podcast de Sangre Fucsia dedicado a las mujeres en la escena del metal y salí adrenérgica, adrenalínica de esa horita y cacho de escucha. Justamente como cuando salí de ver Mad Max: Fury Road. Busqué en Google los nombres de todas: Angela Gossow, Sharon den Adel, Doro Pesch, Cadance Kucsulain, y una ráfaga de pirotecnia se me soltó en el cerebro. ¿Dónde he vivido escondida de estas mujeres enojadísimas y geniales? Porque enojada, enojada he estado largo tiempo.

Veo a Cadance Kucsulain, la frontwoman de Walls of Jericho, veo con asombro y admiración su cuerpo tremendamente fuerte trabajado en gimnasio por su afición al powerlifting. Sospecho que podría tumbar de un golpe a quien quisiera y esa pequeñez, esa fantasía de poder físico me conmueve, me llena de potencia a mí. La escucho y el asombro ya es revelación. Pienso en ella como un mantra audiovisual, un mantra de poder, energía y fuerza. Un rabioso balbucir, a-dicto, gutural, puro desgarro hardcore. Rasguñar el aire sobre una cuerda. Santa Rabia. O Angela Gossow, esa alemana rubia, hoy de 43 años, que ruge y gruñe y dirige a un público de enojados metaleros que se golpean unos a otros en esa danza propia de esta cultura musical, los veo cómo se dejan conducir por ella, lo piden sin que algo se les muera dentro. Y quiero llenarme de estas imágenes como si de una meditación tántrica se tratase.

 

 

Recuerdo entonces algunos videos de chicas que audicionan en realities de concursos musicales con canciones heavy metal, la sorpresa que generan (tal como me la generaron a mí las Reinas del Metal), como si fueran extraterrestres: la gente reacciona como si nunca en su vida hubieran imaginado que una mujer pudiera tener el rango vocal suficiente para hacer esos despliegues hardcore, como si nunca en su mente hubiese pasado la imagen de una chica sacudiendo la cabeza con furia y haciendo gestos monstruosos. Como si no existiera mujer lo suficientemente segura de sí misma para pararse como Doro Pesch, esa alemana rubia de 52 años que dirige masas de metaleros. Como si ninguna lo quisiera para sí misma. Como si no quisieran hacerlo más que para “caber” en el mundo de los varones.

Cadance Kucsulain es clara sobre esto, ella quiere hacer metal porque le nace, reconoce la esencia rabiosa del metal y la reivindica en esta entrevista publicada por Goetia Media, y allí también aclara que no cede espacios ganados por las mujeres a punta de gritos : “Sentía como que querían quitarle la pasión o la rabia al hardcore, porque para mi [sic] el género siempre ha sido sobre cantar lo que piensas, ya sea que estés enojado o hay algo en el mundo que te molesta. Por eso no compartía esta visión que querían darle al hardcore, especialmente cuando querían degradar a la mujer con todos estos slogans de “chupa mi polla” y cosas por el estilo. Era estúpido, porque el hardcore siempre ha luchado contra ello, justamente toda la mierda que tragábamos día a día no tenía cabida en nuestra escena, y era algo que querían meter por la fuerza.”

 

La rabia, la ira, el enojo, emoción contradictoria y tabú. Séneca ponía sobre aviso respecto de esta pasión, alertaba sobre su poder para dañar y destruir:

“Me exigiste, caro Novato, que te escribiese acerca de la manera de dominar la ira, y creo que, no sin causa, temes muy principalmente a esta pasión, que es la más sombría y desenfrenada de todas. Las otras tienen sin duda algo de quietas y plácidas; pero esta es toda agitación, desenfreno en el resentimiento, sed de guerra, de sangre, de suplicios, arrebato de furores sobrehumanos, olvidándose de sí misma con tal de dañar a los demás, lanzándose en medio de las espadas, y ávida de venganzas que a su vez traen un vengador.”

 

Pero Séneca no conoció el heavy metal y su capacidad de llevar el despliegue de la ira a un terreno liminal con el teatro e incorporarlo al cuerpo de un modo casi ritual que le da una conducción y que lo metaboliza. Tampoco vio el especial de Hannah Gadsby, por ejemplo. Quién se atrevería a subir al escenario a decirle a Hannah “No te enojes” luego de habernos contado las violaciones, las golpizas, la discriminación, la vida al margen que se vive más llevaderamente con una sonrisa fingida, pero socavando el alma con tanto dolor psíquico y emocional. No al menos yo. Enójate, Hannah, enójate, es tu derecho. Lo que hace Gadbsy en este show de Stand Up es una magistral lección de transformación creativa, inteligente y potente del enojo y la incomodidad.

Pero Séneca no conoció a las mujeres jóvenes musulmanas que se juegan el pellejo headbangeando y haciendo música enojada, como las chicas de Massive Scar Era o Voice of Baceprot.

 

Así, pues, están las que se expresan mediante el canto melódico y están las que, como Angela Gossow dice, prefieren expresarse con el grito. Tal como Tristan Tzara hubiera querido. Y necesitamos verlas, escucharlas, infatuarnos de ellas, invocarlas como mantras cuando quieren calmar nuestros justos enojos.

Larga vida a Cadance, a Angela, a Doro, a Massive Scar Era, a Voice of Baceprot y a todas las chicas enojadísimas del heavy metal. Strong & Proud!

 

*Dedico con mucho cariño esta entrega a Rodrigo de Santiago, amigo querido y genuino metalero y que contribuyó con un par de canciones a esta playlist.

 

 

 

6 .- Massive Scar Era – “Pray”: https://www.youtube.com/watch?v=qu9VAG9ffAQ

7.- Voice of Baceprot – “School Revolution”: https://www.youtube.com/watch?v=4aZX-C8HKJc&feature=youtu.be

8.- Heilung | LIFA – Krigsgaldr LIVE: https://www.youtube.com/watch?v=QRg_8NNPTD8&feature=youtu.be

9.- Motorhead & Girlschool – Please Don’t Touch: https://www.youtube.com/watch?v=m0PtwL3C7LA

Bonus: Angela Gossow Growl Workshop: https://www.youtube.com/watch?v=fCMcu18sigc

 

Link a Spotify: https://open.spotify.com/user/12142220306/playlist/3zEgFDBCV1VSpUpAVU7GnB