La danza ha sido una de las artes que más ha explorado y buscado conexiones profundas entre el cuerpo y el entorno que lo rodea. La obra de Natsu Nakajima (1943-2024) se destaca como un ejemplo sublime de cómo el movimiento del cuerpo puede fusionarse armoniosamente con elementos de la naturaleza, creando coreografías poéticas y profundamente evocadoras.

Natsu Nakajima fue de las últimas sobrevivientes de la primera generación de bailarinas de Danza Butoh que, bajo la dirección de Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno (fundadores de la Danza Butoh), crearon el movimiento «Ankoku Butoh»– danza de la oscuridad– a principios de los años sesenta. El Butoh es un género de danza japonés que emergió en la década de 1950 y se caracteriza por su enfoque en lo grotesco, lo surrealista y lo emocionalmente crudo, explorando las profundidades de la psique humana y utilizando el movimiento del cuerpo para expresar emociones primordiales y experiencias universales.

Una de las contribuciones más destacadas de Nakajima al Butoh fue su enfoque en la conexión entre el cuerpo y el entorno natural. En sus actuaciones, a menudo se observaba una fusión poética entre la forma humana y elementos de la naturaleza, (viento, el agua y el fuego), creando una experiencia sensorial única, donde el espectador era transportado a un mundo donde las fronteras entre lo humano y lo natural se desdibujaban.

A lo largo de su carrera, Nakajima realizó una serie de coreografías que destacan esta conexión intrínseca entre el cuerpo y el entorno natural. Una de las coreografías más emblemáticas que ilustra esta conexión es «Mizu no Wa» (Anillo de Agua). En esta pieza, Nakajima utiliza movimientos fluidos y sinuosos para evocar la sensación de agua en movimiento. Los bailarines parecen fluir como corrientes, creando ondulaciones y remolinos con sus cuerpos. La música, a menudo compuesta con sonidos de agua y naturaleza, se combina con los movimientos para transportar al espectador a un mundo acuático. En sus representaciones, esta coreografía no solo mostraba la habilidad técnica de Nakajima y sus bailarines, sino que también resaltaba la capacidad de la danza para evocar los elementos más básicos y poderosos de la naturaleza.

Otra obra significativa que explora esta conexión es «Kaze no Wa» (Anillo de Viento). En esta pieza, Nakajima capturó la esencia misma del viento a través de movimientos etéreos y expansivos. Los bailarines parecían ser llevados por ráfagas invisibles, sus cuerpos se inclinaban y se estiraban  como ramas mecidas por la brisa. La coreografía jugaba con la idea de la libertad y la fuerza del viento, mientras que la música y la iluminación completaban la experiencia, creando una sensación de inmensidad y movimiento constante.  

En «Hi no Wa» (Anillo de Fuego), Nakajima llevó esta exploración un paso más allá al incorporar elementos de fuego y calor en su danza. Los bailarines danzaban  entre llamas imaginarias, evocando la energía ardiente y la intensidad del fuego. La coreografía jugaba con la dualidad del fuego: su capacidad para dar vida y destruir, para consumir y purificar. En esta coreografía, los movimientos eran más enérgicos y frenéticos, transmitiendo la sensación de calor y pasión. Aquí, Nakajima mostraba su maestría al utilizar el cuerpo humano para encarnar no solo la forma física del fuego, sino también sus cualidades emocionales y simbólicas.

En cada una de estas coreografías, Natsu Nakajima demuestra su habilidad para fusionar el movimiento del cuerpo con elementos de la naturaleza de una manera que es al mismo tiempo poderosa y profundamente conmovedora. A través de sus actuaciones, nos recuerda que, a pesar de todas nuestras diferencias, estamos intrínsecamente conectados con el mundo natural que nos rodea. La danza se convierte así en un medio para explorar esta conexión, para expresar la belleza y la fuerza de la naturaleza a través del lenguaje universal del movimiento humano. En un mundo cada vez más desconectado de lo natural, las obras de Nakajima nos invitan a reconectar con nuestra tierra, a recordar que somos parte de un cosmos vivo y en constante movimiento.