En La Tropa (Aguilar, 2019), Daniela Rea y Pablo Ferri se plantean explorar y, quizá responder, la compleja pregunta “¿por qué mata un soldado?”. Heroico, la recientemente estrenada película de David Zonana, podría ayudarnos también a responderla aunque no sea el interrogante que rige el guion. Mientras Rea y Ferri se concentran en la tropa, es decir “Soldados, cabos, sargentos que habían matado, acusados de hacerlo a sangre fría…” (p. 19), Heroico focaliza a los cadetes del Colegio Militar que, como dice uno de los personajes, “no son rasos”. Desconozco la razón que llevó al director a elegir al Colegio Militar y no a la tropa, pero esta elección tiene, al menos para mí, un camino de llegada a los entresijos de la crueldad.

Los cadetes de nuevo ingreso del Heroico Colegio Militar, “los potros” que vemos en el filme, entran con la esperanza de convertirse en los futuros oficiales del ejército; a decir de Alexis Herrera, candidato a doctor por el Departamento de Estudios de Guerra de King’s College London, “para así iniciar una larga carrera que idealmente los lleva al generalato”. Del Colegio Militar, nos informa el sitio del propio colegio, han salido los secretarios de la Defensa Nacional: “podemos mencionarte que de este plantel egresan los militares que, después de una amplia preparación, logran ejercer el cargo de Secretario de la Defensa Nacional” (Gobierno de México, Información del Heroico Colegio Militar), lo que no es poca cosa.

Aunque intenta abarcar varios aspectos, como las razones por las que un joven querría ser militar, la película se centra en la disciplina que reciben los jóvenes que entran al colegio, plagada de abusos y violencia. No nos toma por sorpresa, o no a todos[i]. Por lo menos desde 2006, cuando se declaró la “guerra contra las drogas” y se desplegó a las Fuerzas Armadas a las regiones más violentas del país y el Ejército en particular se vio inmiscuido en ataques contra civiles, la instrucción militar, la violencia de sus integrantes y la falta de transparencia de la institución en su conjunto comenzaron a llamar la atención de una buena parte de la sociedad y de los medios de comunicación. Sus irregularidades comenzaron a mostrarse. Si bien debo decir que hay otra parte de la población, muy amplia también, que estima a las Fuerzas Armadas como la institución más confiable del país.El Ejército mexicano acarrea una imagen de honor y heroísmo que cunde aún entre la población civil pese a la violencia y la corrupción documentadas hasta la fecha.

Desde mi perspectiva, la propuesta de Heroico esuna metonimia, es decir, muestra al Colegio Militar como parte del todo “Fuerzas Armadas” al que se extiende su representación. ¿La película intenta responder a un contexto que no evidencia, sino que da por asumido: el de la violencia del ejército en sus tareas de seguridad entre civiles desde 2006 a la fecha, y quizá a episodios anteriores como la masacre de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968? No puedo decirlo. Sea cual sea el caso, la elección de los cadetes del Colegio Militar como representación metonímica para configurar en ellos al resto de las Fuerzas Armadas funciona.

Volvamos a la pregunta inicial, ¿por qué mata un soldado, en situaciones que no justifica el combate?  Si consideramos que esta institución se rige por una estricta jerarquización, se puede presumir, como lo hace la película, que la educación que reciben los futuros oficiales será replicada cuando ellos estén al mando de sus propios soldados; esto es lo que vemos, por ejemplo, en la escena en la que Luis alecciona a golpes a su sobrino cuando éste le cuenta su deseo de ser soldado. Se trata de una metáfora poco sutil pero efectiva para entender la premisa del guion: la crueldad es una educación que se recibe de arriba hacia abajo y se replica hasta abarcar a toda la institución, la “militarización” se interioriza y «…existe cierta correspondencia entre el ideal cultural y el poder institucional” (Connel en Karina García-Reyes, The ‘Real Man’ in the Global War on Drugs: Narco versus Militarised Masculinities). Así, se produce un señalamiento de la élite del ejército sin mencionarla. En Heroico, la respuesta a la pregunta de por qué mata un soldado sería porque la violencia es el entrenamiento que recibe de sus superiores. El hostigamiento te convierte en hostigador, si no te quiebra antes.

Masculinidad militarizada

 “Hacerse hombres” es una frase que se escucha más de una vez a lo largo de la cinta, los potros, ante todo, deben construirse como hombres mediante el ejercicio de la crueldad y de este modo alcanzar la cima de la masculinidad militarizada, definida por Maya Eichler como:

“la afirmación de que los rasgos estereotipadamente asociados a la masculinidad pueden adquirirse y demostrarse mediante el servicio o la acción militar, y el combate en particular. Cuando los dirigentes estatales y militares pretenden demostrar su fuerza mediante el uso de la fuerza militar o esperan reclutar a ciudadanos varones apelando a su identidad masculina, están confiando en la masculinidad militarizada y reproduciéndola. Aunque los hombres no son intrínsecamente militaristas, la masculinidad militarizada es fundamental para la perpetuación de la violencia en las relaciones internacionales” (en Karina García-Reyes, The ‘Real Man’ in the Global War on Drugs: Narco versus Militarised Masculinities).

De nuevo, una tesis que para los soldados mexicanos ya plantean Rea y Ferri en su libro: “Ejercer la violencia y la crueldad contra otros se aprende y, casi siempre, este aprendizaje comienza en el cuerpo de uno […] Ulises aprendió a obedecer, a usar su cuerpo como un arma para sobrevivir…” (La Tropa, pp. 120 y 121), exactamente como Luis, nuestro protagonista en Heroico. Que la masculinidad militarizada se logre en el ejercicio de una sumisión radical de los rangos más bajos hacia sus superiores es una paradoja que merece revisión, sin embargo, este no es el lugar para hacerlo.

Esta enseñanza de la crueldad aparece en otros detalles de la película, entre ellos uno llamó mi atención: los sargentos se reúnen en tiempos de descanso alrededor de un teléfono celular a mirar videos de violencia explícita mientras ríen. Exponerse con frecuencia a imágenes de violencia explícita grabada expresamente para su consumo o para la humillación de las víctimas produce, a decir de autores como Ana Arzoumanian, anestesia de los sentidos y anudamiento de la culpa, además de “entrenamiento del ojo al hostigamiento y el terror” (Hacer violencia. El régimen insurrecto en el arte, p. 110). El respeto por la vida ajena se degrada a niveles infrahumanos. Otro ejemplo de cómo la violencia se sale del Colegio Militar una vez que va interiorizándose en el sujeto aparece en la escena en la que Luis y su novia sostienen relaciones sexuales y él, casi de manera inconsciente, comienza a estrangularla: el goce y la violencia se trenzan.

La premisa de Heroico es muy clara: el ejército es violento y vuelve violentos a quienes se integran a él, y su evidencia se despliega con crudeza sin reservarse casi nada. Es aquí donde se configura la crítica que Alonso Díaz de la Vega escribió para Gatopardo. Al tratarse de una película que no se inscribe en una tradición extensa en México, creo que eso se explica. Agregaré sólo un detalle en el que coincido campea una cierta torpeza. Muy al principio, cuando lo conocemos, el sargento Sierra reta a los potros a que alguno de ellos se “eche un tiro” con él, quien se atreva se librará de “los abusos”. Usa la palabra abusos; quien habla aquí es el autor, no el personaje, pues tal como lo ha construido, considero difícil que asuma que su disciplina son abusos o, en todo caso, que lo confiese. La propia Secretaría de la Defensa viene sosteniendo una campaña para limpiar la imagen de las Fuerzas Armadas, por lo que el parlamento está fuera de tono.

Ahora bien, si sobresale un punto flojo en el guion de Heroico, para mí es la presencia de las mujeres cadetes. Aunque es verdad que hace muy poco tiempo se permitió la entrada de las mujeres a las carreras del Colegio Militar, las escasas que aparecen en la película juegan poco o nada en términos dramáticos, a ratos parecieran estorbar la concepción masculina o masculinizada de su autor al grado de que en la escena del “bautizo” de los cadetes el sargento las separa del grupo y no las volvemos a ver. Tendremos que esperar a que vengan directores y directoras que enfrenten las complejidades que la igualdad de género y los feminismos les plantean a los ejércitos del mundo, discusiones profundas y vigentes que se tienen en otras regiones del planeta.

He de destacar el atrevimiento de Zonana con Heroico de mostrar las entrañas de las Fuerzas Armadas mexicanas, tan inexpugnables, tan intocables, y de escrudiñar en lo que estudiosas de las Fuerzas Armadas y las relaciones de género han denominado masculinidad militarizada, aun si la película no se enmarca deliberadamente en este concepto. Educados como estamos en la cinematografía estadounidense, tenemos la impresión de que es común ver al ejército por dentro, pero la filmografía mexicana no es extensa en el tema, además, las Fuerzas Armadas mexicanas no son precisamente conocidas por su disposición a la apertura. Confío en que Heroico abra el camino a otras películas que explorarán y mostrarán en otros rangos creativos y tonos la vida en el ejército, sus relaciones con la vida civil, los costos de su violencia para las vidas de los jóvenes aspirantes y la sociedad en general, lo que de suyo ya es positivo.


[i] Al respecto, Daira Arana comenta en la ponencia “Masculinidad militarizada en estrategias de seguridad en México: https://www.youtube.com/watch?v=dgEE9GMw2oA&t=20s