En un entorno donde el contenido abunda y la atención escasea, la palabra storytelling se ha vuelto omnipresente. La usan las agencias, las plataformas de streaming, los fondos de cultura, las marcas globales, los partidos políticos, los talleres de escritura y  hasta los algoritmos.

Contar historias se convirtió en mantra. Se asumió que con una narrativa potente cualquier proyecto podría sobresalir, conectar y trascender. Y durante un tiempo eso  fue suficiente.

Pero ese tiempo terminó.

Hoy, el simple acto de contar una historia —por emotiva, audaz o técnicamente lograda que sea— ya no garantiza su permanencia en el ecosistema cultural. Mucho menos su financiamiento, su producción o su circulación. Ya no basta con saber narrar. Hay que saber pensar estratégicamente lo que se narra, cómo se construye, para quién existe, y sobre todo: qué lugar quiere ocupar en  el mundo.

Ese es el punto de partida de lo que propongo llamar storystrategy: un cambio de paradigma en la forma en que concebimos la narrativa. No como una pieza suelta de expresión o entretenimiento, sino como un sistema narrativo con identidad, dirección y capacidad de posicionamiento.

¿Por qué hablar de storystrategy?

Porque muchas historias bien escritas, emocionalmente resonantes, técnicamente competentes… no llegan a nada. No porque les falte corazón. Sino porque les falta intención estructural y lectura de entorno.

Hay guiones que emocionan pero no se producen. Proyectos que ganan residencias pero no cruzan la etapa de pitching. Ideas que nacen con fuerza pero se diluyen al no encontrar a su audiencia.

Y eso no es un problema de talento, es un problema de estrategia.

Así como en arquitectura no basta con tener una idea estética, en narrativa audiovisual ya no basta con tener “una historia que vale la pena”. Se necesita una visión ampliada del proyecto narrativo como unidad cultural, simbólica, comunicacional y comercial. Es decir, una historia que se diseñe, se construya, se posicione y se active con criterio.

La narrativa como sistema: cuatro dimensiones

El enfoque de storystrategy se estructura sobre cuatro dimensiones que permiten entender una historia no solo como relato, sino como propuesta integral con capacidad de inserción real en el mercado y la cultura:

1.  Storydesigning: diseñar la identidad narrativa

Aquí la historia se concibe como una entidad con identidad propia. Una marca narrativa. Esto implica definir su tono, su lenguaje, su promesa emocional, su mundo simbólico.

No se trata solo de contar “una historia triste” o “una comedia política”. Se trata de darle una voz reconocible, una personalidad consistente y una experiencia perceptible.

El diseño narrativo permite que una historia se sienta auténtica, incluso antes de ser vista. Aporta coherencia entre guion, tono visual, target y plataforma. Y sobre todo, da una señal clara: esta historia sabe lo que es.

2.  Storybuilding: construir la narrativa como sistema

Una historia no es solo una sinopsis o una escena poderosa. Es una arquitectura narrativa. Desde su universo hasta sus personajes, desde su estructura dramática hasta su potencial de expansión.

Aquí el objetivo es dar solidez, profundidad y continuidad. Pensar en la historia  como una unidad que puede escalar, adaptarse, moverse entre formatos, crecer en nuevas ventanas sin perder su esencia.

El storybuilding permite que una historia no se agote en sí misma. Que tenga continuidad. Que se convierta en territorio narrativo y no en anécdota aislada.

3.  Storypositioning: ubicar la historia en su contexto

No todas las historias deben contarse hoy, y no todas deben competir por los  mismos     espacios.

Posicionar una historia implica leer el mercado, el entorno cultural, la saturación temática, las demandas de las plataformas, las tendencias narrativas y el momento sociopolítico. Es entender qué tipo de historias están siendo producidas, cuáles se están agotando y cuál es la oportunidad de tu proyecto en ese mapa.

También implica responder preguntas clave:

  • ¿A quién le habla esta historia?
  • ¿Desde qué lugar lo hace?
  • ¿Qué espacio ocupa entre otras similares?
  • ¿Qué la hace urgente y necesaria hoy?

El storypositioning no es un ejercicio de marketing frío. Es una lectura narrativa de contexto. Es saber en qué conversación se inserta lo que estás contando.

4.  Storymaking: convertir la narrativa en proyecto

Finalmente, la estrategia debe volverse acción. Aquí es donde se trabaja en la materialización del proyecto: teaser, dossier, carpeta de presentación, tono visual, pitch, enfoque comercial o institucional. Es el terreno donde se articula el lenguaje creativo con las herramientas profesionales.

Muchos proyectos se quedan en una etapa de deseo narrativo. Tienen intención, incluso  belleza, pero no están preparados para el entorno real. El storymaking busca cerrar ese ciclo: transformar la historia en propuesta concreta, defendible y presentable ante plataformas, fondos, públicos o medios.

Una forma de pensar, no una fórmula

Storystrategy no es un método cerrado ni una receta, es una forma de pensar las historias como estructuras con propósito; es una manera de entrenar la mirada, de articular decisiones narrativas con decisiones de diseño, con decisiones de  circulación,        con decisiones de posicionamiento.

Implica aceptar que la historia no es solo lo que se cuenta, sino también cómo se comunica, con qué tono se presenta, en qué momento se lanza y qué promesa le hace al espectador. Y, sobre todo, implica entender que una historia no fracasa solo por su calidad. A veces fracasa porque no se entendió su lugar. Hoy, el creador ya no puede limitarse a escribir, debe saber diseñar, construir, posicionar y activar su proyecto con mirada amplia, herramientas claras y pensamiento estratégico. Porque una buena historia emociona. Pero una historia con estrategia permanece, circula y se vuelve