Too much TV: así lee Nube Roja las palabras inscritas con luz en la piel de Mallory (Juliete Lewis). Nube Roja, personificado por el activista y actor lakota Russell Means, intenta en una ceremonia ritual expulsarles los demonios a los cuerpos asesinos de los protagonistas en la peli Natural Born Killers de Oliver Stone. Y ya: esto lo pongo acá porque esa mucha televisión ha colocado para siempre la imagen de un diablo de la necedad y el merchandising en mi mente: Julio Regalado. Qué asco. Eso es lo que hace con nosotros el espectáculo que no solo regula nuestros bolsillos, sino la manera de medir el tiempo y los acontecimientos acomodados en él. Pero a julio, claro está, se le puede pensar más allá de ello: originalmente al quinto mes del calendario romano, compuesto de tan solo diez meses, se le llamaba quintilis. Fue Marco Aurelio quien, luego del asesinato de Julio César, responsable de cuadrar las discrepancias astronómicas del antiguo calendario, consiguió la aprobación del senado para que al mes se le diera el nombre de lulius en su honor. Marco Aurelio, aquel mismo que ha dicho en sus meditaciones: “No te arrastren los accidentes exteriores; procúrate tiempo libre para aprender algo bueno y cesa ya de girar como un trompo. […] Porque deliran también, en medio de tantas ocupaciones, los que están cansados de vivir y no tienen blanco hacia el que dirijan todo impulso y, en suma, su imaginación”.Acá, pues, una selección de blancos fallidos (y otros no) para los impulsos de julio.

1.- No dejemos atrás el asco por la burocracia, celebrando el natalicio de Kafka

Los abatidos dirían que la burocracia es necesaria, preguntando con sorna si tenemos mejores propuestas para organizar las cosas. No debemos dejarnos convencer por sus estrategias vampíricas de adaptabilidad regulada. Aunque, claro, si es que hubiese necesidad tramitológica, el asco podrá llevarse en silencio, como un luto interior. Porque, se entiende el doblez del ciudadano ante la autoridad cuando debe obtener algo a costa de su seguridad o peligro de muerte —un paso antes de lo que Agamben ha llamado nuda vida, que implica el despojo absoluto de toda protección—. Por ello, todos hemos terminado formándonos sumisamente en interminables filas y sufrido lo mismo que Joseph K. cuando en la novela El proceso recorría los laberintos con rumbo impreciso hacia la regulación del micro-poder en un escritorio más. Así pues, redobles ante el nacimiento de un autor sibilino: Kafka lo hizo, quizá contra su voluntad, el 3 de julio de 1883. La fantasmal ciudad de Praga fue su cuna, repleta de puentes desde los cuales puede verse correr el Moldavia. Yo compré libritos guía y souvenirs en el lugar que fue el estudio de nuestro celebrado, al pie del Castillo de Praga. Ahí Kafka escribió un tiempo, subvencionado por su hermana —aún conservo un pin que adquirí en el lugar, con su efigie de bombín en alto contraste—. Pero, más allá de la bisutería, no olvidar que Kafka señala el tormento en el que la adaptabilidad moderna nos tiene perdidos desde hace siglos: un deambular en busca de la aprobación de un ogro invisible cuya jurisdicción puede convertirnos en perseverantes adoradores del absurdo.

2.- Antes que la última serie de la temporada, cine de los pueblos originales

Las plataformas de streaming tienen pocas cosas que valgan la pena. Pero me explico: acá valer la pena no es empleado tan abiertamente. Y es que hay una cierta penuria en intentar descifrar una trama narrativa en ellas, que al final no termine por encontrar un desenlace frustrante. El relato del mercado nos envuelve con un efectismo sobreestetizado para hacernos seguir enganchados al argumento como a una droga dura. Y, por más que sea evidente, un dealer proactivo siempre prometerá nuevas experiencias en el empleo de su misma sustancia rebajada. No voy a hablar de las mías que, seguramente, no coincidirán con las mil y una opiniones que habrá de los matices narrativos de muchas series “buenísimas”. Solo diré… ¿eso es todo amigos? Por supuesto que no, si lo ponemos en términos de aquello que puede enseñarnos lo otrx, y no lo mismo: lo que llamamos “cultura” es solamente el hilacho de una gran madeja invisibilizada que, sin embargo y por fortuna, sigue existiendo. Veamos acá: el 6 y 7 de julio en el Zócalo de Ciudad de México y del 8 al 14 de julio en la Cineteca Nacional de las Artes se proyectarán películas realizadas por comunidades indígenas y afrodescendientes. Pero mal haríamos en ir hacia ellas pensando en lo pintoresco, sin advertir que acercarse a tales maneras de narrar es darle sentido al ejercicio de una memoria alterna que prevalece hasta la fecha en los muchos otros pueblos. Por algo siguen aquí aún. Y acá se puede descargar la programación completa: QR (imcine.gob.mx)

3.- Peleemos contra las leyes, aunque las leyes ganen.Día del Abogado el 12 de julio

Desde la infancia, los árboles ya venían torcidos. Y, a punta de garrotazos o de convencimiento positivo, la bestia original, amante del sol, terminó por doblegarse. Pero, peleamos, al Demiurgo gracias. Por eso, gran lección en una frase tan sencilla enunciada en la conocida canción de The Crickets I fought the law, mil veces covereada: Breakin’ rocks in the hot Sun / I fought the law and the law won [“Rompiendo rocas en el sol caliente / luché contra la ley y la ley ganó”]. Por ello, pienso que el abogado —palabra que viene del latín advocatus, que puede traducirse como “llamado de auxilio”—, posee un doblez interesante, si nos fijamos en que los principios de las leyes dependen de necesidades que las condiciones contextuales hicieron imaginar como irrevocables, aunque tengan su real medida en la arbitrariedad con la que han sido edificadas, como ocurre con el lenguaje mismo. Justo por eso, no necesariamente habrá que vilipendiar su figura profesional, pues un abogado que conozca dónde está el origen de aquello por lo cual intercede, podrá también convidarle a los desposeídos el conocimiento de las reglas no confesas usadas por el poder. Es decir, de su condición de verdad. Entonces, lo que puede estar en el tintero a la hora de recordarles es algo como lo que ya decía Foucault en su “Curso del 14 de enero de 1976” respecto al poder y a la ley que lo sustenta: “En la práctica, lo que hace que un cuerpo, unos gestos, unos discursos, unos deseos sean identificados y constituidos como individuos, es en sí uno de los primeros efectos del poder. El individuo no es el vis-a-vis del poder; es, pienso, uno de sus primeros efectos”.

4.- 17 de julio, Día del Emoji (o de su tergiversación, por favor)

No nos sorprende ya nada, claro. Nacimos con la inocencia extraviada: podemos imaginar el Día del Cayo de Hacha, seguido del que celebra al cayo pedicuro. El del emoji es también una graciosidad inventada por Jeremy Burge, quien se armó una página web llamada Emojipedia. Hasta que la ocurrencia comenzó a tomarse como punto de referencia internacional para conmemorar la creación de este nuevo lenguaje de las redes. Pero ¿qué habrá de celebrarse, más allá de la aparente simpleza que implica cada uno de ellos? En todo caso, puede tratarse del potente negocio de la cultura, capaz de mover una gran cantidad de voluntades sígnicas para que los sucesos aparenten una cierta mejora. Cosas de la producción, y de los fenómenos aglutinantes del significado… Aunque debo decir que yo siempre he defendido la existencia de los emojis, pues intento con cierto esfuerzo —pero sin forzamientos— no ser un conservador que se parapete detrás de argumentos positivistas básicos. Y es que creo que los fenómenos masivos son tsunamis ante los cuales no solo queda dejarse llevar por la corriente, sino también guarecerse con protecciones anti-dispositivos de resistencia en busca de mejores climas. Por ello, si hay un día del emoji, eso no quiere decir que se les deba venerar pasivamente. Luego, pensar en emojis no reverenciales al significado —malditos, incomprensibles o demasiado complejos como para ser descifrados por el mecanismo—, es lo que tocaría para intentar evadir el neo-lenguaje orwelliano que, sin duda, representan. Y, pensando en ello, creo que sería muy interesante fundar también un Día del Sticker, que es una suerte de emoji hiperdetallado y democrático que me parece más redimible.

5.- ¿Dónde están los amigos de verdad? La amistad más allá de la ONU Estas celebraciones posicionadas por la ONU son, por supuesto, siempre sospechosas. ¿El Día de la Amistad un 30 de julio? ¿No estaba ella ya contemplada en el del amor del 14 de febrero? ¿Qué necesidad? En su portal, la justificación repite un lugar común con el que, a primera vista, pocos podrían estar en desacuerdo: “Nuestro mundo hace frente a muchos desafíos, crisis y fuerzas divisorias —pobreza, violencia, violaciones de los derechos humanos— que amenazan la paz, la seguridad, el desarrollo y la armonía social entre los pueblos del mundo y dentro de sí mismos. Para abordar estos problemas, es necesario atajar las causas que los provocan, fomentando y defendiendo la solidaridad, que puede manifestarse de muchas maneras, como por ejemplo, la amistad”. “Solidaridad”, dicen: ya se presiente otra chabacanería, porque, por ejemplo, puedes palmearle solidariamente la espalda a tu cuate para que se sienta reconocido en medio de la tormenta, y a la vez dejarlo afuera de tu casa mientras llueve, sin hacerlo pasar para que se seque y guarezca. Vamos a ponerlo claro: ¿por qué la ONU no reconoce el derecho de Palestina a ser parte del organismo? Ahí está: seremos solidarios, pero no vamos a saltarnos las trancas de las presiones políticas por muy “amiguis” que seamos. Eso no es amistad. Montaigne, en uno de sus ensayos llamado “De la amistad” pone claro, en este mismo sentido, lo que para él no lo es: “Eso que solemos llamar amigos y amistad no son sino vínculos trabados por mor de algún interés o a causa del azar, a través de los cuales nuestras almas se relacionan entre sí”. Para él una amistad verídica es otra cosa: la igualación de las almas, dicho así, en los términos del siglo XVI. Una posible actualización de ello es lo que un filósofo contemporáneo (Peter Pál Pelbart) llama la “contigüidad de velocidades”, que implica la interlocución en una igualación de las energías y su entendimiento en la celebración de las diferencias. Así, más allá de ponerlo en un calendario, celebremos la verdadera amistad en la alegría de contar con lxs otrxs, más allá de la transacción política o la conveniencia utili