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El 27 de enero me enteré de tu muerte,

la noticia apareció en mi feed,

como casi todo,

por algún algoritmo del cual no tengo idea.

Tu muerte me hizo recordar a Copito de nieve,

un primo albino tuyo de Barcelona,

del que me acuerdo cada tanto,

cuando veo al horizonte

y quiero olvidar el tiempo.

Al leer el titular:

“Muere Ozzie, el gorila macho más longevo del mundo”

Inmediatamente me quedé pensando:

¿Qué van a hacer con tu cadáver?

¿Qué rituales tendrán tus congéneres?

¿Cuáles fueron las causas de tu muerte?

¿Cuántos años tenías?

Tras tu muerte

recordé a mis muertos,

a tus muertos,

a nuestros muertos,

a los más de 36 mil muertos

que no tuvieron funeral,

que, como mi padre,

tuvieron que ser cremados

solos

bajo medidas especiales

 y

ningún ritual.

2

Ozzie,

me enteré que,

al igual que a mi padre,

hace un año te dio COVID

junto con 12 compañeros,

pero ustedes salieron avantes,

quizá,

por esa pequeña diferencia

entre tu especie y la nuestra,

en la que, según los genetistas,

nosotros tomamos ventaja.

(El chiste se cuenta solo.)

El motivo de tu muerte

es aún desconocido,

se especula,

como si se tratara de una película,

que tu muerte fue de amor:

que tras la eutanasia de Choomba,

tu compañera de 59 años

desde hacía 15,

dejaste de comer y beber.

Mi padre no era tan romántico

como yo te imagino,

pero sí era buen compañero,

Desde hace 15 años también,

compartía todo el tiempo con mi madre

y tras una serie de acoplamientos,

comenzaron a ser inseparables;

si bien no jugaban en el pasto

como te imagino con Choomba,

sí se acompañaban a las consultas médicas,

a viajar y, disfrutaban de una tarde tirados en el sillón.

Pero te confieso que lo que más gozaban,

y en eso sí eran más románticos,

era bailar juntos,

no había canción que dejaran pasar

y, cuando los veía mirarse a los ojos,

el mundo brillaba.

3

En los pocos videos que existen sobre ti

te veo corriendo por tu jaula,

“jugar” con una computadora

Y

 (en eso me disculpo)

hacer algunos experimentos “humanos”,

pero los que más me emocionan

son los de tus fiestas de cumpleaños.

A mi padre también le gustaban las fiestas,

cada año, en septiembre,

el mundo se trasformaba.

Su rostro cobraba una energía

capaz de encenderlo todo;

se mudaba a su infancia,

se trasformaba en vida.

Antes de esta continua muerte,

antes del aséptico encierro,

antes de la nuda vida,

antes de la orfandad,

celebró su cumpleaños 70.

(Amén)

 4

Ozzie,

te confieso que

hasta hace muy poco

sabía de ti;

de haberte conocido antes,

en los 80,

cuando tenía 8 años,

y tú llegabas a América,

hubiera ido a Atlanta

a llevarte coles y naranjas.

Te hubiera gritado

(en español)

y seguro

me habría emocionado

como ahora que te imagino.

Me hubiera sorprendido tu tamaño,

tus 160 kilos,

tus ojos grandes,

tus profundos pensamientos.

(sin duda habría intentado

comunicarme contigo

telepáticamente.)

5

Ozzie,

me hubiera gustado conocer a

Kuchi,  Kekla, Stadi y Charlie,

 a Lulu,  Andi y Floyd,

tu familia directa

que,

como nosotros,

mi familia,

estarán ahora muy tristes,

pensando,

desde sus habitaciones,

en tu caminar,

en tus gestos,

en tus conversaciones,

en tu mirada,

 en tu calor,

en tu fuerza,

en tu risa.

Ozzie,

te moriste,

no sé si ya querías morir

o simplemente te moriste,

Pero quizá, y solo quizá, estuvo bien que lo hicieras.

Ahora los rusos están invadiendo Chernóbil

y el horizonte se vislumbra incierto.