La participación de las mujeres en el movimiento muralista mexicano, que inició en el Colegio de San Ildefonso en la década de 1920, fue limitada porque contó con pocas oportunidades para ellas, pues tuvieron que enfrentarse a la misoginia estructural que la Revolución Mexicana no pudo resolver.

El caso más emblemático ocurrió cuando Javier Rojo Gómez, entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, le encargó a la pintora María Izquierdo realizar un mural en el antiguo Palacio del Ayuntamiento. En ese espacio de más de 150 m2, Izquierdo proyectó los bocetos de su obra titulada El progreso de la Ciudad de México. Ya hechos los planes para desarrollar la obra, Rojo Gómez canceló el contrato por consejo de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, quienes argumentaron que Izquierdo no contaba con la experiencia de trabajar al fresco, lo cual era necesario para lograr una tarea de esas dimensiones. Rojo Gómez le propuso a Izquierdo otros espacios mucho más pequeños, pero ella los rechazó.

Este lamentable pasaje de la historia del movimiento muralista mexicano retrata, sin duda, la segregación que tuvieron las mujeres para ocupar los espacios públicos de la misma forma en que lo hicieron Rivera, Orozco y Siqueiros. Sin embargo, mujeres mexicanas como Aurora Reyes y Elena Huerta, la polaca Fanny Rabel, la guatemalteca Rina Lazo y las hermanas estadounidenses Marion y Grace Grenwood, entre otras, tuvieron una participación destacada; cada una de ellas enfrentando problemáticas particulares en las que el género siempre estuvo presente como un obstáculo.

María Izquierdo

Trabajo en México

A diferencia de María Izquierdo, las hermanas originarias de Brooklyn, Nueva York, Marion y Grace Greenwood, tuvieron una acogida calurosa por parte de los artistas que estaban trabajando de lleno en los proyectos del muralismo. Marion llegó a México en diciembre de 1932, de la mano de Josephine Herbst y John Hermann; mientras que Grace lo hizo un año después. Ambas se sintieron atraídas por la historia y raíces que caracterizan a la población mexicana, particularmente, el indigenismo, apreciado, desde su perspectiva, como algo exótico que tenía que ser visto, estudiado, retratado y digno de conservación, al menos desde la lectura del estadounidense que quería separarse de la tradición europea con que concebía el arte.

Llegar a México representaba una gran oportunidad para quienes iniciaban una carrera artística en donde muy pocos extranjeros habían incursionado; además, era una experiencia contrastadora con la oportunidad de ser testigos de la construcción de un proyecto nacional surgido de una revolución que llevaba apenas una década de haber concluido. Durante la década de los veinte, Taxco, Guerrero fue un lugar que acogió en sus calles y callejones empedrados a escritores, políticos y artistas nacionales y extranjeros interesados en observar y convivir con el mundo rural indígena mexicano, con las diferentes prácticas características del comercio en los mercados al aire libre, los trabajos de orfebrería, así como la vida religiosa que se desarrollaba en la imponente parroquia de Santa Prisca y San Sebastián (impresionante obra barroca de la arquitectura del siglo XVIII).

El hotel taxqueño, propiedad de los estadounidenses Sutherlands, acogió en sus paredes el primer mural al fresco pintado por una mujer en México: Marion Greenwood. Aunque años antes, Ione Robinson e Isabel Villaseñor, asistieron a Diego Rivera y a Alfredo Zalce, respectivamente, en diferentes trabajos, no se había realizado un proyecto pensado, boceteado, coordinado y ejecutado en su mayoría por una mujer. Los propietarios del hotel le dieron los materiales y las facilidades a Marion para ejecutar la obra, mas no un pago económico por su trabajo: el acuerdo fue dotarla de alimentos y hospedaje mientras durara la realización del mural, a lo que ella accedió sin problema.

Marion Greenwood (1940)

Mercado en Taxco fue el título que llevó el mural de 6 m2, ahora el hotel es el Colegio Centro Cultural y Acción. La pintora fue apoyada y asesorada por Pablo O’Higgins, Ramón Alva Guadarrama, Josephine Herbst y John Hermann. En este mural al fresco, Marion resaltó las características físicas de los indígenas y campesinos de Taxco, quedaron fuera las hoces y los martillos, así como cualquier elemento recurrente que caracterizaba a las obras de Rivera, Orozco y Siqueiros. La misma Marion reconoció que su formación ideológica era muy incipiente y que incluir esas referencias comunistas sería una acción forzada; además, al ser un mural dentro de un hotel cuya clientela era, en su mayoría, extranjera, el recurrir a una temática descriptiva del entorno como el mercado al aire libre, era la mejor opción.

Meses después de haber terminado con éxito su trabajo, Marion conoció a Gustavo Corona Figueroa, rector de la Universidad Michoacana, quien le ofreció pintar un mural en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo. A cambio, la artista tendría cubierta su estancia en Pátzcuaro y los materiales necesarios para su trabajo; sin embargo, una vez más el pago de honorarios no fue incluido. Marion pasó el verano de 1933, boceteando y familiarizándose con las actividades de los indígenas purépechas, la pesca, la alfarería de barro, el tejido de redes y la siembra. Estos elementos le ayudaron a configurar, meses después, lo que sería su obra Paisaje y economía de Michoacán.

Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo

A diferencia de su primer mural en el hotel (lugar privado), Marion se enfrentó a diversas dificultades propias de la actividad política de la región, así como de la misma dinámica del movimiento muralista. Debido a su corta experiencia, los más de 70 m2 que no se comparaban con los 6 m2 que había hecho con anterioridad, la hicieron dudar respecto al tema más adecuado para pintar, pues podría no ser aceptado por la comunidad escolar, que en ese momento se movilizaba en contra del rector. Otro de los temores fue que, al terminar el trabajo, los estudiantes borraran el mural, como ya había sucedido años atrás tanto en San Nicolás como en San Ildefonso, en la Ciudad de México.

Marion sintió esa hostilidad durante su estancia en el Colegio de San Nicolás, no sólo por parte de los estudiantes, sino por los grupos conservadores externos que no estaban de acuerdo con que una mujer —y menos una mujer extranjera— pintara un edificio tan significativo, así como el hecho de que vistiera pantalones vaqueros y participara en roles que, en ese momento, se consideraban exclusivos de los hombres. De igual forma, enfrentó el acoso sexual de funcionarios y un sinfín de individuos que le lanzaban improperios mientras subía y bajaba de los andamios.

Por fortuna, las cosas cambiaron cuando sus bocetos fueron aprobados por el secretario del rector y una comisión de estudiantes que dieron el visto bueno. Semanas después, en la gira de campaña por la presidencia, el general Lázaro Cárdenas visitó el colegio y conoció a Marion, reconoció su labor y al ver que había representado a indígenas purépechas en sus actividades cotidianas, la felicitó y la alentó para que concluyera su trabajo.

Antes de terminar Paisaje y economía de Michoacán, Marion se reencontró con su hermana Grace en Morelia e iniciaron un proceso de enseñanza sobre el trabajo al fresco, con ayuda de Pablo O’Higgins. El rector Corona ofreció a Grace un pequeño espacio vertical en el museo regional michoacano, que se localizaba en el mismo conjunto arquitectónico. Ella desarrolló bocetos con la temática de los trabajadores y su relación con las máquinas en el mundo capitalista y, después de un mes, en enero de 1934, hizo entrega de su obra: Hombre y máquina.

Hombres y máquinas

Meses después, O’Higgins invitó a las hermanas Grenwood a participar en los murales que se realizarían en el antiguo Mercado del Carmen, rebautizado como Presidente Abelardo L. Rodríguez, en ese momento, el segundo más grande de la Ciudad de México. Este mercado estaba concebido como un centro de abastos que a la vez fungiera como centro cultural, con servicios para sus locatarios y visitantes: contaría con guardería, biblioteca y espacios para salas de usos múltiples. Todo ello adornado por murales que, en primera instancia se le habían solicitado a Diego Rivera; sin embargo, el pintor rechazó la oferta por su labor en curso en el Palacio Nacional, pero acordó supervisar y coordinar los trabajos.

Durante su participación en el proyecto, Marion y Grace Greenwood compartieron muros al lado de los apodados “los dieguitos”: Pablo O’Higgins, Antonio Pujol, Ramón Alva Guadarrama, Pedro Rendón, Ángel Bracho, Raúl Gamboa, Miguel Tzab y el japonés Isamu Noguchi. Si bien la elaboración de los murales estuvo plagada de retrasos en los pagos, cuestiones burocráticas, peleas y conflictos entre los artistas, las hermanas contaron con un espacio muy importante para desarrollar sus trabajos, en el caso de Marion: Los alimentos y su distribución sobre el Canal de la Viga y La industrialización del campo; en cuanto a Grace: La minería, y en conjunto realizaron ¡Trabajadores de todos los países uníos!

La industrialización del campo

Los murales de las hermanas Greenwood en el mercado Abelardo L. Rodríguez estuvieron cargados de elementos más apegados a los que Rivera estaba acostumbrado: la representación de la contradicción capital-trabajo, en sus diversas expresiones y sus diversos personajes. Obreros fabriles, mineros, cargadores, capataces, administradores, mendigos, policías, militares, capitalistas, cruzados por consignas contra el fascismo y el imperialismo.

Después de su destacada participación, las hermanas buscaron otros espacios para intervenir, pero ya no consiguieron más asignaciones. José Clemente Orozco les aconsejó que regresaran a Estados Unidos y así lo hicieron en 1936. En su país participaron en el Proyecto de Arte Federal de la Works Progress Administration (WPA) e impulsado por el famoso New Deal; en el Treasury Relief Art Project, que consistía en la creación de murales en lienzos para conjuntos habitacionales de los trabajadores del astillero en Candem, Nueva Jersey, entre otros. Con el tiempo, la carrera de Marion tuvo más exposición y reconocimiento gracias a sus viajes por diversas partes del mundo y su trabajo como corresponsal de guerra.

Así, a lo largo de dos años, las hermanas Greenwood realizaron siete frescos y se convirtieron, sin proponérselo, en las primeras mujeres extranjeras en participar directamente en el movimiento muralista mexicano. Retrataron al México rural, campesino e indígena desde su visión de mujeres extranjeras; compartieron y abrazaron las reivindicaciones de la clase trabajadora e hicieron suyas las consignas antiimperialistas y antifascistas antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Atestiguaron cómo era la vida de la mujer mexicana en una sociedad machista, religiosa y conservadora, contrastándola con sus orígenes y su formación y mostraron que pintar al fresco no era cosa exclusiva de hombres; una dura y buena lección que debe ser recordada.

Los alimentos y su distribución sobre el Canal de laViga

Referencias

Pérez Aguirre, Dulze María, 2024, “La obra mural de Marion y Grace Greenwood en Estados Unidos (1930-1950)”, Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, núm. 80, julio-diciembre 2024.

     https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-719X2016000100177 (Consultado el 6 de marzo de 2025).

Oles, James (2000). Las hermanas Greenwood en México, México, Círculo de Arte, Conaculta.

Rodríguez, Ali (17 de julio de 2024). “María Izquierdo, la pintora que Diego Rivera y Siqueiros dejaron fuera del muralismo”, en El Sol de México, México. Disponible en https://oem.com.mx/elsoldemexico/cultura/maria-izquierdo-la-pintora-que-diego-rivera-y-siqueiros-dejaron-fuera-del-muralismo-13080869 (Consultado el 6 de marzo de 2025).

Tagle Cruz, Ana Laura (2 de diciembre de 2020). “La historia del mural de María Izquierdo que fue bloqueado por el machismo de Rivera y Siqueiros”, en La Crónica, México.  Disponible en

https://www.cronica.com.mx/notas-la_historia_del_mural_de_maria_izquierdo_que_fue_bloqueado_por_el_machismo_de_rivera_y_siqueiros-1171335-2020.html#:~:text=Cultura-,La%20historia%20del%20mural%20de%20Mar%C3%ADa%20Izquierdo%20que%20fue%20bloqueado,machismo%20de%20Rivera%20y%20Siqueiros

https://circuitofrontera.com/2024/07/08/paredes-y-mujeres-arrinconadas-en-la-historia/ (Consultado el 6 de marzo de 2025).

Schuessler,Michael K. (1 de abril de 2017). “Marion Greenwood: la primera muralista extranjera del México posrevolucionario”,en nexos, México. Disponible en

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