María Zambrano es una de las figuras más relevantes de la filosofía española del siglo XX y una voz fundamental en la exploración de temas de subjetividad, libertad y espiritualidad. Aunque no se la reconoce ampliamente como una teórica feminista en el sentido moderno, su obra ha inspirado profundamente a pensadoras que buscan redescubrir la experiencia femenina desde perspectivas filosóficas. A través de su búsqueda de una «razón poética», Zambrano reconfigura la relación entre razón y emoción, otorgando un lugar central a la intuición, lo cual resonó con las luchas feministas por visibilizar experiencias tradicionalmente relegadas al ámbito de lo «femenino». Este año la filósofa España cumple 120 de su nacimiento por lo que en las siguientes líneas exploraremos algunos de los aspectos fundamentales del pensamiento de Zambrano y su influencia en el feminismo contemporáneo, así como el modo en que su filosofía ha ampliado la comprensión de la subjetividad femenina en la teoría crítica y filosófica.

Zambrano propone una forma de conocimiento que denominó «razón poética», una categoría que busca ir más allá de la razón instrumental, rescatando la intuición, los sentimientos y la mística como formas válidas de acercarse a la verdad. Esta postura desafía la estructura patriarcal del conocimiento, la cual ha priorizado la racionalidad como el único medio de conocimiento válido. Para Zambrano, la razón poética es una forma de reconciliar lo racional con lo emocional, trascendiendo la dualidad tradicional que ha definido y marginado a las mujeres como sujetos «irracionales» o «emocionales». Como sostiene ella misma, «la razón es ordenadora, pero el amor creador» (Zambrano, 2002, p. 48), con lo cual su filosofía reivindica una comprensión integral de la experiencia humana en la que el amor y el pensamiento se complementan.

La razón poética ha sido de gran interés para la teoría feminista, especialmente en su crítica a los modos de conocimiento que perpetúan estructuras de poder opresivas. Teóricas feministas como Luisa Muraro y Adriana Cavarero han señalado la importancia de Zambrano para un feminismo que busca no solo la igualdad formal, sino una transformación epistemológica que integre las formas de saber y de sentir tradicionalmente femeninas (Muraro, 1991). Esta crítica a los modelos racionalistas abre el espacio para un feminismo que, valida otras formas de conocimiento, empoderando a las mujeres al no reducirlas a meras figuras dentro de un sistema masculino de pensamiento.

Otro de los temas esenciales en Zambrano es su exploración de la mística, un terreno que ha sido históricamente feminizado y menospreciado en el ámbito académico. Para Zambrano, la mística no es un simple refugio de irracionalidad, sino un espacio de resistencia y transformación. En Claros del bosque (1977), describe la mística como un camino de autoconocimiento en el que el sujeto se enfrenta a su vulnerabilidad y renace a través de la experiencia espiritual. Este proceso de «renacimiento» —un concepto recurrente en la obra de Zambrano— ha sido interpretado por pensadoras feministas como una metáfora de la emancipación femenina y del surgimiento de una identidad que se define a sí misma al margen de las imposiciones sociales (Zambrano, 1977, p. 93).

Zambrano, a diferencia de los pensadores tradicionales, no interpreta la mística como una forma de sumisión, sino como un proceso activo de resignificación y autodescubrimiento. Según Zambrano, la mística se convierte en una forma de resistencia a la alienación patriarcal, ya que permite al sujeto femenino encontrarse a sí mismo en un espacio más allá de las limitaciones culturales impuestas. Esta noción de la mística como resistencia ha sido retomada en el feminismo contemporáneo, donde se exploran las prácticas espirituales y de autoconocimiento como estrategias de empoderamiento y resistencia ante estructuras de poder opresivas (Weil, 2000).

Otro aspecto crucial de la relevancia del pensamiento de Zambrano en el feminismo es su experiencia como exiliada. Para Zambrano, el exilio es una experiencia radical de desarraigo, un espacio liminal donde el sujeto se confronta con su propia vulnerabilidad. Su exilio durante el franquismo le brindó una perspectiva única sobre la opresión y el desarraigo, convirtiéndose en una metáfora poderosa para pensar la situación de las mujeres en un sistema patriarcal. En palabras de Zambrano, el exilio es «la única patria posible para quien ha sido despojado de todo» (Zambrano, 1989, p. 130), y es justamente esta condición de marginación lo que le permite a la mujer cuestionar y resistir las normas impuestas.

Para el feminismo, esta imagen del exilio ha sido especialmente útil. En efecto, muchas teóricas feministas han adoptado el exilio como metáfora para expresar la alienación de la experiencia femenina en un mundo diseñado por y para los hombres. La experiencia de ser «exiliada» en su propio entorno se convierte en una forma de entender la opresión de género y la lucha por un lugar en el ámbito público. Las ideas de Zambrano sobre el exilio han encontrado resonancia en la obra de feministas como Julia Kristeva, quien describe a la mujer como un «sujeto nómada» (Kristeva, 1986), descentrado en la sociedad patriarcal y en constante búsqueda de su identidad propia.

A pesar de no identificarse abiertamente como feminista, el pensamiento de Zambrano ha tenido una repercusión profunda en la filosofía y teoría crítica feminista. Sus reflexiones sobre la subjetividad, el exilio y la mística han proporcionado una base filosófica para repensar el lugar de las mujeres en la cultura y en el conocimiento. Además, la manera en que desafió las dicotomías tradicionales —como razón/emoción o sujeto/objeto— ha inspirado a muchas pensadoras feministas que buscan deconstruir las estructuras binarias de pensamiento que sustentan el patriarcado.

El legado de Zambrano es particularmente relevante hoy en día, en un contexto donde el feminismo continúa explorando formas de resistencia que desafíen el modelo racionalista y jerárquico del conocimiento. Su insistencia en la importancia de una «razón poética» y su defensa de la subjetividad en todas sus dimensiones desafían las categorías rígidas del pensamiento tradicional y ofrecen al feminismo contemporáneo una filosofía transformadora y liberadora.

Así, Zambrano no solo ofrece un marco conceptual para repensar la subjetividad femenina, sino que también invita a una reconfiguración del pensamiento que integra y da valor a la experiencia, la intuición y el afecto. En un contexto donde el feminismo continúa luchando por la inclusión y reconocimiento de diversas formas de ser y conocer, la obra de Zambrano se convierte en una fuente inagotable de inspiración y resistencia.

Referencias

Kristeva, J. (1986). Powers of Horror: An Essay on Abjection. New York: Columbia University Press.

Muraro, L. (1991). La saggezza di partire da sé. Milán: La Tartaruga.

Weil, S. (2000). La gravedad y la gracia. Madrid: Ediciones Trotta.

Zambrano, M. (1977). Claros del bosque. Madrid: Siruela.

Zambrano, M. (1989). El hombre y lo divino. Madrid: Siruela.

Zambrano, M. (2002). La razón en la sombra: Antología del pensamiento de María Zambrano. Madrid: Editorial Trotta.