0.- Borrón y cuenta vieja

Las peores infamias han sido calladas en nombre de la Navidad. Las reuniones a las que convoca ocurren en el contexto de los desastres sucedidos a lo largo del año, muchos de los cuales ya no se pueden ocultar. Y, para cierto cinismo deportivo, aquello incluso llega a ser irrelevante o hasta divertido. Pero hay otras que sencillamente no se confiesan. ¿Habría que hacerlo? Es como Trump bailando al ritmo de Village People en el sorteo del mundial el pasado 5 de diciembre, mientras ha sido acusado de pederastia y su gobierno ha destinado alrededor de 21.700 millones en ayuda militar a Israel desde el inicio de la guerra en Gaza. De ahí los desfiguros, mismos que revelan la máscara “buena” detrás de la que el mal verdadero se esconde.

Hace poco a alguien le repetía un socorrido lugar común, refiriéndome a mi padre fallecido a principios de este año, sobre cómo ciertas personas utilizan el alcohol para acallar los dolores. E hice énfasis en la palabra ciertas, porque yo, a pesar de haber cometido desfiguros gracias a la embriaguez —lo que puede sin duda señalar variopintas afectaciones acumuladas—, he también empleado el hechizo alcohólico para bailar de felicidad. Y eso lo he experimentado muy claramente en la Navidad-natividad cuando para escapar de las necedades discursivas que se sirven en la mesa, me dirigía al reproductor de música con el fin de autonombrarme dj de la noble celebración familiar y ponerme a mover el cuerpo airadamente. La fiesta sagrada puede ocurrir en cualquier lado, claro, y si bien no será del todo apta para expiar culpas o resolver el hartazgo, parece ser más efectiva cuando tiene lugar a orilla de los abismos, y no en el pleno centro del mal. Así pues, aunque tengo un par de navidades memorables que me hacen atender estas fechas con expectación, lo que realmente me divierte de ellas son las mil formas coloridas de los actos microsacrificiales que componen el día a día de nuestras mundanas existencias. Eso me hace situarme muy lejos ya del intento artificioso de ahorrármela —un clásico del racionalista miope que porta con orgullo su animadversión, pero no repara en que todos sus actos, hasta el más sencillo deglutir de un pollo o la elección del color de calcetines, implica más o menos el mismo tipo de energías simbólicas—.

1.- La FIL, una y otra vez (+ 3 cosas a destacar)

Va a suceder otra vez —dice Jonas Kahnwald, el eterno viajero de la serie Dark—. Algo parecido me ocurre con esta que llaman “la feria más importante del mundo de habla hispana”. Claro, cuando se trata de las cosas del mercado, suelen hacerse tales comparaciones grandilocuentes. Yo desconfío de los elogios que corren como el fuego en cabezas de cerillo recargadas unas con otras. Y, claro, con los temas de la edad que avanza, las cosas ya no son tan inmediatas y, más allá de un sano reparo, puedo sin embargo entender la algarabía. Porque sí: algo extraño pasa con el hipnotismo colectivo, pues sea como sea, la magia parece finalmente volver a ocurrir. Ya lo decía arriba sobre la Navidad, y lo digo ahora respecto a esto. Es cierto que, como fenómeno cultural, el hecho de juntar a tantas editoriales y autores en un mismo sitio ya dice mucho. Vuelve a ocurrir, como todo ciclo que obedece a fuerzas que superan razones simples. Nietzsche, por ejemplo, menciona la posibilidad de abrazar la vida, a pesar de que sepamos que es vana y que va a reproducir muchas de las cosas que ilusoriamente imaginamos únicas. Más acá de un más allá, el mundo ocurre para un presente de espejismos que los libros rescatan muy bien. Aunque, siempre habrá que recordarlo, la maravilla —¡maravilla!— pasa también lejos de los centros… ¿Tres cosas a destacar de esta FIL?:

  1. Lo que dijo Amin Maalouf en la inauguración en la que se le entregó el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2025: «La literatura es actualmente más indispensable que en ninguna otra época de la historia humana, porque es a ella, es decir, a todos nosotros, a quien le corresponde reparar el presente e imaginar el futuro».
  2. En la mesa “Democracia y crisis civilizatoria: territorios, pedagogías y mundos posibles” llevada a cabo el 30 de noviembre, Rita Segato mencionó: «Un gran error del feminismo es tratar la violencia contra las mujeres como defectos morales de los hombres, como problemas del libido o del deseo, cuando en realidad se trata de una orden de poder: la del patriarcado».
  3. Y una perla, mencionada por Javier Cercas en el pabellón de Barcelona, que fue la ciudad invitada de honor: “la literatura de verdad nunca proporciona certezas, ni tampoco respuestas, sino más preguntas e inquietudes” […] “la literatura surge de lo que no entiendes”.

2.- La triste Gen Z y el Anivdelarev

El tiempo político está indisociablemente ligado al tiempo histórico. Todo pensamiento, toda intención cultural depende de un ordenamiento dado por los acontecimientos del pasado. Por eso las labores de cabildeo y lobby concertacionista siempre me han parecido detestables, a pesar de entender su necesidad. En un contexto de equilibrios y desequilibrios y de ideologías débiles, ha de tocar el servilismo y la lisonja. Pero, aunque la estrategia define a la táctica ¿no se extrañan a veces los golpes en conjunto, los ideales fieros, los empujes revolucionarios? Si pienso en los conflictos en los que participé muy joven, recuerdo más su tono que la consigna. Pero, claro: la lectura siempre estuvo conmigo, lo que no asegura mucho, salvo el aceite para un pensamiento crítico que no se crea todas las tonterías que aparecen en las cabezas de los grupos o los individuos como certezas indudables.

Y recientemente un montón que se autodenominaba como perteneciente a la llamada Generación Z pegaron un sustito cuando amenazaron en tomar las calles, como una especie de llamamiento a un golpe de Estado. Yo sí me preocupé, porque ¿cómo saber si el ánimo sedicioso juvenil no estaría tomando decisiones poco documentadas que les pudieran acercar a las derechas, como de hecho ha pasado ya en otros países? La primera marcha del 15 de noviembre parecía un caos, y al principio lograron confundir con acciones violentas sin pies ni cabeza. Luego se revelaron las verdades, que ya se saben de sobra, acerca del origen fraudulento de la protesta, la conformación de cuadrillas de choque por parte de manos negras muy bien conocidas y la vinculación con grupos de delincuencia organizada (incluidos los del McPRIAN). Vino entonces la segunda marcha del 20 de noviembre (Anivdelarev), y ahí quedó clara la engañifa y la provocación fraudulenta. Pero luego de esto, dos cuestiones me vienen a la mente. Por un lado, la solidez de una participación monolítica que, a pesar de todo, procede pétreamente, como si se tratara de un arraigado bloque histórico que se monta sobre el mundo: unidad inseparable entre estructura y superestructura que ha soportado la infamia y la mentira. Y me sorprende, en este caso. Luego también, pienso en la tristeza de las clasificaciones generacionales, en lo susceptible que es un grupo etario para ser manipulado o instrumentalizado a partir de ellas. Si bien es cierto que toda época posee constantes compartidas, lenguajes entrecruzados, filias y fobias, tales nomenclaturas son cinturones que, si no se aflojan un poco, se enfrentan al peligro de una hiperidentificación y de ultramitificaciones superficiales que pueden inclinarse por las meras formas, abandonando juicios y discusiones sobre los fondos. Muy seguramente eso ocurrió con los jóvenes de la antigua creta, me pasó a mí con mi propia generación, y pasa ahora. Y ahí el peligro: la suprema y radical identificación con valores o antivalores de apariencia incuestionable siempre le hace ojitos al fascismo.

3.- ¿Qué va a ser del Consejo de Cultura de la CDMX? (Stiker de Travolta perdido en medio de la nada)

Quizá lo que imaginé desde un principio: no mucho, al menos hasta ahora. Travolta, haz lo tuyo. ¿Se puede creer? Sí; en un lugar en el que la política es capaz de reducirse al pragmatismo concertacionista y el cabildeo, parece que hay poco tiempo para la reflexión interinstitucional. Así pues, a pesar de haber sido convocado e instalado, a no muchos les interesa lo que podría señalar y aportar. ¿Qué ha ocurrido? Resulta que la primera reunión ha sido un definitivo fiasco pues, de hecho, no se llevó a cabo. El artículo 25 de la Ley de Fomento Cultural de la Ciudad de México especifica que las reuniones deberán realizarse cada cuatro meses de manera ordinaria. Y así hubo una primera, suspendida porque no fue posible conjuntar a más del 50% de los asistentes convocados. Una incipiente lectura surge de ello. ¿Puede deberse a una falta de priorización institucional? Al no tener atribuciones del todo claras, o al no implementarse de manera adecuada, el Consejo queda relegado, lo cual sugiere que existe una ausencia de interés sobre el ámbito cultural ciudadano. La falta de una convocatoria efectiva refleja una desarticulación de los consejerosque pertenecen a las distintas secretarías, alcaldías y a los de la Junta Directiva de la Comisión de Derechos Culturales del Congreso local. Y ello no puede imaginarse como algo meramente casual, sino que señala la poca atención que el trabajo participativo suscita: un síntoma de la persistente marginalidad que el pensamiento sensible y/o documentado ocupa en la agenda pública, cuando no obedece a intereses inmediatos de acomodo o contrapeso político. ¿Qué falta? Cinco años y serias discusiones.

4.- 2027

El 2025 fue para mí un año sin calendario, en el que los sucesos se presentaron de manera imprevista. Cambios, variados, inadvertidos. Me metí en quince cosas en las que aún estoy, sin que me enterara del todo. Y es que una vez que el nuevo año entra en el bolsillo, nadie para la velocidad de los acontecimientos. Entonces, una vez introducido ahí, se gasta como billete que va particionándose hasta esfumarse. Pero las expectativas tienen siempre algo de sueño. De ensueño predictivo. Solo por eso son rescatables: no se vive para el futuro, sino para un presente especulativo. Ciertas investigaciones vinculadas con la física cuántica sugieren que el tiempo es una ilusión creada por la percepción, que incluso se compone de distintas dimensiones. Un experimento reciente —el llamado “borrador cuántico de elección retardada” (Delayed-Choice Quantum Eraser) que explora el concepto de retrocausalidad aparente—, propone que el presente puede «transformar» el pasado, lo cual pone en jaque el entendimiento lineal del tiempo… Así pues, voy a hacer un ejercicio. Estoy parado en la frontera del 31 de diciembre del 2026, y me doy cuenta de que…