Hace algunos días asistí a un festival de DANZA UNAM en el que pude ver Apuntes para una banda de viento (2020), un trabajo de la artista y coreógrafa Katia Castañeda, el cual vincula música tradicional y coreografía generando un trabajo lleno de potencia y poesía que nos hace reflexionar y reivindicar el poder de la tradición en la contemporaneidad. Tuve la oportunidad de platicar con ella y esto fue lo que nos dijo.
Edgar Rivas: ¿Cómo fue tu acercamiento a la danza o mejor dicho a las artes vivas?
Katia Castañeda: Siempre empiezo a crear con el cuerpo, entonces lo más importante es respetar ese impulso y profundizar; no importa si es danza, música, performance, escritura, lo que importa es el proyecto y su desarrollo. Yo no estudié danza, sino teatro, pero empecé a trabajar muy pronto con Rodrigo Angoitia, que es coreógrafo, y después fui parte de la compañía Quiatora Monorriel. También trabajo mucho con músicos y creo que las áreas no están separadas, no es necesario categorizar.
ER: La noción de orden o de estructura es algo que observo como una constante en tus proyectos, ¿nos puedes hablar de ello?
KC: Últimamente trabajo mucho con estructuras de improvisación que son bastante abiertas, pero se tienen que trabajar y repetir de manera constante para que sucedan. Estas estructuras o lugares de encuentro son muy importantes dentro del trabajo para que los performers no se pierdan dentro de la improvisación. En este proyecto que viste, los cuerpos van dibujando el espacio, son trazos que van punteando, pero a su vez jugamos con el sonido y la distancia sonora que hay entre el espacio y los performers. Ellos, con su cuerpo, van haciendo dibujos que se rompen, se replican y se integran en otras formas espaciales.
Me parece que para espacio público y escenarios grandes este tipo de estructuras ayudan mucho a acotar y dirigir la energía hacia un punto especifico. Es más bien un juego entre azar y estructura.
ER: ¿Cómo nace Apuntes para una banda de viento?
KC: Es una historia larga de vínculos. Yo conocí a Mitzy y a Fredy, que son que empezaron con la banda en la compañía de danza Quiatora Monorriel. Trabajamos juntos como performers y algunos años después ellos formaron la banda. Con Mitzy he trabajado en distintos proyectos y un día platicando me dijo que sentía que en las tocadas estaban “un poco tiesos” y que les faltaba soltarse. Entonces lo hablamos, les di un taller en el 2018 y después seguimos trabajando. Nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas que hacer juntos: las ganas de explorar, la necesidad de pensar acerca de la tradición y de nuestro lugar cómo artistas y performers en este momento. Además, nos interesa hacer proyectos colaborativos y ellos, para mí, son un gran ejemplo de esto.
Apuntes para una banda de viento comenzó de la idea de explorar con sonido y movimiento en el espacio; también de hacer un proyecto que se pregunta acerca de la importancia de las tradiciones hoy en día y la relación entre pasado y presente.
ER: Dentro de tus actividades también te enfocas a dar talleres ¿Cómo ves el ámbito de la docencia y/o educación artística para bailarines en México?
KC: Me interesa mucho la docencia y me gusta dar talleres, sobre todo de improvisación, espacio público o elementos de coreografía y voz. No estudié danza, pero creo que la educación artística es muy necesaria para todxs y que podrían estar más vinculadas las carreras. Considero que en casi todos lados se pueden encontrar buenos y malos maestros, y que la educación (en la que yo creo) tiene que ver con el juego, con posibilidades de imaginar otras formas de aprendizaje más creativos, abiertos y distintos para cada individuo.
ER: El espacio público es un territorio que te gusta explorar ¿Cómo ves la formación de públicos desde ese acercamiento?
KC: Me gusta la idea de imaginar que mientras caminas del metro a tu trabajo, o transitas de un lugar a otro, te puedes encontrar acciones o cosas pasando que te llevan a pensar en cosas distintas y a dejar de lado la inercia cotidiana por segundos. Estos espacios son muy importantes. El espacio público es donde transitamos la mayoría de las personas; y son lugares que hay tomar para manifestarnos, para accionar, para representar y para vincularnos de maneras distintas unos con otros.
No te contesté lo que me preguntaste, pero creo que es muy importante trabajar en espacio publico e ir generando relaciones distintas entre el público y la obra, que el público estará ahí porque es un espacio para todos o debería de serlo. Además, trabajar para un escenario o para un espacio cerrado de manera permanente, nos desvincula y nos aísla también de poder relacionarnos con otras personas y de otras formas.
ER: Por último, ¿En qué estás trabajando actualmente?
KC: Últimamente estoy haciendo un monólogo y trabajo con la Mixanteña de Santa Cecilia. También soy parte de un grupo Tácticas e incertidumbre e integrante del colectivo neuroperformance TACo.