La servidumbre enterró su rama:
las sirvientas procrearon / se reprodujeron,
parieron hijas
de cuclillas en la tierra,
que parieron hijas
que cantaron cantos en tibetano
y miraron el vértigo
del huracán a los ojos.
Los que miraron para abajo,
los que se negaron a mirar para abajo
fecundaron violentamente a las sirvientas,
las campesinas
violentamente poblaron pedazos de mundo
con esa vocecita tan dulce,
como si la acidez no les comiera la garganta.
Estirpe paria,
legión de hijos de nadies
escapados del cuchillo de la limpieza,
ése es mi Zodiaco.
Una estrella oxidada de las puntas
pero filosas.
Estrellas ninja oxidadas de lo que no
y el resentimiento
y el alarido
y la envidia
y la resistencia
y el amor.
Casta de intocables,
ése es mi Zodiaco.
* Este poema pertenece al poemario Santa Rabia, editado por El latido de la máquina, comunidad imaginaria, que ponemos a su disposición para descarga libre:
Agradecemos a la autora y la editorial este gesto.