El mes pasado, murió uno de los teóricos más relevantes del pensamiento contemporáneo estadunidense: Fredric Jameson. Uno de los pensadores marxistas que desentrañó la estética de la posmodernidad desde un diálogo con la historia. A través de su obra: El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, (Barcelona, Paidós, 1991) Jameson argumentó que la estética posmoderna es un reflejo de las condiciones económicas y culturales del capitalismo avanzado, lo que se manifiesta en el pastiche, la fragmentación y el debilitamiento de la historicidad. En las siguientes líneas haremos un breve esbozo sobre estas ideas.

Para Fredric Jameson el posmodernismo se explica como una etapa cultural que surge del desarrollo del capitalismo tardío, caracterizada por una serie de transformaciones radicales en la producción cultural, la experiencia temporal y la relación con el pasado. Para él, el posmodernismo no es solo un estilo artístico o literario, sino un cambio profundo en las formas de pensar y percibir el mundo, influenciado por las dinámicas socioeconómicas del capitalismo avanzado y globalizado; según Jameson, surge como una consecuencia de la globalización y el consumo masivo, fenómenos que fragmentan las formas tradicionales de producción cultural.

Uno de los ejemplos de los que sirve para explicar este fenómeno estético es el de la arquitectura, Jameson discute cómo la arquitectura posmoderna, como en los edificios de Michael Graves o la arquitectura de las Vegas, combina elementos de múltiples estilos históricos sin hacer referencia a ningún contexto específico, es decir, observa que en lugar de construir un sentido coherente de la historia, estas obras fragmentan y reconfiguran el pasado en formas estéticamente atractivas, pero vacías de significado histórico profundo.

Jameson nos comenta que una las características más distintivas de la estética del posmodernismo es el pastiche, que define como aquella obra que es resultado de la imitación de estilos anteriores, pero sin critica o sentido; nos dice que, a diferencia de la parodia, que implica una crítica o un comentario sobre el estilo imitado, el pastiche simplemente es copia sin intención. Esta carencia de distancia crítica es sintomática de lo que Jameson llama la «muerte del sujeto», donde las identidades y las experiencias humanas, ya no se forman a través de la reflexión profunda, sino que son moldeadas por la lógica del mercado y la moda.

Un ejemplo de pastiche que Jameson menciona es el cine de Quentin Tarantino, en películas como Pulp Fiction (1994), el director mezcla géneros y estilos cinematográficos dispares, desde el cine negro hasta el spaghetti western, sin hacer ninguna crítica explícita de estos géneros, sino simplemente reutilizándolos para crear un estilo visualmente atractivo. Según Jameson, esto es un ejemplo claro de cómo la estética posmoderna se apropia del pasado sin analizarlo, transformando la historia en una serie de imágenes intercambiables y consumibles.

Jameson también destaca el debilitamiento de la historicidad en la estética posmoderna; para él, en el modernismo existía una clara preocupación por el tiempo histórico y el progreso, mientras que en el posmodernismo esta conciencia histórica se disuelve en una serie de superficies sin profundidad. Este fenómeno está relacionado con la cultura del simulacro descrita por Jean Baudrillard, donde la representación sustituye la realidad y la experiencia directa de la historia.

Así, el arte posmoderno, desde la pintura hasta la literatura, tiende a rechazar la narración lineal o la progresión temporal coherente, en lugar de eso, se fragmenta en un collage de estilos y formas. Otro ejemplo que este teórico ocupa es la obra de Cindy Sherman, cuyas fotografías exploran la identidad y el género a través de la adopción de diferentes estilos visuales del cine clásico, pero sin intención de conectar estas imágenes con un contexto histórico o narrativo coherente. Para Jameson, esta fragmentación refleja una crisis en nuestra capacidad para imaginar una historia continua o un futuro coherente bajo las condiciones del capitalismo tardío.

Jameson también introduce la noción de «hiperespacialidad», refiriéndose a cómo los espacios físicos y culturales en el posmodernismo se han vuelto expansivos y desorientadores, reflejando la fragmentación de las experiencias. Un ejemplo es la arquitectura posmoderna, donde edificios como el Bonaventure Hotel en Los Ángeles se estructuran de tal manera que desorientan al visitante, creando un espacio donde es difícil situarse o crear un sentido de ubicación. Esto es una metáfora de cómo el posmodernismo fragmenta la experiencia y la conciencia espacial.

En términos temporales, Jameson habla del «schizofrénico» posmoderno, un individuo cuya experiencia del tiempo es completamente discontinua. En lugar de una narrativa coherente del pasado, presente y futuro, el sujeto posmoderno experimenta el tiempo como una serie de momentos desconectados.

La relevancia del pensamiento de Fredric Jameson radica en su capacidad para conectar la estética posmoderna con las transformaciones socioeconómicas más amplias del capitalismo tardío. Jameson ofrece una crítica incisiva de cómo la cultura contemporánea ha sido moldeada por las lógicas del consumo global y la producción cultural en masa. Su obra sigue siendo un referente esencial para comprender la relación entre economía, cultura y estética en la era posmoderna. A través de su análisis, Jameson subraya que el posmodernismo refleja la lógica del capitalismo avanzado y que cualquier intento de entender el posmodernismo requiere también un análisis de las dinámicas económicas y sociales que lo sustentan. Por tanto, la obra de Jameson no solo ofrece una crítica cultural, sino también una crítica política y económica, al vincular las estéticas culturales con las estructuras del poder económico global.