
En México es muy común escuchar pláticas como “échame la mano, no seas malito, metí la pata bien gacho; solo por meterme a la boca del lobo, me fui de cabeza y esto me va a costar un ojo de la cara. Lo único que tienes que hacer es parar oreja, ya vez que el oficial tiene nariz de perro…”. Si estas expresiones son oídas por un hablante de español de otro país o un extranjero de otra lengua, podrían ser un poco complejas de entender, pero en el español de México son comunes y revelan cómo la experiencia corporal modela nuestra forma de pensar y comunicarnos y, en lo profundo, nos muestra cómo el cuerpo humano no es solo un conjunto de órganos, sistemas y huesos, sino también un territorio lingüístico.
El libro El cuerpo en la lengua. Expresiones no literales en el español de México, coordinado por Susana Cuevas Suárez, publicado por el INAH en enero de este año, explora el lenguaje desde la lingüística cognitiva, desentrañando cómo partes del cuerpo (como la mano o la nariz) adquieren sentidos figurados en el habla cotidiana. El libro reúne el trabajo de ocho investigadores en siete capítulos: 1. “Cada cabeza es un mundo”, de Susana Cuevas Suárez; 2. “Al pie del cañón”, de Francisco J. Peral Rabasa; 3. “Bajita la mano”, de Tania María Campaña Rojas; 4. “A ojo de buen cubero”, de Heriberto Sierra Gómez Pedroso; 5. “A pedir de boca”, de Aileen Martínez Ortega; 6. “Parar oreja”, de Juan Ramón Duarte García y Susana Cuevas Suárez, y 7. “Nariz de sabueso”, de Ana Daniela Leyva González.

Los trabajos se sustentan en la teoría de la corporeidad o embodiment, que sostiene que la mente se forma a partir de la interacción con el cuerpo y utiliza como herramientas la metáfora conceptual y la metonimia. El material que los especialistas emplearon para su investigación se obtuvo del Corpus Coloquial de la Ciudad de México, Preseea México1, el Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México, redes sociales, entre otros. Los autores dividieron el corpus en siete términos: cabeza, pie, mano, ojo, boca, oreja y nariz, seleccionados por su frecuencia en las lenguas y analizaron su función, posición y forma en expresiones no literales.
En el primer capítulo, Susana Cuevas desmenuza cómo el término cabeza proyecta significados como inicio (cabeza del río) o contenedor de ideas (“cada cabeza es un mundo”). Las metonimias, como “cabeza de chorlito”, suelen incluir adjetivos, mientras las metáforas se vinculan a verbos (“irse de cabeza”), mostrando la complejidad de procesos múltiples. Francisco Peral revela en el segundo capítulo que el pie, pese a asociarse con lo negativo («abajo»), tiene connotaciones positivas; en expresiones como “entrar con el pie derecho”, el rasgo semántico más productivo es el de función, seguido de orientación, posición y forma. Este autor analizó más de 235 expresiones en las que el concepto pie juega en formas complejas y múltiples semánticamente, por ejemplo: “su jefe le tiene puesto un pie encima”, “meter la pata”, “al pie del cañón”, entre otras.

Tania Campaña, en el tercer capítulo, a partir de un corpus de 115 expresiones, vincula la mano con el control físico y mental (“tener algo a la mano” o “trae algo entre manos”), destacando su rol en la comunicación no verbal, más productivo en la generación de significados no literales en diversas lenguas, dada su relevancia fisiológica y cultural. El análisis muestra fenómenos complejos en los que se integran dos o más metáforas, como en “bajita la mano” y también menciona que derivados como “manotear” y “ser la mano derecha” reflejan su relevancia dentro de la cultura. Por su parte, Heriberto Sierra nos dice que hay diferencias entre las lenguas, porque algunas se centran en partes específicas del cuerpo, este autor nos dice que se conocen tres tipos de conceptualizaciones: abdomencentrismo, cardiocentrismo y enfalocentrismo. En el caso de su estudio, él explora cómo el concepto ojo simboliza atención (“echar un ojo”) o valor (“costar un ojo de la cara”) y evidencia la centralidad de este concepto en la cultura mexicana, ya que existen proverbios como: “Ojos que no ven, corazón que no siente», «A ojo de buen cubero», «No hay peor ciego que el que no quiere ver».
Aileen Martínez analiza 47 expresiones donde la palabra boca representa el habla (“quitar la palabra”), entrada/salida (“boca del metro”) o peligro (“boca del lobo”). La metáfora más productiva de la boca es el habla, mezclándose a menudo con metonimias: “cállate la boca”. La autora indica que la boca se involucra en tres sistemas importantes: aparato digestivo, respiratorio y fonador, y a partir de esto, el vocablo boca aparece en expresiones no literales referidas a: 1) fenómenos del habla (“quitarle a alguien la palabra de la boca”), 2) la alimentación y el sentido del gusto (“hacerse agua la boca”), 3) la orientación (“acostarse boca arriba”), 4) entrada y salida de un contenedor (“se ve una fumarola en la boca del Popocatépetl”), 5) lugar oscuro y peligroso (“meterse en la boca del lobo”) y 6) objetos en forma de labios (“boca de león”), de manera que boca aparece en expresiones no literales a partir de los rasgos de función, forma, posición y propiedad.

Por su parte, Juan Ramón Duarte y Susana Cuevas notan que oreja alterna con oído, destacando su forma (“oreja de mar”) o función auditiva (“parar oreja”). Según los investigadores, este vocablo presenta sobre todo proyecciones semánticas y pocas metáforas y metonimias, por lo que el rasgo de forma parece ser el prominente, por ejemplo en el pan llamado oreja o “ser oreja de alguien”. En el último capítulo, Ana Daniela Leyva nos dice que los rasgos semánticos de nariz están vinculados con la forma (sale del cuerpo), la posición (central en el rostro) y la función (respiración y sentido del olfato). Así, destaca que con relación a la forma tenemos: “nariz del grifo, nariz del escalón”; en cuanto a la posición: “nariz del avión”, encontrarse a alguien “en sus narices” o que algo ocurra “en tus narices”; en la función destaca: “nariz de sabueso”, “tener buena nariz para algo” y “asomar la nariz”.
Así pues, el libro subraya que la experiencia corporal estructura el lenguaje, rasgos como forma y función permiten procesos imaginativos, donde metáforas y metonimias se entrelazan. Además, aporta un inventario de expresiones del español mexicano, útil para futuras investigaciones en dialectología y antropología lingüística. Más que un estudio lingüístico, El cuerpo en la lengua es un espejo de cómo los mexicanos ven el mundo a través de su cuerpo y nos recuerda que, en cada frase coloquial, hay una historia cultural y cognitiva esperando ser descifrada, y si no me creen, échenle un ojo y me cuentan.
Susana Cuevas Suárez (Coord.). El cuerpo en la lengua. Expresiones no literales en el español de México. México: Secretaría de Cultura, inah, 2023. 276 pp.


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1 Es un proyecto para la creación de un corpus de lengua española hablada representativo del mundo hispánico en su variedad geográfica y social. Esos materiales se reúnen atendiendo a la diversidad sociolingüística de las comunidades de habla hispanohablantes.