El arte y la locura siempre han estado ligados; después del siglo XIX, con el nacimiento formal de la clínica, esta relación se transforma y da paso a una serie de relaciones más complejas. Mayra Stella Cano es una artista mexicana que explora esta complejidad desde la interdisiciplina y próximamente coordinará un diplomado en el Gimnasio de Arte y Cultura. Tuvimos la oportunidad de platicar con ella y esto fue lo que nos dijo.
Edgar Rivas: ¿Cómo nace el cruce entre el campo médico y el arte, y en específico, los padecimientos mentales?
Mayra Stella Cano: Las artes visuales a lo largo de su historia han fungido como agente preponderante en la construcción de diversos tipos de iconografía para representar lo que en su tiempo se determinó como “locura”, sin embargo, dichas acciones derivaban de concepciones nacidas desde la otredad. A principios del siglo XX la perspectiva sobre quienes padecen una patología mental migra a una posición más activa en tanto forma de representar su padecer, siendo usada también como herramienta para las terapéuticas emergentes de la época que emplean a las artes como medio para “dialogar” con el paciente. En la escena latinoamericana puede recordarse a los doctores brasileños Osório Cesar y Nise da Silveira.
La historia del arte a su vez nos muestra cómo la apropiación de la idea del arte de los enfermos mentales ha sido importante para los distintos movimientos surgidos durante las vanguardias. El expresionismo, en Zurich, y el dadaísmo, en Suiza, no sólo revolucionaron la estética, sino que lograban explorar conexiones entre el arte y la enfermedad mental. La labor de Dubuffet necesita ser mencionada de igual manera. La visibilidad de las obras de “artistas marginales” que logra junto con André Breton y Antoni Tapies mediante la Compañía del Art Brut, abona a lo anteriormente mencionado.
ER: Tus piezas, o la mayoría de ellas, son “traducciones” metafóricas de padecimientos mentales: ¿por qué esta búsqueda de lo intangible?
MSC: Las concibo como traducciones sólo en el sentido que Walter Benjamin propone, es decir, que ninguna traducción sería posible si su aspiración suprema fuera la semejanza con el original. Busco emplear el arte como medio de investigación para lograr una comprensión personal sobre las patologías mentales, en mi caso de la esquizofrenia, y es una ganancia si ello le genera sentido a alguien más.
Al inicio de mi búsqueda por entender la patología, buscaba “ver” literalmente el padecer en función de su dimensión física, muy en particular a través del uso de técnicas de imagenología médica. Pero la enfermedad mental, a mi parecer, no se puede ver, no como un tumor anclado en el cerebro que mediante la tecnología podemos localizar. Son los remanentes que ésta deja tanto en quien la padece, su círculo familiar y entorno social lo que apremian ser visualizados.
El buscar visibilidad de lo intangible me parece irrelevante si no se entra en contacto con el entendimiento del padecer a través del contacto sensible, un entendimiento derivado de la comprensión emotiva.
ER: Desde siempre se han buscado explicaciones, religiosas, científicas y sociales para los padecimientos mentales: ¿qué aporta el arte en este sentido?
MSC: La apertura metodológica con la que el arte tiende a investigar distintas concepciones de mundo son lo que lo vuelve un medio valioso para encontrar sentido a esta temática en particular. Ya sea desde la exploración personal o desde el estudio académico, el proceso creativo propio de la creación artística lleva a explorar caminos que no se logran a través de otros campos de conocimiento. La identificación con el objeto de estudio en tanto sensibilidad sobre su padecer es fundamental si se busca una construcción empática de los conceptos que se derivan de las patologías mentales.
ER: Sabemos que estás coordinando un diplomado sobre arte y padecimientos mentales en Gimnasio de Arte y Cultura, ¿cuál es el enfoque?
MSC: Eminentemente de producción de obra. Iniciamos con un abordaje teórico que busca generar reflexiones desde distintos enfoques, clínico, filosófico y social, para poder generar un entramado importante al discurso que cada alumno desee efectuar. Experimentaremos en un segundo momento distintas disciplinas artísticas de la mano de varios profesionales, para generar una concepción plástica, en el sentido en que Catherine Malabou concibe la plasticidad, del tópico de cada participante. Finalmente, en un tercer módulo del diplomado se realizarán una serie de tutorías para acompañar el proceso de creación hasta la materialización final de la pieza.
ER: La “creatividad” y el pensamiento científico son dos pensamientos que a últimas fechas se han imbricado: ¿cómo notas tú esta relación?
MSC: Los distintos campos del saber se percatan cada día más de que es necesaria una comprensión de la realidad desde una perspectiva del pensamiento complejo, una comprensión del mundo como entidad donde todo se nos presenta interconectado, como un gran tejido conjunto. Esta vinculación de la ciencia y las humanidades se vuelve necesaria, ya que los aportes que cada nodo en la red logra, otorgan claridad a los demás puntos de anclaje del problema.
ER: En un siglo enloquecido o de capitalismo-esquizofrénico ¿cuál es la relevancia de entablar una exploración por los padecimientos mentales?
MSC: Pareciera cierto que el funcionamiento de la máquina social está ligado con que ésta no funcione bien, cuando observamos datos como el del porcentaje del presupuesto federal que se invierte en brindar atención a pacientes con trastornos mentales, el cual no supera 2%. Si en la sociedad actual los bienes de consumo se convierten en una respuesta a nuestras insatisfacciones emocionales, el motor que guía nuestras relaciones intrapersonales, aunado a que el sector salud se ve rebasado para brindar la atención a la población, es de suma importancia que los esfuerzos por lograr visibilizar, tomar conciencia y finalmente dar posibles resoluciones al problema, procedan de distintas esferas del conocimiento, para en su conjunto aspirar a soluciones reales.