El 7 de octubre de 2023 inició la masacre que el gobierno israelí comenzó contra el pueblo palestino, uno de los ataques más letales desde el inicio de este conflicto. Esta operación militar por parte del ejercito israelí se ha convertido en una guerra total que ha devastado la Franja y matado a más de 41.000 personas. 

En jeronimomx queremos externar nuestro apoyo a la causa palestina y denunciar la masacre; una de las formas que creemos/podemos apoyar a la causa es por medio de la sección de estos poemas escritos por poetas palestinos, en los que se denuncia el conflicto y se apela al valor y al amor de este gran pueblo.

Persona non grata // Samih Al-Qasim (1939)

Aquí el inicio de la carnicería

Su final: mi grito lunar.​​ 

Sé que mi vidrio puede ser fragmentado por una bala. Apunta bien y trata de asesinarme​​ a mí. Mis pequeños son demasiado jóvenes para la muerte. Fruta verde poco apropiada para tus amos. Apunta bien: mi esposa está a salvo ahora en la cocina. Apunta bien, estoy aquí sólo leyendo​​ Le Fou d`Elsa. Si tu francotirador se encoge dos pulgadas podrá verme: una figura silente junto a la ventana del estudio.​​ 

Vengan.​​ 

Vengan con todos los horrendos fuegos de su malevolencia.​​ 

¡Vengan! Aquí yo tengo una escalera en espiral que une cielo y tierra, un ventilador que falla en la canícula, un tanque que se pasea sobre un vientre embarazado, y aquí tengo mis áridas naciones.​​ 

Cráneos coronados por medallas adquiridas por el tipo de cambio de la muerte, zapatos habitados por escorpiones. Oh, un vaso de agria y amarga agua a cambio de mi sangre y lágrimas. He sido herido: mi herida está viva, mi voz está viva, mi silencio está vivo. Inclino mi corazón en señal de respeto. Vengan.​​ 

Mi aflicción: el deslumbramiento.​​ 

Mi ira: la súplica.​​ 

Vengan.​​ 

Vengan.​​ 

El quedarme es mi huida.​​ 

Mi muerte es combate.​​ 

Juro por el higo y el aceite, por el silencio y el clamor, por la fertilidad y la esterilidad, por la miel y la cicuta, por el brote y la muerte, por la ignorancia y el conocimiento, por el ayer y por el hoy, juro que lucharé.​​ 

Seguiré luchando.​​ 

Lo haré.​​ 

Hasta que nazca la verdad y la mentira se desvanezca

Lo haré y lo haré, levantarme y hundirme, andaré y rodearé, soltaré y me abstendré, flotaré y me detendré.

¿Qué? ¿Cómo?

Así:​​ 

con una caída hasta la cima de la muerte,​​ 

con potros trotando tras las huellas de la tragicomedia.​​ 

Así:

tomando una siesta en un asiento de autobús –una inquebrantable celda.​​ 

Menstruación con esterilidad, esterilidad con menstruación, dolor y protesta, amor y odio: un idílico baldío.​​ 

Caminaré fuera de mi cuerpo, ya no puedo soportarlo.​​ 

Buscaré un amigo.​​ 

Me apartaré de mis pasos, ya no puedo soportarlo

Buscaré un camino.​​ 

No hay camino salvo yo

y estos son mis pasos.​​ 

Mi cuerpo es el siguiente paso.

No hay balas perdidas, señores // Naomi Shihab Nye (1952)

Para Mohammed Zeid, 15 años

No hay balas perdidas, señores.​​ 

No hay balas como un gato asustado

escondiéndose debajo de un arbusto,​​ 

no hay balas como cachorros sarnosos

huyendo por las calles de medianoche.​​ 

La bala no pudo haber sido una nuez

cayendo sobre un toldo de lámina,​​ 

lentamente, no pudo haber sido una mota

de polen en el aire de octubre,​​ 

nunca una humilde piedrecilla en la calle.​​ 

Así que no lo hagan ver dulce, por favor.​​ 

Vivimos entre pensamientos perdidos,​​ 

con tareas a mitad el camino abandonadas.​​ 

Están henchidos nuestros cambiantes corazones​​ 

por devociones perdidas, nos sentimos en casa

entre los pedazos y retazos

de todas las rutas errantes de las palabras.

Pero esta bala no tenía inocencia alguna, no​​ 

le deseaba el bien a nadie, no pueden cambiarlo

con sus eufemismos, esta bala nunca fue amiga

de la vida, no debería garantizársele inmunidad

con palabras suaves –fuego amigo, bala perdida,​​ 

¿por qué le hemos dado el peso incorrecto a aquello que hacemos?

Mohammed, Mohammed, él merece la verdad.​​ 

Esta bala no tenía amables deseos secretos,​​ 

no se encontraba cantando para sí con los ojos cerrados bajo el puente

como la mujer exiliada en su precioso y gastado sombrero.

Me sacas // Fady Joudah (1971)

Tú que me sacas de mi casa

estás ciego ante ese tu propio pasado

que nunca te abandona,​​ 

sin embargo no eres un topo

como para poder ahora oler y sentir lo que​​ 

me estás haciendo.​​ 

Un ahora tardo, desgastado, para que el pasado

sea un cambio climático y no una masacre,​​ 

para que el presente acabe nunca.​​ 

Pero yo estoy más cerca de ti que lo que tú estás de ti mismo

y esto, mi amigo enemigo,​​ 

es la definición de distancia.​​ 

Oh, no te indignes,​​ 

mira este video, te paso el link,

en el cual me borras miembro por miembro

y me lanzas hacia la calle para hacerme marchar​​ 

hacia mi catástrofe en un presente​​ 

que aún no alcanza el tamaño de tu pasado:

¿es acaso este el muro

contra el cual estás tirando tus dados?

Sí, estoy hablando de etimologías, estoy de acuerdo

con que la balanza se incline a tu favor,​​ 

a mí no me importan esas cosas, yo tengo un corazón​​ 

que se pudre, que resiste, que tiene esperanza, tengo genes,​​ 

como los tuyos, que no se adscriben

a la jerarquía de los daños.​​ 

Tú que me sacas de mi casa

también has sacado a mis padres

y a sus padres de las suyas.​​ 

¿Cómo es la vista desde mi ventana?

¿A qué sabe mi sal?

¿Acaso debo condenarme un poco

más para que tú puedas perdonarte a ti mismo

en mi cuerpo? Oh, cuánto amas mi cuerpo,​​ 

mi cuerpo, mi casa.

A la mierda su sermón sobre el arte, mi gente está muriendo // Noor Hindi

Los colonizadores escriben sobre las flores.
Te hablo de los niños que tiran piedras a los tanques israelíes
Segundos antes de convertirse en margaritas.
Quiero ser como esos poetas que se preocupan por la luna.
Los palestinos no ven la luna desde las celdas y las prisiones.
Qué hermosa la luna.
Qué hermosas las flores.
Recojo flores para mi padre muerto cuando estoy triste.
Él mira Al Jazeera todo el día.
Ojalá Jessica dejara de enviarme mensajes de ¡Feliz Ramadán!
Sé que soy norteamericana porque cuando atravieso un cuarto algo muere.
Las metáforas sobre la muerte son para los poetas que piensan que a los fantasmas les interesa el sonido.
Cuando muera, prometo seguirte por siempre.
Algún día escribiré sobre las flores como si me pertenecieran.


No se escucha el silencio // Ahed Tamimi (Palestina, 2001)

No hay forma de imaginar el
Silencio
Aquí
Porque detrás del ruido de un rifle
Está el llanto de una niña
—Que no sabe por qué llora: pero ese
Es el único lenguaje que conoce—
Y bajo el llanto
Hay un dialecto prohibido
Cuyas palabras no tienen equivalente
Al canto; pero mar es igual a furia
Y más allá
En su fondo
Se escucha como una transparencia
El eco de los pasos de una madre que
Atiende veloz la herida del pequeño Amhed
Que tiene una vena en el cuello
Que produce el mismo sonido que la llave rota
Del baño
Pero va debilitándose conforme pasan las seis quince:
Hora
En que el padre reza (eso se escucha también)
A un dios que abandonó la religión por las finanzas
Y ahí, justo, ahí, en esa capa
Inferior
A todos los sonidos de la guerra
Estoy yo —tratando de imaginar el silencio—
Y debajo de mí los escombros
De lo que ayer fue mi casa.