La relación entre naturaleza y literatura es muy antigua, los primeros registros se pueden encontrar en las culturas originarias, en las que la relación hombre, tierra y naturaleza se entrelazan con mitos, leyendas y prácticas culturales.
La ecoliteratura, literatura ambiental o ecocrítica, es un campo de estudio que explora los cruces entre la literatura y las preocupaciones ecológicas. El surgimiento de ésta como un campo específico de estudio en Occidente puede rastrearse en el siglo XIX, con la obra Walden (1854) del escritor estadounidense Henry David Thoreau, texto seminal que reflexiona sobre la vida sencilla en armonía con la naturaleza.
Durante el siglo XX, con el avance inminente de la urbanización, se comenzó a generar la conciencia sobre los problemas ambientales. Fue entonces que la literatura comenzó a reflejar estas preocupaciones de manera más explícita, pero no fue hasta la década de 1960 y 1970, que la ecocrítica, como un enfoque académico específico, comenzó a tomar forma con intelectuales como Joseph Meeker y Cheryll Glotfelty, quienes comenzaron a establecer las bases teóricas de la ecocrítica.
En el ámbito de la literatura latinoamericana, la naturaleza ha estado presente desde sus orígenes. Solo por mencionar algunos ejemplos, tenemos los paisajes bucólicos descritos en la poesía de Nezahualcóyotl, o bien las menciones en la literatura colonial. En este texto, queremos resaltar la obra del escritor uruguayo Horacio Quiroga (Uruguay,1878-Buenos Aires, 1937) que, para nuestra visión, emerge como un ejemplo primario de la ecoliteratura en el continente, pues en casi toda su obra explora las relaciones intrincadas entre el ser humano y la naturaleza, así como las tensiones y los conflictos que surgen de esta interacción.
Como sabemos, Horacio Quiroga nació en Uruguay en 1878 y pasó gran parte de su vida en la región del Río de la Plata antes de establecerse en la selva misionera de Argentina. En su obra, la selva se presenta con toda su exuberante biodiversidad y su atmósfera, y se convierte en un personaje en la que la relación con el ser humano siempre es para mostrar su poder y la fragilidad de los humanos ante las fuerzas desconocidas.
En las historias de Quiroga la naturaleza no es solo un escenario, sino también una metáfora de los conflictos internos y sociales que enfrentan sus personajes. En el libro Cuentos de la selva y el relato «Los Mensú«, Quiroga celebra la belleza y la vitalidad del paisaje natural, pero también señala los peligros y desafíos que enfrentan aquellos que intentan conquistarlo y dominarlo.
Si bien Quiroga no se puede calificar como un defensor activo del medio ambiente en el sentido contemporáneo, su obra plantea cuestiones éticas y morales vinculadas con nuestra relación con la naturaleza. A través de sus historias, el autor nos insta a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones en el mundo natural y las consecuencias de nuestro comportamiento irresponsable. En este sentido, es que pensamos que la obra de Quiroga puede ser vista como precursora de la ecoliteratura latinoamericana moderna, que busca explorar las complejas interacciones entre el ser humano y su entorno natural, así como promover una mayor conciencia y respeto por el mundo natural.