Cuando vi por primera vez la imagen de Elon Musk con el simbólico regalo del presidente de Argentina, una elegante y costosa sierra eléctrica, en el marco de la Conferencia Política de Acción Conservadora (Conservative Political Action Conference, conocida también por sus siglas CPAC) de este año, de inmediato se vino a mi mente la película de Tobe Hooper, Masacre en Texas (1974); en particular el icónico asesino principal de la historia, Leatherface, quien tiene discapacidad intelectual y está a las órdenes de su familia.

La CPAC es un evento anual organizado por grupos conservadores y de derecha en Estados Unidos que ha ganado relevancia global en los últimos años. La conferencia la fundaron en 1974 la Unión Conservadora Estadounidense y los Jóvenes Estadounidenses por la Libertad como una pequeña reunión de conservadores que buscaba unir a los sectores más tradicionalistas del Partido Republicano, promoviendo ideales como el libre mercado, el conservadurismo social y un gobierno limitado. El discurso inaugural de CPAC lo dio un joven Ronald Reagan.

En las últimas décadas, el evento ha evolucionado, reflejando e impulsando tendencias políticas extremas que se asocian con el resurgimiento de ideas autoritarias y, en algunos casos, con elementos propios del fascismo. Durante la era de Donald Trump, la CPAC se convirtió en una plataforma para el nacionalismo populista, con un discurso cada vez más polarizado y confrontativo. Este giro ha llevado a que algunos analistas critiquen la CPAC por normalizar retóricas y prácticas que recuerdan al fascismo histórico, como el culto a la personalidad, el desdén por las instituciones democráticas y la promoción de teorías conspirativas.

Algunas de las ideas principales de la CPAC y otros espacios similares se caracterizan por un nacionalismo extremo —por ejemplo: «América primero»—, que a menudo se traduce en políticas xenófobas y antiinmigrantes. Otros factores de la conferencia son el populismo autoritario, la negación del cambio climático y el conservadurismo social radical, mientras se enfoca en la oposición a los derechos LGBTTTQI+, el aborto y otras luchas progresistas.

Estas ideas no son, sin embargo, exclusivas de Estados Unidos, en Europa, América Latina y algunas partes de Asía movimientos similares han ganado terreno, a menudo bajo la etiqueta de «derecha alternativa» o «nuevo fascismo». Estos movimientos comparten una visión del mundo basada en la exclusión, el miedo al «otro» y la nostalgia por un pasado idealizado. Entre los protagonistas de la CPAC y el nuevo fascismo global se encuentran figuras como Donald Trump en EU, Viktor Orbán en Hungría, Marine Le Pen en Francia, Santiago Abascal en España, y en América Latina, Jair Bolsonaro en Brasil, Eduardo Verástegui en México, José Antonio Kast en Chile y más recientemente Javier Milei, presidente de Argentina.

Desde la edición en Brasil en 2019, la CPAC ha servido como plataforma para impulsar movimientos políticos que se oponen al socialismo y promueven valores conservadores. En eventos recientes, como la CPAC México 2022 y la CPAC Argentina 2024, se ha enfatizado la necesidad de combatir el «progresismo» y fortalecer el conservadurismo en la región. Líderes como Eduardo Verástegui y el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei han utilizado estas plataformas para abogar por políticas «provida» y criticar a gobiernos de izquierda en países como Venezuela y Nicaragua.

La CPAC ha facilitado la creación de lazos entre líderes latinoamericanos y figuras prominentes del conservadurismo estadounidense, como las más recientes relaciones entre Donald Trump y Javier Milei, presidente de Argentina, quien ha destacado como un aliado clave en la lucha contra el comunismo en la región con una participación activa en eventos de la CPAC y alineándose con las estrategias políticas promovidas por Trump. La presencia de líderes como Nayib Bukele de El Salvador también indica un creciente interés por parte de los políticos latinoamericanos en las ideas y estrategias del movimiento conservador estadounidense. El impacto de la CPAC en México se ve representado por México Republicano, un movimiento que busca consolidarse a escala nacional que ha encontrado en la CPAC una oportunidad para crecer. Este partido promueve políticas ultraconservadoras que se oponen a los derechos reproductivos y a la educación sexual.

Organizaciones de derechos humanos en todo el mundo han expresado su preocupación por el ascenso de movimientos ultraconservadores asociados con la CPAC y alertan sobre sus implicaciones para los derechos civiles y las libertades individuales. Aún nos faltan cuatro largos años del mandato de Trump, así que, siguiendo la analogía con la película, estamos como Sally, la única superviviente en la película, atada a una silla, mientras el abuelo intenta asesinarnos con un martillo. Esperamos que los miembros de la CPAC comiencen a discutir y escapar mientras Leatherface agita su motosierra en el aire.