En estos días, La comuna: revolución o futuro ha presentado su libro La comuna: una posada y un huerto. El libro recoge conceptos que enmarcan las reflexiones de las y los miembros del colectivo, un recuento de los 11 capítulos realizados durante seis años en diferentes comunidades del país, así como una presentación de Rafael Mondragón, un epílogo de Saúl Rivas y una entrevista realizada por David Gutiérrez, que reproducimos aquí.
SOBRE ALGUNAS PREGUNTAS QUE SE LE HACE A LA COMUNA SOBRE EL TRABAJO, EL DISFRUTE Y LA (IN)UTILIDAD, Y SOBRE LO QUE LA COMUNA RESPONDIÓ
Entrevista de David Gutiérrez
Lunes, 28 de octubre de 2019.
David=D.
Luis Daniel=LD.
Sara=S.
Armando=Ar.
Erika=E.
Mariana=M.
Braulio=B.
Ángel=An.
Rubén=R.
D.- Tengo organizadas mis inquietudes en tres órdenes. El primero tiene que ver con el espacio de lo que en teoría feminista llamábamos hacerse con o convertirse con; y es la construcción del espacio del colectivo de trabajo. Esos lazos, esos afectos, esas conexiones que les hace estar juntos. El segundo, que me parece importante -aunque el libro va a tratar protagonistamente de eso-, es reflexionar sobre qué noción de arte es la que estamos interpelando aquí: ¿qué noción de teatro y qué lugar como artistas están pensando ustedes? ¿Qué operaciones artísticas son las que ustedes hacen? ¿Qué es lo que hace su trabajo? Y un tercer orden que tiene que ver con los despliegues culturales y simbólicos que este trabajo hace. Más allá de nosotros y de ustedes, y de lo que podríamos decir el momento artístico, sino que estos trabajos valen la pena ser revisitados y reconsiderados porque nos hablan de otras cosas. Y esas otras cosas valdría la pena nombrarlas. ¿Les parece?
Empecemos con la primera que es la básica y es ¿quién es La Comuna?
Vayan hablando. Vayan respondiendo.
(Risas) (Tosidos)
B.- Lo más sencillo es: Luis Daniel, Sara, Armando, Erika, Mariana, Ángel, Rubén…
E.- Braulio…
B.- Daniela, Anya…
D.- Ok, pero esa respuesta, ¿responde del todo la pregunta?
R.- No
D.- ¿Y por qué no?
S.- Yo siempre he pensado que La Comuna es una plataforma que tiene como base a las personas que integramos el colectivo La Comedia Humana. En este caso, somos los que estamos en el proyecto La Comuna: revolución o futuro. Pero, en general, tiene siempre una puerta abierta a que se sume gente; y en realidad eso es La Comuna.
D.- O sea que podríamos nombrar a La Comuna como un artefacto.
S.- Creo que sí. Porque pues en realidad no hay Comuna sin más personas y un contexto al cual llegar.
E.- También creo que La Comuna es un espacio que permite imaginar otras formas de ser en el mundo.
D.- Chicos denme un segundo que voy a montarme en el autobús. Denme un segundo…
(Pausa) (Risas)
B.- Tú piénsale Erika. Tú hazlo más bonito que esto se está grabando y se va a escribir.
E.- Podemos cantar mientras.
D.- Sigan. Sigan. A mí lo que me interesa es para qué sirve ese artefacto llamado plataforma Comuna. ¿Para qué sirve?
R.- Bueno, algo importante es que ese artefacto está concebido desde el lado artístico. Es decir, yo pondría en medio la idea de que surge desde el arte y desde ahí acciona.
D.- Ajá. No nos pongamos tan teóricos y conceptuales. Mi tarea es un poco más lo práctico. Decir que los procesos del arte de ahí funcionan… ¿eso de qué nos habla? ¿Qué nos dice?
LD.- En La Comuna todos de alguna forma estudiamos en el mismo lugar, tuvimos ciertas inquietudes en el teatro y la gran mayoría somos amigos. Unos somos más amigos que otros y yo creo que La Comuna somos nosotros como colectivo, y que hemos podido trabajar juntos y hemos podido entendernos desde algún lugar. Pienso que no con cualquiera puedes trabajar de manera colectiva, o no de la misma manera quizás. Y yo creo que La Comuna la hemos creado nosotros poniéndonos a discutir entre nosotros sobre lo que nos gusta ver en el teatro, sobre lo que nos gusta hacer con el teatro, en el teatro. Sobre lo que quisiéramos transformar o ver desde otro lugar en el teatro. Y desde lo que cada uno de nosotros somos, porque hemos identificado que cada uno venimos de ciertos contextos un poco similares. Tenemos una camaradería o una forma de relacionarnos entre nosotros que pasa más allá de solo pensar o estar trabajando artísticamente. Creo que también tenemos algo más allá de eso que nos identifica como grupo de trabajo como colectivo. Creo que también eso es La Comuna y es importante visibilizarlo desde mi punto de vista.
B.- A mí en lo particular, por lo que dijo Luis Daniel, me cuesta trabajo verla como un artefacto o como un espacio. Porque justamente, aunque también hay una necesidad de objetualizarla o ponerla en la imagen de la plataforma, creo que se trata más de afectos y de relaciones que de otra cosa. Y ahorita que Luis Daniel hablaba de la colectividad, creo que también está en juego la horizontalidad. Y también me cuesta verlo como un objeto porque no siempre es horizontal. A veces pasa que no lo es y luego otra vez se reagrupa en la horizontalidad. Es un bicho raro.
S.- Es decir, que no necesariamente es un lugar o espacio físico tangible. Digamos que hay una serie… una configuración en donde nos agrupamos. Donde nos agrupamos ciertas personas para hacer ciertas cosas que no se reducen a lo artístico o a nuestro quehacer, puesto que también pues discutimos un montón, problematizamos un montón y también tenemos que ceder mucho y trabajar mucho con eso. No se trata nada más de discutir sobre cómo vamos a hacer las cosas, sino también si estamos o no de acuerdo. Si queremos o no eso. A veces hay cuestiones estéticas, pero muchas veces también hay cuestiones éticas dentro y fuera. Es decir, que tiene que ver con nuestro quehacer.
D.- Claro, pero lo que me parecería importante es que aquí, en la respuesta, estamos evadiendo una cosa que es importante y que valdría la pena nombrar -no porque tenga que ir en el libro, sino que importa un poco para lo que quisiera preguntar después-, y es el estatuto del trabajo. Tal vez esta noción de colectividad que se nombró, de horizontalidad, también habla de unos estatutos laborales. Es decir que también les agrupa una capacidad de hacer algo juntos y también les agrupa la necesidad de constituir proyecto y un tipo singular de proyecto, que es lo que trataría el libro, pero no quisiera perder la oportunidad de preguntarles ¿cuáles son los estatutos del trabajo? ¿Por qué decidir trabajar así? ¿Por qué decir que se trabaja a través del arte y se trabaja así desde el arte?
Ar.- Pienso que hay un fundamento ético, como se había mencionado, pero también hay una necesidad de cuestionar muchas cosas que nos rodean que, de entrada, tienen que ver con la forma misma de hacer teatro. Es el primer cuestionamiento que nos surge y que de ahí toma su dimensión de cómo hemos trabajado en colectivo. Cuando nosotros nos conocimos era un momento de mucha efervecencia social y nosotros estábamos con esa necesidad también; de agruparnos para plantearnos cosas. Y lo que encontramos, en concreto, fue replantearnos la manera de relacionarnos a través de nuestra profesión, que es el teatro. Y ahí hemos buscado realmente captar lo esencial del teatro, que sería -desde mi punto de vista- la ficción y el convivio; y llevarlo a sus diferentes formas. No solo se trata de la forma que implica el teatro o las teatralidades que podríamos decir teatralidades dominantes o hegemónicas; tendría que ver, además, con una cuestión sobre el espectador pasivo, o de la posición política de la mirada donde uno solamente -el artista o el teatrero o el actor- es el que tiene la palabra mientras el espectador mira. Se trata también de cómo replantearse esas relaciones para buscar unas propuestas estéticas, o experiencias estéticas, que nos unan y que nos pongan en una horizontalidad en la que nos podamos entender. Y hemos encontrado que un tema que nos une puede ser el territorio, identificarnos a través del territorio. Otra cosa que también ha sido importante es acerca de la tradición sobre la historicidad, sobre lo que nos une con el pasado y que nos puede mantenernos unidos hoy en el presente. Así es como podría yo identificar ciertos elementos que son sustantivos en el quehacer de La Comuna y que en el fondo también son cuestiones que mantienen en escencia el trabajo del colectivo.
D.- ¿Cómo lo ven las demás, los demás?
S.- Yo comparto también lo que había dicho Daniel antes, es decir, que no queremos hacer lo que nos enseñaron a hacer, básicamente, pero también tiene que ver con generarnos disfrute a nosotros. Con generar formas distintas, no solamente estéticas, sino de relación entre nosotros y de poder meter las cosas que disfrutamos, no solamente las cosas en las que somos buenos. Por ejemplo, nosotros decimos que nos mandan a hacer amigos, y luego pienso: “pues no manches, me pagan por platicar con gente y conocerla: es el trabajo de mis sueños”. También tiene que ver con generarnos a nosotros situaciones donde, claro trabajamos, pero también disfrutamos. También con poner en cuestión la idea hegemónica o sistemática de “bueno, damos tantas funciones al día, o no al día, a la semana o al mes; o tenemos que meter esto o tenemos que hacer lo otro”. Es decir que tiene que ver con nosotros, con plantear nuevas reglas de juego para las intituciones, para los organismos, para nosotros mismos y para la comunidad también.
D.- Me parece muy bonito como eso está planteado, y me lleva a conectar con una inquietud que es importante para hablar de la plataforma y de quiénes son ustedes. Estamos viviendo en tiempos muy extraños. Muchas fuerzas que a veces no eran fuerzas congruentes, están forzosamente apareciendo juntas. La fuerza de la creación artística está empezando a aparecer de una forma muy cercana a las fuerzas de otras demandas, de remediar las catástrofes sociales, económicas y políticas, por ejemplo. Eso es una convergencia muy singular de nuestro tiempo que no era imaginable en otro tiempo. Entonces, quiero hacer una pregunta. La pregunta es… lo voy a nombrar directamente. No crean que no lo sé. Es una pregunta sesgada y de hecho es una pregunta ni siquiera sesgada, es falaz. Pero me interesa que la respondan un poco para seguir con la que sigue y quisiera preguntarles: ¿para qué sirven los trabajos que hace La Comuna?
B.- Para nada.
(Risas)
D.- Pero argumenta eso. Desarróllalo. Porque también ustedes trabajan bajo un marco de proyectos del cual yo también he sido parte en la institución, y que ha construido el espacio semiótico y político que ha validado que el “sentarse a hacer amigos” sea nombrado como trabajo artístico válido. Pero cuando validamos eso en esas mesas y en esas discusiones decimos muchas cosas del por qué lo hacemos y lo justificamos y nosotros -los académicos y los burocrátas- lo validamos, pero, ¿para qué lo hacen?
R.- Yo me iría un pasito atrás. Me parece importante decir que yo no me vería haciendo esto sin el sexenio del Calderón y sin el 1 de diciembre; sin la toma de posesión de Enrique Peña Nieto. Es decir, que allí hubo una especie de fractura que hace que nos preguntemos por el valor de lo que estamos haciendo, incluso por los criterios de valor en los que hemos estado trabajando. Y al abrir esos criterios de valor y al hacer esas preguntas aparecen agentes o aparecen espacios que el valor anterior no tenía. En este caso, digamos, los espectadores. Se trata de algo mucho más allá de la población en general, sino de la gente con la que compartimos el espacio, aunque lo pasemos de tránsito. Ese quiebre histórico provoca una autoreflexión donde aparecen estos otros agentes. Ahora, creo que al preguntarnos el por qué de lo que estamos haciendo ahora y cómo podemos hacerlo de otras formas, aparecen también varios ensayos sobre qué formas pueden tener sentido o pueden generar sentido en medio de este sinsentido. Yo diría que hay una utilidad en esa pregunta. No sé si me explico. Es decir, independientemente de los efectos que se causen, hay una utilidad en ir y hacerse esa pregunta y luego ensayar respuestas. Porque en esos ensayos de respuesta aparecen, justamente, estas personas con las que platicamos que, de otro modo, no hubieran aparecido. Aparecen estos contextos, aparecen estos barrios, aparecen las agrupaciones, aparece eso que la caja negra no dejaba que viéramos. Y allí creo que empieza una especie de utilidad. La utilidad sería el efecto de esa pregunta.
D.- Muy bien bajado ese balón, dirián por allá en el fútbol.
(Risas)
D.- Lo bonito de tu respuesta es que inmediatamente cancela un efecto del discurso que es muy importante y que tenemos que nombrar. O sea, cuando bajas ese balón, lo que logras hacer es algo muy interesante y es que en vez de pensar que el trabajo que ustedes generan es un trabajo tenga que producir compensaciones inmediatas en las comunidades a las cuales que ustedes se acercan y producen una experiencia -que ese sería el anhelo de cierta política- ustedes están reclamando la capacidad poética o poietica de la dimensión artística. Y eso es tener la capacidad de ejecutar una acción sensible, situarla y producirla en el mundo. Y luego, posterior a ello, hacer el ejercicio -que es retador el día de hoy- de sistematizar. Ya van seis años de trabajo, en el cual empieza a emerger la utilidad de la pregunta; que creo que de eso se trata el libro, ¿no? Es un poco poner en perspectiva y en panorama todo el esfuerzo colectivo: lograr ver la utilidad de esa pregunta y para donde nos lleva. Y quisiera preguntarles -pensando los términos que ha utilizado Rubén-: cómo han sentido la inquietud que han llevado a cabo, ese nuevo ejericio de teatralidad que han llevado a cabo, esa toma del espacio público, del cuerpo y de los procesos en tiempos de catástrofe -como se acostumbra decir ultimamente: ¿cómo han sentido ustedes la utilidad de su hacer? ¿Cómo han sentido ese despligue? ¿Qué les ha dejado? ¿Qué les ha enseñado?
(la entrevista se detiene y se posterga
y se posterga
…)