Snowflake
hablamos esta lengua para reconocernos
aunque nunca nos hayamos visto
a veces de tú casi siempre de usted
abrazos y ahí nos vemos en vez de presentarnos
hablamos del clima la comida
las ardillas obesas los perros con bufanda
las palmeras de plástico
lo caro que está todo
pero nunca de ti
hablamos de puertas entreabiertas
en las cocinas de los restaurantes
de yerbas que aquí no se consiguen
de atajos y aves migratorias
pero nunca de ti
¿para qué hablar de ti cuando podemos
preguntarnos de dónde y desde cuándo
y trazar en el aire coordenadas
de lugares que desaparecen?
no hablamos de ti cuando sospechas
de nuestros murmullos al cruzar la avenida
en supermercados y paradas de autobús
y gritas speak english this ’merica furioso
porque en nuestras risas y ademanes imaginas
la salvaje letanía de una invasión
no hablamos de ti cuando acordamos
encontrarnos al salir del trabajo
cómo está la familia cómo ves
al pendejo presidente cuál de todos
no te hagas ilusiones
nunca hablamos de ti copo de nieve
ni siquiera sabíamos que ahí estabas
Construction
La única vez que estuve en Denver, un paisano de mi edad se acercó al final de la lectura. Me dijo que la poesía no era lo suyo, pero le había llamado la atención el poema de las señoras en el autobús. También era de Querétaro, aunque no de la ciudad. Su sombrero era de plástico rígido. Las venas formaban un relieve azul en sus nudillos. Una hebilla vistosa sujetaba sus jeans planchados. Las fibras de sus hombros resaltaban contra la camiseta sin mangas en la que se distinguían pequeñas marcas de sangre, como si se hubiera rasgado el pecho. Al cuello, un escapulario despedazado. Le pregunté en qué trabajaba y respondió construction. Desde chico era albañil, pero esa palabra ya no le gustaba. Me dijo que aunque no tenía estudios le interesaba mucho la cultura. Siempre iba a los eventos que recomendaban en la estación latina. Así se enteró de la lectura. En una librería consiguió un ejemplar usado de Cien años de soledad. Leía algunas páginas después de la chamba. Le estaba gustando mucho, pero se la robaron. Sin embargo, su pasión era actuar. Había estado en varias obras de teatro campesino. Le pregunté si todavía iba a su tierra y me dijo que no porque ahora era muy peligroso el regreso. Además ya no tenía familia en México. Tampoco acá. Ya no tenía a nadie pero que la lectura lo hacía sentirse menos solo. Me pidió este cuaderno para apuntarme sus datos, para que le avisara la próxima vez que anduviera por allá: Pedro Moreno. (720) – .
* El primer poema pertenece a la plaquette Sánafabich. El segundo es inédito.